"Bob era de verdad un buen hermano, un hijo de Dios, independientemente de cómo la gente le veía. Tenía el deseo de ser bautizado desde hacía tiempo, pero había personas cercanas a él que le controlaban y le entretenían. Aún así venía regularmente a la Iglesia".
Esta versión de un inédito Bob Marley, la contaba, en una entrevista publicada por el Gleaner’s Sunday Magazine el 25 de noviembre de 1984, Abunda Yesehaq. Él, misionero ortodoxo etíope llegado a Jamaica en los años 60 y gran amigo de Marley, acompañó al cantante jamaicano a la conversión al cristianismo ortodoxo y al bautismo.
La conmoción de Bob y el bautismo
Yesehaq, que después fue arzobispo, vivió de cerca el itinerario de acercamiento a la fe de Bob, que tuvo lugar pocos meses antes de su desaparición. "Me acuerdo de que una vez, mientras estaba celebrando la Misa, miré a Bob y las lágrimas le regaban el rostro”.
"Muchas personas piensan que se bautizó porque sabía que se estaba muriendo, pero no es así. Lo hizo cuando ya no habían presiones sobre él, y cuando se bautizó, abrazó a su familia y lloraron, lloraron todos juntos durante una media hora".
La luz de la Trinidad
El bautismo tuvo lugar el 4 de noviembre de 1980 en la Iglesia etíope en Nueva York, después de tres intentos fallidos, a causa de los rastas, de bautizarlo en Kingston. Eligió el nombre de Berhane Selassie ("La luz de la Trinidad").
Cinco días después Bob fue transportado a un centro de tratamiento en Alemania, donde transcurrió su 36° cumpleaños. Tres meses después, el 11 de mayo de 1981, murió en un hospital de Miami. Los funerales, celebrados el 21 de mayo de 1981, siguieron el rito ortodoxo, y fue sepultado junto a su Biblia y su guitarra Gibson.
No fue la única
La conversión de Marley llevó un poco de convulsión a su banda: Judy Mowatt, una de las cantantes que le acompañaban en las giras, quedó muy impactada por su gesto y unos años más tarde (se habla de principios de los 90) se convirtió al cristianismo pentecostal. La Mowatt sigue siendo hoy una de las testigos oculares del itinerario de fe de Bob Marley.
Sorprende inevitablemente la conversión, a las puertas de la muerte, de un cantante que fue el icono y difusor de la creencia rastafari, una especie de sincretismo religioso muy arraigado en Jamaica que une elementos procedentes del cristianismo ortodoxo y del animismo, profusamente acompañado del consumo de la marihuana.
Bob Marley, un icono que, con razón, sigue irradiando su poder aunque han pasado casi 34 años del día de su muerte prematura. En muchos aspectos "Tuff Gong", el sobrenombre que se había ganado en las calles de Trenchtown, el gueto de Kingston, es una figura única en la historia musical y no sólo en el siglo XX.
Hijo de un padre blanco y de una chica negra, de "media sangre" discriminado se convirtió en un líder político y espiritual para Jamaica, fue la primera superestrella de la música del tercer mundo. Es difícil encontrar en las crónicas de la música popular un personaje que haya logrado transmitir ese mensaje de hermandad y de paz.
Marley llevó a cabo con el Reggae una operación comparable a la obra de evolución y popularización llevada a cabo por los Beatles con el pop: por abreviar, el mundo descubrió y amó el Reagge gracias a él, a su habilidad para fundirlo con otras músicas, a su extraordinaria capacidad de convertirlo en un lenguaje universal e inmediatamente comprensible a todos.