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LIBERTAD RELIGIOSA EN Sudan: Cristianos, «culpables» de la independencia del Sur

South Sudanese internally displaced people – es

AFP PHOTO / ANDREI PUNGOVSCHI

SOUTH SUDAN, Juba : TO GO WITH AFP STORY BY HANNAH MCNEISH<br /> South Sudanese internally displaced people get about their daily life in the Tongping UNMISS (United Nations Mission in South Sudan) base, where over 27,000 people seeked refuge, on February 19, 2014, in Juba. Increasing ethnic violence seeded in Juba has spread across the country like a cancer, annexing whole communities now being categorised and mobilised by clan, and has trumped any notion of national unity less than three years after South Sudan won independence from Khartoum. AFP PHOTO / ANDREI PUNGOVSCHI

Ayuda a la Iglesia Necesitada - publicado el 11/02/15

El informe sobre libertad religiosa de Ayuda a la Iglesia Necesitada, país por país

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Aunque la Constitución Nacional Provisional de Sudán defiende la libertad religiosa y reconoce la diversidad cultural y religiosa del país, consagra la sharía como fuente de la legislación.

La Constitución fue adoptada en 2005, año del Acuerdo General de Paz entre el Gobierno de Jartum y el Ejército Popular de Liberación de Sudán, que puso fin a más de 20 años de guerra civil. La redacción de la Constitución refleja el espíritu abierto de aquel momento y la buena disposición para incluir a las minorías y aceptar la diversidad. 

Sin embargo, todo cambió cuando, en julio de 2011, el Sur se separó del resto de Sudán y se convirtió en un país independiente tras la celebración de un referéndum. A partir de ese momento, la política del Partido del Congreso Nacional, el partido gobernante en Sudán, ha rechazado el espíritu de pluralismo y tolerancia religiosa.

El Gobierno es un partidario incondicional del islam político. El presidente de Sudán, Omar Al Bashir, al frente del PCN, ha prometido el retorno al islam y a diversas posturas políticas adoptadas por el Gobierno durante la guerra civil; por ejemplo, ha anunciado públicamente que elaborará una nueva Constitución “cien por cien islámica”.

Parece estar dispuesto a regresar a actitudes más represivas e intolerantes contra los grupos considerados como antimusulmanes o prooccidentales. Las manifestaciones populares en contra de estas políticas se han encontrado con una oposición inflexible por parte del Gobierno. 

La discriminación contra los no musulmanes y las políticas en contra del pluralismo religioso han continuado y, en ocasiones, se han intensificado. 

Se manifiesta una evidente hostilidad contra las personas cuyo origen étnico procede de Sudán del Sur y siguen viviendo en Sudán; se les considera cristianos. Aún más. Se piensa que la Iglesia ha sido una de las promotoras de la secesión de Sudán del Sur y que, por lo tanto, constituye una influencia negativa en el país.

Además, el Gobierno ahora utiliza el descenso del número de cristianos para forzar la reducción del número de sacerdotes y otros representantes. Ha empezado a “recuperar” los edificios y terrenos de la Iglesia que “ya no se van a seguir utilizando".

También ha declarado expresamente que no se van a conceder licencias para construir nuevas iglesias. Por lo tanto, las actividades de las Iglesias cristianas siguen viéndose enormemente comprometidas; sometidas a un control continuo, son el objetivo de los servicios de seguridad que de vez en cuando entran en acción para interrumpir las actividades de evangelización y formación. 

Esta represión contra los cristianos, acompañada por destrucción de lugares de culto y material religioso y acoso a los individuos, está provocando un miedo inmenso y un sentimiento de vulnerabilidad y ansiedad en la pequeña minoría cristiana aún presente en el país.

Algunos importantes representantes de los sectores más radicales del islam piden públicamente al Gobierno que “haga más” para reducir la presencia de los cristianos y saque a la luz a los conversos y a quienes se dedican a labores misioneras. 

Uno de los problemas demográficos del país desde la secesión del Sur en 2011 ha sido el gran número de sudaneses del Sur (en su mayoría cristianos) que, incapaces de conseguir los medios de transporte para regresar a la tierra de sus antepasados, han quedado encallados en distintas partes del norte y se han convertido en refugiados de la noche a la mañana. 

El régimen sudanés está amenazado por la división interna y las disensiones políticas. No todos están de acuerdo con las políticas intolerantes y la falta de libertades civiles. 

El aparato del poder controla estrechamente a los movimientos religiosos de cualquier tipo que puedan albergar, fomentar o difundir críticas contra el Gobierno. Igualmente, las mezquitas y lugares de encuentro de las hermandades religiosas sufíes son controladas por los servicios de seguridad. 

Entre los musulmanes de Sudán hay una larga tradición de presencia de las “hermandades” suníes o las órdenes sufíes.

En ocasiones son consideradas por el “islam oficial” como “heterodoxas” ya que no han apoyado el islam político intransigente que promueven el presidente Al Bashir y el Frente Nacional Islámico. 

Las conversiones del islam al cristianismo, especialmente las de individuos de origen árabe, son enormemente controvertidas y pueden tener graves consecuencias para los implicados. 

Entre estas consecuencias están la ruptura de relaciones con familiares y amigos, la pérdida de la custodia de los hijos, el arresto y la violencia física y psíquica.

Una vaga “Ley de Apostasía” protege los derechos de los creyentes musulmanes y deja la puerta abierta al castigo de los conversos, por ejemplo, la anulación del matrimonio cuando un converso o un cristiano se casa con una mujer musulmana. Algunos conversos deciden huir del país.

Se ha endurecido la aplicación de la normativa relacionada con la vestimenta y la moral (especialmente el artículo 152 del Código de Orden Público de Sudán). Esto ha suscitado una creciente resistencia por parte de los grupos opositores incluso en las redes sociales. 

Hay zonas que preocupan especialmente, como las regiones de los montes de Nuba y el sur del Nilo Azul. En estas zonas, en las que hay una situación de grave necesidad humanitaria, el régimen de Jartum está llevando a cabo una guerra de baja intensidad contra la población local (acusada de rebelarse contra el Gobierno central); los cristianos constituyen el objetivo por dos motivos: su origen étnico y su credo no musulmán. 

El Consejo de Iglesias de Sudán ha trabajado para promover el ecumenismo. El hecho de que las diferentes Iglesias y confesiones estén sufriendo la misma persecución y discriminación fomenta una mayor unidad y solidaridad entre los diferentes grupos cristianos. 

Episodios de persecución religiosa, opresión y /o discriminación 

En diciembre de 2012, dos sacerdotes ortodoxos coptos fueron arrestados por las fuerzas de seguridad por su presunta colaboración en la conversión al cristianismo de una mujer (de la que se dijo que era hija de un líder salafí). Uno de ellos, procedente de los montes de Nuba, sufrió malos tratos psicológicos y fue apaleado. El otro, de origen egipcio (árabe), fue encarcelado. 

El 2 de enero de 2013, representantes del Ministerio de Infraestructuras, acompañados por la policía, destruyeron en Soba al-Aradi, barrio periférico de Jartum, una iglesia de la Iglesia Pentecostal de Sudán. 

La demolición se produjo sin advertencia previa. Los funcionarios del ministerio alegaron que el solar “pertenecía a una Iglesia cuyos miembros son sursudaneses y ya no son ciudadanos de Sudán”. Estos funcionarios destruyeron también la vivienda del pastor de la vecina iglesia presbiteriana. 

Los días 15 y 16 de enero también fueron destruidos otros siete edificios de Jartum, entre ellos un centro de salud dirigido por el Consejo de Iglesias de Sudán, alegando de nuevo que los sursudaneses ya no son ciudadanos de Sudán. Estos edificios pertenecían a la Iglesia católica, la presbiteriana de Sudán, y la adventista del Séptimo Día. 

El 25 de febrero de 2013, las fuerzas de seguridad confiscaron algunos libros en la librería de la iglesia anglicana de Bahri (Jartum Norte) y clausuraron el centro que tienen en Jartum Centro. Arrestaron a Filemon Hasan, famoso cantante y compositor de música cristiana, originario de los montes de Nuba. 

Unos días antes, habían confiscado material en el Centro de Literatura Evangélica propiedad de la Iglesia evangélica presbiteriana de Sudán y uno de los líderes recibió una paliza por tomar fotografías. 

Según un informe publicado en febrero de 2013 por la organización defensora de los derechos humanos Christian Solidarity Worldwide, las fuerzas de seguridad arrestaron a 55 cristianos. 

Estuvieron en la cárcel dos semanas sin que se presentaran cargos. Después se les acusó de haber recibido dinero de países extranjeros, entre ellos de Israel. 

En abril de 2013, expulsaron del país a un sacerdote católico de Sudán del Sur que trabaja en la Conferencia Episcopal Católica de Sudán, así como a dos religiosos, hermanos de La Salle, procedentes de Francia y Egipto, a los que dieron tres días para abandonar el país. 

El Gobierno alegó que en el centro en el que trabajaban se llevaban a cabo actividades ilegales. El edificio había sido utilizado como centro de enseñanza de lengua árabe para misioneros extranjeros pero, al no permitirse la entrada a nuevo personal de la Iglesia, los religiosos estaban utilizando el local para dar clases de preparación del Certificado Sudanés a grupos de niños. 

El 17 de julio de 2013 arrestaron en Jartum a cuatro pastores y voluntarios de la Iglesia evangélica presbiteriana de Sudán (SPEX, por sus siglas en inglés).

El 23 de febrero de 2014, personal de la Oficina de Investigación Criminal de Sudán irrumpió en el recinto de la Iglesia evangélica de Omdurmán y arrestó al ministro, el Rvdo. Yahya Abdelrahim Halu, como parte de un plan del Gobierno para hacerse con las propiedades de la Iglesia.

Se dice que el Ministerio Federal de Orientación y Donaciones Religiosas había intentado sustituir al Rvdo. Halu, líder de la Iglesia y moderador del sínodo del SPEX, por un comité nombrado por el Gobierno que apoya la devolución de las propiedades de la SPEX al Gobierno. El Rvdo. Halu fue retenido en la Comisaría Central de Jartum durante dos días. 

Las organizaciones defensoras de los derechos humanos informan de que los médicos de Sudán son obligados a aplicar a presos castigos inhumanos basados en la sharía. Entre ellos se cuentan las amputaciones cruzadas (mano derecha y pie izquierdo) que deben realizar por orden del Gobierno de Sudán. 

Funcionarios del Gobierno, en concreto el ministro de Orientación y Donaciones Religiosas, declararon públicamente que al independizarse Sudán del Sur “en Sudán no se necesitan iglesias nuevas”. 

El ministro afirmó que no se concederán licencias para la construcción de iglesias. Además, informes confidenciales refieren que muchas iglesias, escuelas parroquiales y centros educativos de las Iglesias han sido confiscados o clausurados por el Gobierno en Omdurmán, Jartum, Bahri y Jartum Central. 

Ahora es más difícil obtener visados de entrada y permisos de trabajo/residencia para el personal de las Iglesias (misioneros, cooperantes de organizaciones confesionales, voluntarios). 

Esto empezó después de las declaraciones gubernamentales de que no tiene sentido mantener las oportunidades de trabajo educativo y pastoral para personas originarias de Sudán del Sur, porque estaban abandonando el país en masa. 

Se dice que algunos misioneros han estado trabajando sin la documentación apropiada. A otros se les ha impedido regresar a Sudán después de varios años desarrollando su labor allí.

El personal de la Iglesia, entre el que se cuentan los obispos, ha sido interrogado en las oficinas gubernamentales y les han preguntado por las actividades que realizan. 

Se reciben informaciones sobre iglesias, colegios y otros edificios religiosos de los montes de Nuba destruidos de forma intencionada mediante bombardeos aéreos en numerosas ocasiones. 

Meriam Yahia Ibrahim Ishaq, embarazada, condenada a muerte por apostasía 

En Sudán, la pena de muerte impuesta el 5 de mayo de 2014 a Meriam Yahia Ibrahim Ishaq, provocó una ola internacional de protestas.

Fue declarada culpable de haber apostatado del islam, delito que se castiga con la pena de muerte, conforme a la ley islámica, la sharía. Meriam declaró que siempre había sido cristiana, a lo que la acusación respondió que ella tenía que haber profesado el islam, la religión de su padre. 

En su defensa, Meriam manifestó que su padre había abandonado a la familia cuando ella era pequeña, dejando a su madre, ortodoxa etíope, educarla en solitario. Aportó pruebas que demostraban que se había casado con un cristiano llamado Daniel Wani, en la catedral católica de San Mateo de Jartum. 

El juez concedió a Meriam tres días para que se convirtiese al islam, pero ella se negó diciendo que en conciencia no podía abandonar su fe. Fue enviada a la Prisión Federal para Mujeres de Omdurmán, cerca de Jartum, la capital de Sudán, con su hijo de 20 meses, Martin. 

Allí, el 27 de mayo de 2014, dio a luz, a su debido tiempo, a una niña. Las autoridades manifestaron que la pena de muerte no se podría ejecutar hasta pasados dos años desde el nacimiento del bebé. El 31 de mayo, unos funcionarios sudaneses comunicaron a la BBC su pronta liberación, pero a continuación le fue denegada. Su marido, Daniel, negó que le hubieran informado de la puesta en libertad. 

En una carta dirigida al periódico londinense The Times, con fecha del 31 de mayo de 2014, John Pontifex, de Ayuda a la Iglesia Necesitada, describió el trato judicial dispensado a Meriam como “una oportuna llamada de atención para nosotros, occidentales, sobre el grado al que llegan las violaciones de los derechos humanos en Sudán”.

Afirmó que “es casi como si [los cristianos y otras minorías] no fueran personas y no tuvieran el más mínimo derecho”. 

Indicios de mejora o deterioro de la libertad religiosa 

Tras la independencia de Sudán del Sur el panorama de la libertad religiosa en Sudán es sombrío. 

Tras varios años de moderación (desde la firma del acuerdo de paz en 2005 hasta la independencia del sur en 2011), el Gobierno está retornando a las políticas de “intolerancia de baja intensidad” contra las personas que profesan credos que no sean el islam. 

Esto significa que no se utiliza mano de hierro, ni una postura violenta contra las minorías religiosas, pero lentamente se van poniendo trabas a sus actividades a través de distintos medios administrativos y coactivos. 

La secesión de Sudán del Sur ha desencadenado un sentimiento anticristiano en los líderes sudaneses, especialmente entre los islamistas. 

Además de denunciar constantemente a los “infieles”, echan la culpa a los cristianos de fomentar el voto a favor de la independencia de Sudán del Sur. Esta tensión ha conducido a la suspensión de las libertades civiles de los grupos minoritarios. 

En septiembre de 2013 se produjeron en las calles de las ciudades más importantes manifestaciones y revueltas generalizadas que fueron aplastadas despiadadamente por los cuerpos de seguridad.

Acusadas de apoyar a las potencias de Occidente, las minorías religiosas han sufrido la tiranía tanto del Gobierno como de las fuerzas de seguridad. La tendencia actual apunta hacia dificultades cada vez mayores en la vida diaria para muchas minorías religiosas; se enfrentan a un recrudecimiento del acoso, la opresión y, en ocasiones, la persecución explícita. 

Grandes grupos de sursudaneses que esperan ser repatriados a su nuevo país sufren condiciones humanitarias extremas y la indiferencia del Gobierno ante su situación, hecho que no se puede considerar exclusivamente una cuestión de odio religioso. 

Las desavenencias en el seno del Gobierno de Omar Al Bashir, así como la imputación del presidente por crímenes de guerra por parte del Tribunal Penal Internacional, pueden explicar la creciente intolerancia gubernamental contra grupos considerados como una amenaza para el régimen. Con toda probabilidad en el futuro próximo continuarán, o incluso se intensificarán, el desprecio de la sociedad y la discriminación religiosa. 

Inestabilidad

Sudán sufre una gran inestabilidad por motivos económicos, sociales y políticos. La supervivencia del presidente Omar Al Bashir y de su régimen está rodeada por una gran incertidumbre, ya que su autoridad parece descansar exclusivamente en la represión ejercida por los cuerpos de seguridad y la policía más que en alguna forma de apoyo popular. 

Tras un periodo muy breve de mayor apertura a los sursudaneses (mayoritariamente cristianos) entre 2005 y 2011, las minorías se encuentran bajo una presión cada vez mayor ahora que el Gobierno de Omar Al Bashir no ha conseguido ganar el apoyo en su oferta de un Sudán unido. 

Tradicionalmente, los sudaneses eran muy tolerantes con las minorías religiosas. La llegada del régimen de Omar Al Bashir en 1989 supuso un cambio radical en las actitudes del Gobierno. 

En los años posteriores, los cuerpos de seguridad empezaron a utilizar con total impunidad la tortura y las ejecuciones extrajudiciales. El Gobierno de Sudán era mucho más tolerante con los grupos religiosos, que no eran socialmente activos ni manifestaban celo misionero. 

El régimen pretendió que los grupos de las Iglesias se dedicasen a sus actividades eclesiales y, por este motivo, mostraron una mayor tolerancia hacia comunidades como los ortodoxos y los coptos, que hacia los católicos o los anglicanos. 

El régimen entendía la libertad religiosa exclusivamente en términos litúrgicos y espirituales y miraba con hostilidad a los grupos confesionales que promueven la educación, se dedican a las obras de beneficencia, de desarrollo social y de sensibilización cívica. 

Anteriormente, el Gobierno de Sudán no dudaba en utilizar incluso una fuerza mortífera contra sus adversarios. La decisión gubernamental de bloquear a los organismos extranjeros que ofrecen ayuda humanitaria a las regiones más amenazadas como Kordofán del Sur, los montes de Nuba y el Nilo Azul demuestra hasta qué punto el régimen está dispuesto, incluso ahora, a hacer sufrir a su pueblo con tal de alcanzar sus objetivos. 

Para el futuro, parece que el régimen no dudará en servirse de una brutal represión. 

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