El obispo de la diócesis francesa de Belley-Ars retira el Santísimo de numerosos tabernáculos ante una serie de profanaciones
Ante el robo de formas consagradas y cálices y una serie de profanaciones de tabernáculos en la diócesis francesa de Belley-Ars, su obispo, monseñor Pascal Roland, ha ordenado que se retire el Santísimo Sacramento de todos los tabernáculos excepto los metálicos bien fijados y con una cerradura resistente.
“El Santísimo Sacramento será retirado de los tabernáculos de todas las iglesias y capillas parroquiales y se depositará en un lugar seguro –señala la ordenanza, en vigor desde el pasado 10 de febrero-. La puerta de estos tabernáculos permanecerá ostensiblemente abierta”.
“Para las necesidades de la oración pública o privada, el Santísimo podrá depositarse temporalmente en estos tabernáculos a condición de que se asegure una presencia suficiente de fieles”, añade.
La actuación del obispo está en concordancia con el Código de Derecho Canónico, que prevé que en los lugares sagrados donde se reserva la Eucaristía haya siempre alguien a su cuidado, y que estén abiertos a los fieles por lo menos algunas horas al día “a no ser que obste una razón grave”.
Estas medidas excepcionales permanecerán hasta nueva orden del obispo, que espera que “manifiesten a todos la gravedad de estos hechos y contribuyan a disuadir su renovación”.
Extrema gravedad
El sábado 7 de febrero, el párroco de la localidad de Montluel, en la región francesa de Ródano-Alpes, descubrió que habían robado el copón y las formas consagradas de la iglesia colegial Notre Dame-des-Marais.
Los católicos están “profundamente afectados por el robo de hostias consagradas –explica la diócesis de Belley-Ars en su web-. Estas hostias, consagradas por los sacerdotes en misa, son para ellos el Cuerpo de Cristo, la presencia real de Jesús”.
“Este robo es por tanto para las comunidades cristianas una profanación de extrema gravedad –continúa-. Sean cuales sean las intenciones de los autores de estos actos, no se puede cometer nada más ofensivo contra Dios, contra la fe cristiana y contra la comunidad católica”.
“La Iglesia invita a cada cristiano a rezar por el perdón y el arrepentimiento de los que han cometido estos actos –añade-. Que esta prueba sea, para todos los cristianos, la ocasión de profesar su fe en Jesucristo, realmente presente en estas hostias consagradas”.
Como lo prevé el derecho de la Iglesia, después de este robo la iglesia de Montluel cerró al culto y no volvió a abrirse hasta el viernes 13 de febrero, cuando se celebró allí una misa de reconciliación y de reparación. Ese día, el Santísimo Sacramento volvió a depositarse en el tabernáculo.
No es un hecho aislado
Pero no se trata de un hecho aislado en la diócesis: el viernes 6 de febrero, los fieles de Neuville-les-Dames, de la agrupación parroquial de Châtillon-sur-Chalaronne, descubrieron que alguien había roto el tabernáculo de la iglesia de San Mauricio y había robado el contenido del copón (la copa que contiene las hostias consagradas).
Esa misma tarde, los fieles de Ambronay notaron también el robo de un copón en la iglesia de Nuestra Señora. El sábado 7 de febrero, en Vonnas se constató el robo de dos cálices de la iglesia de San Martín.
El domingo 8 de febrero, en Jujurieux (agrupación parroquial de Pont-d’Ain), los fieles descubrieron que habían robado otro cáliz en la iglesia de san Esteban.
En estos cuatro casos, sin embargo, no robaron las sagradas formas, sino que las dejaron abandonadas en el lugar.
En los últimos meses, han tenido lugar una serie de robos, profanaciones y degradaciones en las iglesias de esta diócesis francesa.
Ha habido robos de objetos y de estatua en la iglesia de Seyssel en octubre de 2014, robos de copones y de hostias consagradas en las iglesias de San Juan de Niost y de Santa Julia en octubre de 2014, y de San Esteban de Bois en noviembre de 2014, y degradaciones en San Mauricio de Beynost el 11 de enero de 2015.