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Separados por siglos de prejuicios, unidos por la Virgen

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Enrique Chuvieco - publicado el 05/02/15
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Payos y gitanos se hermanan en la romería anual a la “Majari Kalí”El «caló» se habla y se canta en una de las romerías menos conocidas en España que se celebra en el pueblo cordobés de Cabra en honor de la “Majari Kalí”, como se denomina a la Virgen Gitana. Es el homenaje que gitanos venidos de distintas partes del país y del extranjero dan a la Madre de Dios y que en 1999 fue declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional.

Cada tercer domingo de junio, tiene lugar desde 1969 este encuentro singular, en el que también participan payos, para honrar a la patrona de Cabra, ciudad situada prácticamente en el centro de Andalucía. En cita casi obligada para los gitanos españoles, los romeros marchan hacia la localidad para acampar en sus proximidades y celebrar a su patrona durante el fin de semana con cantes, palmas, bailes y ofrendas florales.

Tradición recurrente desde hace más de cuatro décadas, sus actos centrales consisten en llevar a la “Majari Kalí” en procesión por todo el pueblo, cantarle la “alboreá” –canción de las bodas gitanas que exalta la virginidad de la mujer-, rezar el Rosario y asistir a la Misa.

Gitanos y payos, unidos

Por la buena convivencia que se produce entre payos y gitanos en esta romería a la Virgen, coronada como Virgen Gitana en 1988, Cabra y los egabrenses han sido reconocidos por estos últimos como primera ciudad de España en donde se da este hermanamiento, que favorece la unidad ejemplar entre ambos colectivos en tolerancia, respeto, integración y solidaridad.

Este encuentro anual, en el que es tradición que las mujeres rasguen las camisas a los hombres y tiren peladillas los asistentes, se entona el himno internacional caló, Gelem, gelem, y costaleros payos y gitanos  conducen a la “Majari Kalí” hasta su ermita, ubicada en la montaña.

Acompañados por el gentío, recorren el trayecto, salpicado de olivos, encinas y quejigos, y en medio de formaciones rocosas calizas que confieren al valle una gran belleza al estar situada Cabra en el Parque Natural de la Sierra Subbética. La ciudad destaca también por sus edificios históricos de los siglos XIII al XVII y por ser la cuna del escritor Juan Valera, del que se puede visitar su casa.

Con ser el encuentro más importante de gitanos y payos con la Virgen en toda España, a la “Majari Kalí” se la venera también en otros lugares como el colegio de la Madre Petra, de Torrent (Valencia), gracias a una talla del escultor valenciano José Luis Vicent, dedicada al culto desde 1978 y que el entonces obispo de Valencia y ahora arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, bendijo en 2010.

Otro de los homenajes a la Virgen Gitana ocurrió en 2004 cuando romeros de varios lugares de Levante y Aragón se desplazaron con una imagen de la “Majari Kalí” al santuario de Torreciudad, situado en las estribaciones del Pirineo oscense.

La Iglesia, madre de gitanos y payos

La convivencia entre payos y gitanos no ha sido fácil desde que en el año 1425 estos últimos llegaran a España. Con todo, la Iglesia católica y sus pastores han favorecido y favorecen el acercamiento y la convivencia entre unos y otros. Juan Pablo II instaba a ambos colectivos a “contribuir con el ejemplo personal, la coherencia de vida y la colaboración en las diversas actividades del apostolado gitano a instaurar el reino de Cristo, único salvador“. En 1965, Pablo VI afirmó al pueblo romaní que “vosotros estáis en el corazón de la Iglesia”, tras publicarse el documento “La Iglesia Española y los gitanos”.

Más recientemente, el papa Francisco pidió a los responsables de la pastoral gitana que fueran “para ellos el rostro acogedor y alegre de la Iglesia”, porque “los gitanos se encuentran en las periferias de nuestra sociedad. Asumamos el desafío de darles a conocer a Jesucristo. ¡El pueblo gitano tiene sed de Dios!”

Pastoral Gitana

En 2003, Ciriaco Benavente Mateos, obispo de la diócesis de Coria-Cáceres, participó en el V Congreso Mundial de la Pastoral de los Gitanos, que se celebró en Budapest (Hungría), organizado por el Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes. En él los más de 150 participantes trabajaron el texto de Juan Pablo II Novo Millennio Ineunte para promover la situación de los gitanos en la sociedad actual, y del compromiso de la Iglesia y de la sociedad para con este pueblo.

En distintas actuaciones se plasman los planteamientos de la pastoral gitana en las diócesis españolas, que tienen como marco los siguientes criterios de la Conferencia Episcopal Española:

“1º.- Priorizar una evangelización misionera, fomentando el anuncio explícito de Jesucristo desde la palabra, el testimonio de vida y el compromiso transformador. Evangelización que reivindica la vocación samaritana, el testimonio de misericordia y la expresión de una decidida conciencia de proximidad, afectiva y efectiva, con gestos significativos que generen espacios de libertad y de dignidad.

2º.- Sigue siendo importante la formación de agentes de pastoral gitana, el fomentar para ello procesos formativos que cuenten con la realidad desde la perspectiva de unas identidades muy definidas y de un mundo cambiante. Es un motivo de alegría el contar con vocaciones gitanas al sacerdocio y a la vida
consagrada.

3º.- Seguir planteándose el camino litúrgico de cara a la comunidad gitana, teniendo siempre en cuenta que la dignidad de la liturgia no está reñida con la introducción de elementos propios de su cultura (existe un “Misal para la celebración del Sacramento del matrimonio en lengua gitana”).

4º Se impone una pastoral que tenga en cuenta el sentido de los ritos, de la vida y de la muerte en clave gitana, de la alegría, del dolor y de la fiesta. Que sepa emplear una metodología narrativa en sus programaciones catequéticas, marcadamente bíblica, el talante emotivo, la expresión corporal, donde la espontaneidad tenga lugar, como en el flamenco, a través del grito, el canto y la danza.

5º.- Promover una pastoral que facilite la integración eclesial con sus diferencias ya expresadas, impulsando la participación de los propios gitanos en las estructuras parroquiales y diocesanas. A la vez, estimular a las familias,
comunidades eclesiales y centros educativos de la Iglesia para que eduquen en los valores de la cultura gitana y en el conocimiento de la misma, en el respeto a la diferencia, en la tolerancia y en la atención a los más débiles”.

Plasmar los criterios expuestos y el compromiso cristiano de ambos colectivos avanzarán en las relaciones, difíciles en muchas ocasiones. Tomar el ejemplo de lo que sucede cada año en Cabra, es un buen ejemplo de que católicos gitanos y payos son hijos de un mismo Padre y tienen una madre común, la “Majari Kalí”, a la que también devocionaba en secreto uno de los gitanos más internacionales, Peret, según las Hermanas del Culto Gitano Católico que, tras la muerte del cantante, le daban las gracias y pedían al beato Ceferino Giménez Malla y al tío Pele que intercedieran ante Dios para que le tuviera en su gloria.

 

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