La Comisión de Justicia y Paz se adhiere a la “Marcha del silencio”
“Justicia, justicia”, fue el clamor que a gritos más quebrantó la consigna silenciosa que habían pedido los organizadores. Varias decenas de miles de argentinos colmaron este miércoles 18 de febrero las calles de Buenos Aires pese a la lluvia para rendir homenaje al fiscal Alberto Nisman, aparecido muerto en su casa horas antes de explicar su denuncia contra la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en el parlamento argentino.
Organizada por fiscales, y con el apoyo de la Comisión Nacional de Justicia y Paz, entre otras decenas de entidades, la “Marcha del silencio” tuvo su eco en varias ciudades del interior del país, e incluso en más de 15 países.
Los momentos de mayor emoción tuvieron lugar cuando se entonó el himno argentino, y cuando la cabecera de la movilización se detuvo y realizó un minuto de silencio ante la unidad fiscal que dirigía el fiscal Nisman, en las inmediaciones de la Plaza de Mayo.
Dicha unidad investiga el atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) ocurrido en 1994. Para Nisman, la responsabilidad del atentado caía sobre funcionarios iraníes, cuya impunidad, denunció, habría sido negociada de manera ilegal por el gobierno argentino.
Junto con fiscales, encabezaron la primera fila de la marcha familiares de Nisman, entre ellos su madre Sara, su hija mayor Iara, y su ex esposa Sandra Arroyo Salgado, jueza que querella en la causa en representación de la familia.
Miles le brindaban su apoyo a lo largo de los cerca de 2 kilómetros que unen el Congreso de la Nación con la unidad fiscal, ubicada en las inmediaciones de la Plaza de Mayo, donde culminaba la marcha. Muchos llegados desde varias partes de Buenos Aires e incluso otras provincias.
Hasta las cifras dividen
Según cifras de la Policía Metropolita, creada por el Jefe de Gobierno y precandidato presidencial opositor Mauricio Macri, había 400.000 personas. Para la Policía Federal, que responde a autoridades designadas por el gobierno nacional, 60.000.
Este es apenas un símbolo de lo que fue la triste denostación hacia una manifestación que, por ser Nisman un fiscal que denunció al gobierno nacional y por adherir a la marcha dirigentes opositores, fue interpretada por muchos como una manifestación en contra del gobierno de Cristina Kirchner. Sin embargo, los organizadores buscaron permanentemente desmentir esto.
Tanto funcionarios del Gobierno como medios de comunicación afines al gobierno de Cristina Kirchner cuestionaron durante los días previos a los organizadores de la marcha y sus motivaciones.
Analistas kirchneristas consideraron que se trataba de un intento desestabilizador para perjudicar al gobierno, e incluso hablaron de golpe de Estado, que denominaron Golpe Blando. La misma presidenta hizo numerosas referencias a “ellos” y “nosotros”, mencionando que “ellos” prefieren el silencio, en evidente referencia a la marcha.
El dolor por la muerte del fiscal Nisman y sobre todo por la sensación de impunidad suscitada en torno su fallecimiento conmovieron a decenas de miles, y eso es un dato que se desprende de cualquier imagen aérea que muestra cómo lo único que se veía a lo largo de 2 kilómetros eran paraguas, uno al lado del otro, y cuando ya daba igual el mojarse, rostros que mezclaban lágrimas de preocupación por el país, de bronca, con gotas de lluvia. Gotas de lluvia que para un dirigente kirchnerista eran “pis de Néstor”, tal como escribió en su cuenta de Twitter.
Así de dividida está la Argentina, en un escenario que clama a la templanza que piden los obispos cuando invitan a rezar por estos días la Oración por la Patria, que dice así:
Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.
Nos sentimos heridos y agobiados.
Precisamos tu alivio y fortaleza.
Queremos ser nación,
una nación cuya identidad
sea la pasión por la verdad
y el compromiso por el bien común.
Danos la valentía de la libertad
de los hijos de Dios
para amar a todos sin excluir a nadie,
privilegiando a los pobres
y perdonando a los que nos ofenden,
aborreciendo el odio y construyendo la paz.
Concédenos la sabiduría del diálogo
y la alegría de la esperanza que no defrauda.
Tú nos convocas. Aquí estamos, Señor,
cercanos a María, que desde Luján nos dice:
¡Argentina! ¡Canta y camina!
Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.
Amén.