Lo siento. Se nos ha ido de las manos esto del Carnaval, como otras tantas cosas. No es que yo sea un especial amante de la fiesta del disfraz pero quiero levantar la voz ante un nuevo deshaucio educativo. Cuando yo era pequeño, el Carnaval se esperaba con ilusión, tanto por parte de los niños como por parte de los padres y madres. Los niños nos disfrazábamos de aquello que, en algún momento, queríamos ser y llenábamos las aulas y las calles de superhéroes, de zorros, de vaqueros, de payasos, de mosqueteros… Las niñas sacaban la princesa que llevaban dentro, la mayoría, y lucían joyas y pomposos vestidos de la corte; o apostaban por una bruja linda o una gitanilla graciosa. Crecíamos mirando escaparates llenos de caretas monstruosas, auténticas obras de arte, y respetábamos, entre bromas, a los que no querían participar del juego. El Carnaval era la puerta de entrada a la Cuaresma y ejercía, pedagógicamente, su función que, bien traída, nos conducía al Miércoles de Ceniza y nos adentraba ya en el sosiego y el ascetismo cuaresmal.
Pues todo eso se acabó. Se acabó disfrutar. Se acabó elegir disfraz. Se acabó el sentido y la pedagogía. Lo que antes se esperaba con ilusión, ahora se espera con ansiedad. Lo que antes era vestirse de lo que nos gustaba, ahora es enfundarse un traje de algo que ni siquiera se te había pasado por la cabeza que pudiera ser disfraz. Donde antes había libertad para no disfrazarse, ahora te vistes sí o sí. Y todo gracias a estas modas que llegan a los colegios y que consisten en generar trabajo a las familias, siendo los más originales del universo y, de paso, vaciando de sentido la actividad en sí misma. Y es que ahora no llega con disfrazarse, no… ahora hay que disfrazarse de algo superchuli; igual que no llega con hacer un Belén, no… ahora tiene que ser un Belén superoriginaldelamuerte… Todos bajo el yugo de una idea feliz. Y así podríamos seguir.
Nos hemos pasado en casa todo el fin de semana "fabricando" los disfraces para nuestros tres hijos. Porque esa es otra… los que tienen la idea no piensan en las familias con VARIOS hijos… El mayor tiene que ir disfrazado de DADO, lo que siempre ha soñado; la niña, de CARTA DE LA BARAJA, suspirando estaba todo el día por ir de carta; y el pequeño de BOLA DE BILLAR (¿sabrá lo que es un billar?)… Un infierno. Un estrés. Un sinvivir. ¿Para qué? Buena pregunta.
La escuela la estamos convirtiendo en la mayor fábrica de activistas vacíos del mundo. Los niños no paran de hacer cosas. Mil deberes cada día. Mil cosas que tienen que saber. Mil actividades durante el curso. Mil salidas. En inglés, eso sí. Todo en inglés. Y vacío, eso también. Todo vacío, desconectado de la realidad, sin sentido, sin base, sin raíz. Gastando tiempo y energías en aprender no sé cuántas cosas pero sin dedicar ni un minuto a la vida que pasa ahí afuera, y en su propio adentro. Poniendo el foco en la creatividad, la originalidad y la "forma" y perdiendo el objetivo, el motivo, la razón de… Mucho english y poco de casi todo lo demás. Poco espíritu y poca alma.
Esta es una gota más del vaso. El cole celebrará el Carnaval y pondrá las fotos en su web y los padres nos moriremos de alegría al ver a toda la clase de nuestro niño vestidos de dados o de cartas o de bolas… Y mientras, los niños, seguirán sin tener ni idea de por qué se celebra el Carnaval, de qué es el Miércoles de Ceniza, la Cuaresma y qué pintan ellos en todo esto. Esta escuela de hoy día… esta escuela sí que es un Carnaval.
@scasanovam