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Walesa, la esperanza de un pueblo

Carlos Aguilera - publicado el 06/02/15

Una película que ayuda a hacer memoria

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Hace poco días fue la Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto y dentro de nada será el 30º aniversario de la caída del muro de Berlín; son noticias que se cuelan como una más en los informativos diarios. Hoy las noticias se consumen pero no siempre dejamos que nos afecten; muchas veces con un “me gusta” en Facebook saciamos toda nuestra implicación.

Quizás estamos cansados con nuestro presente como para mirar más realidades… Pero ¿es que tienen algo que decirnos a las nuevas generaciones que hemos nacido bien lejos de aquellas injusticias? Por ejemplo, ¿qué relación existe entre un movimiento popular polaco llamado “Solidaridad” de hace ya unas décadas y la aparición de nuevas realidades políticas en nuestro país, en Europa?

Del aclamado director Andrzej Wajda (Katyn, Danton), la película Walesa, la esperanza de un pueblo nos cuenta la apasionante vida de Lech Walesa, ganador del Premio Novel de la Paz, fundador del sindicato Solidarnosc en Polonia y padre de seis hijos. La historia de un hombre marcada por unos acontecimientos que en 1970 llevaron a Polonia a una revolución pacífica.

Lech Walesa pasó de ser un sencillo electricista católico, ocupado en su rutina diaria, a ser un carismático líder sindical y un reconocido político. La película se centra también en la lucha contra la dictadura comunista que gobernaba Polonia desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Este discutido personaje, no exento de defectos, fue la voz de millones de personas consiguiendo transformaciones esenciales en su país. Supo reconocer toda la rabia y necesidad contenida de un pueblo, abrazarla y guiarla.            

Contado desde un formato entre documental y televisivo al estilo de Popieluszko (Rafal Wieczynski, 2009), la película decae en ocasiones aunque consigue mantenerse gracias a unas interpretaciones dignas, especialmente de la actriz Agnieszka Grochowska que interpreta a la mujer de Lech Walesa, y al equilibrio que hace el director entre narrar los hechos históricos y contarnos la vida familiar del protagonista.

La estructura de la película gira en torno a la conocida entrevista que le hizo la periodista Oriana Fallaci al propio Lech Walesa. Vale la pena rescatar una de las frases del propio Walesa: “Cuando uno aprende a controlar su rabia, puede controlar la de un pueblo.” Pero ¿qué significa eso exactamente? ¿qué tiene que ver mi enojo personal con el hecho de dirigir a un grupo de personas? ¿cómo se hace eso? ¿cómo se controla la rabia o cómo hacer para transformarla? ¿basta con pensar en otra cosa, basta con distraerse?

Pensemos en nosotros mismos, cuando nos alteramos con o sin razón, ¿a dónde dirigimos ese impulso de rabia o enojo?; pensemos también en el Papa Francisco y en la naturalidad con la que dice que si alguien se metiera con su mami  podría esperarse un puñetazo como respuesta.

Y este es el punto más interesante: esa agresividad, esa rabia, ese enojo, ¿quién los abraza? ¿quién guía esas emociones, esos impulsos? ¿quién nos ayuda a gestionarlos para que no se vuelvan contra nosotros? ¿qué nos dicen de nosotros mismos y qué tienen que ver con los movimientos populares a los que queramos formar parte? ¿sabemos qué hacer con ellos o precisamente acudimos a dichos movimientos populares, redes sociales, adicciones (sexo, drogas, alcohol, trabajo,…) buscando una compensación? Esa rabia, ese enojo, esos impulsos son expresiones de un grito hondo que clama por un significado… ¿Quién se atreve a liderarlos?

Y aquí es donde entra la religiosidad en la película. Hay dos momentos en donde ante una circunstancia, llamémosle pre-violenta, se opta por un acto religioso, por celebrar una Misa, como si fuera la forma más adecuada para ordenar o canalizar tanta rabia e injusticia contenida; personal y la de todo en pueblo, el polaco.

Uno de esos momentos es cuando Lech opta por celebrar una Misa, convirtiendo una huelga en un pueblo en petición, y evitando así una acción policial violenta con las consecuencias terribles que tendría… Y el otro momento es cuando Walesa se entera de que están repartiendo octavillas con mensajes falsos firmados por Solidarnosc con intención de desacreditarles. Se ve bien cómo nace en él la impotencia, la rabia y las ganas de vengarse…

Y de ese plano se pasa a uno donde justo se están encendiendo las velas para poder celebrar la Eucaristía… De esta forma nos muestra en acto, a través de la humanidad de Lech Walesa y del pueblo polaco, por qué es pertinente ser religioso; porque da respuesta a su humanidad, a ese grito hondo cargado de rabia y enojo.

No obstante, la película no es explícita en el desarrollo de esta religiosidad en la persona de Lech Walesa aunque sí lo apunta. De esta forma quizás la abre a un mayor público objetivo que probablemente no comprenda bien, con tanta suavidad, la importancia que tuvo el  catolicismo durante el proceso. Por otro lado, también aparecen otras referencia religiosas como: la Virgen Negra de Czestochova, cómo los presos (y algún comunista) se arrodillan ante la imagen televisiva del Papa, el rosario al cuello de Walesa o su pin de la Virgen…

Pero, ¿por qué recurren a lo religioso? Es como si Lech y la gente de Solidarnosc, como si todo el pueblo polaco lo llevaran en su historia grabado… Esto recuerda a Karol Wojtyla cuando optó por la palabra frente a las armas para combatir la invasión nazi y mantener viva la cultura polaca (teatro rapsódico); como si hubiera sido la mejor arma disponible en aquel momento.

Años después, ya convertido en Papa, Juan Pablo II abrazaría el movimiento Solidarnosc y lo apoyaría con el dolor del que ve a su pueblo sufrir, bajo un sistema político que oprime a los ciudadanos y los ahoga con maniobras legales y confusión.

La aparición de nuevos rostros dentro del panorama político nos hablan de una nueva época para España y para otros países de Europa. Pero, ¿podemos correr el riesgo de buscar tan solo “soluciones” en el novedoso presente? o ¿dejamos también un espacio para hacer bella y sana memoria del pasado?

Tags:
cine
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