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El hebreo que le regaló una tablilla a Jesús Sacramentado

Casa María Auxiliadora

© Claudio de Castro

Casa María Auxiliadora Costa Rica

Claudio de Castro - publicado el 17/02/15

Una experiencia extraordinaria en la Casa María Auxiliadora de Costa Rica

Estoy pasando unos días estupendos en Costa Rica. Vine a ver a la familia y enseñarle a Luis Felipe, mi hijo de 10 años, la tablilla de mi papá, que está en la Casa de María Auxiliadora, debajo del Sagrario.

 Recuerdo hace algunos años cuando llegué y una joven muy amable me preguntó: 

“¿A quién busca?” 

 “A la Virgen”, respondí. 

“Ah”, respondió. “En ese caso la encontrará en todas partes, porque esta es su casa”. 

 Hoy regresé a la Casa de la Virgen emocionado, sabiendo que allí encontraría mis respuestas.

En ese hermoso lugar vivió la beata Sor María Romero, una religiosa salesiana, muy devota de María Auxiliadora y Jesús Sacramentado. Solía colocar flores frescas junto al sagrario, todos los días, muy cerquita de Jesús “para que le llegara el dulce aroma de las flores”. Su vida fue extraordinaria.

Una vez pidió un préstamo bancario. El gerente luego de llenar los documentos le preguntó: “¿Quién es su fiador?”. Y ella con total serenidad respondió: “Mi fiador es María Auxiliadora”.

Sor María solicitó confeccionar una tablilla de mármol para colocar debajo del sagrario. Cuando se la llevaron, el mensajero le entregó la factura. “Un momentito”, dijo ella, “en seguida se la pago”. 

Como de costumbre el dinero para cancelar las deudas le llegaba en el momento preciso.  Ese día, mi papá estuvo presente y quiso cancelar la cuenta. Él era hebreo.

Dios lo llevó de la mano, desde niño, sin que él lo supiera, hasta el día en que murió. Y nos envolvió a todos en ese maravilloso misterio que a muchos les tiene reservado: la conversión.    

Se llamó Claudio. Su padre tuvo el nombre de Moisés Frank, y sus abuelos: Abraham y Samuel. Todos provenían de una familia con raíces hebreas, y eran profundamente religiosos, respetuosos de la Torá. Me cuentan que Abraham fue Rabino. Curiosamente mi papá nunca celebró su Bar Mitz-Vah. Tampoco le recuerdo en la Sinagoga. En cambio, nos acompañaba a misa.    

En algún lado escuché que estaba predestinado a la conversión. A través de los años recibimos señales de este cambio sobrenatural.  

En Costa Rica ocurrió un hecho significativo. Visitaba con mi mamá a Sor María Romero, en la Casa de María Auxiliadora. Una multitud de personas se preparaba para la procesión. Mi papá se mezcló entre el gentío. De repente un descubrimiento asombroso…    

“¡Sor María!” -exclamó mi mamá. Y señaló hacia la procesión “¡Mire dónde va Claudio!”.    

Era quien cubría al Santísimo con el palio, al frente de la procesión.  

“¿Puede creerlo?”.

“Sí Felicia” respondió sor María. “Y también le veremos comulgar”.    

Esta profecía se cumplió al pie de la letra.   

A los años nos enteramos de lo ocurrido. La iglesia estaba abarrotada de gente. Una monjita atraviesa la iglesia con dificultad, llega donde está mi papá y le pregunta: “¿Nos haría el favor de llevar el palio?”. Sin meditarlo mucho, acepta. ¿Sabía acaso lo que era un palio?   

Mientras escribo, pienso en él… Y en ese momento, ya no puede echar para atrás. Debió ser impresionante. Siendo hebreo, lleva el palio en la Casa de la Virgen. ¿Qué habrá sentido? 

“¿Cómo es que Dios me busca a mí, habiendo tantos a mi alrededor?”.

Nunca sabré con exactitud lo que sintió o lo que pensó. Seguramente esta experiencia lo estremeció hasta los huesos. La cercanía de Dios siempre estremece a las almas y las llama a vivir para Él y por Él.    

¿Qué lo hizo cambiar? Esto ha sido un secreto celosamente guardado. Supo ser reservado. Y esperó. La cercanía de la muerte derribó las últimas murallas y le hizo dar el salto definitivo. Dios lo llamó y él respondió sin reservas.    

Ambos parecemos escuchar: "¿Claudio, me amas?”. Y ambos respondemos: “Señor, Tú sabes que Te amo”.

El  sacerdote que celebró la misa esta mañana, me permitió, al finalizarla, compartir con los presentes esta bella anécdota… El hebreo que le regaló una tablilla a Jesús Sacramentado.

Esa es la historía. Cuando vayas a la Casa de la Virgen y veas la tablilla sabrás por qué está allí y lo importante que fue para mí poder ir, rezar ante la tumba de sor María y hablar de este milagro.

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