La Cuaresma está llegando a su fin.
No olvides a Aleteia en tu ofrenda cuaresmal
para que brille la esperanza cristiana.
¡Apoya a Aleteia!
María, Virgen Inmaculada,
Mujer del dolor y de la esperanza,
muéstrate benigna hacia todo el que sufre
y obtén para cada uno la plenitud de la vida.
Dirige tu mirada materna
especialmente hacia aquellos que en África
se encuentran en necesidad extrema,
porque están afligidos por el sida o por otra enfermedad mortal.
Mira a las madres que lloran a sus hijos;
mira a los abuelos sin recursos suficientes
para sostener a sus nietos que se han quedado huérfanos.
Abraza a todos en tu corazón de Madre.
¡Reina de África y del mundo entero,
Virgen Santísima, ruega por nosotros!
Desde el Vaticano, 8 de septiembre de 2004.
Juan Pablo II
Artículo originalmente publicado por corazones.org