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“Casas de pique” atemorizan a pobladores de puerto colombiano

Houses on stilts in Buenaventura, Valle del Cauca department, Colombia – es

AFP PHOTO / LUIS ROBAYO

A fisherman paddles his canoe next to a house on stilts in Buenaventura, Valle del Cauca department, Colombia, on March 25, 2014. Buenaventura, Colombia's main seaport on the Pacific coast, has been wreaked by a strong wave of violence for several months caused by disputes over the control of the region between criminal gangs, which ended up with the militarization of the area last week. In 2013 Buenaventura registered a rate of 49.6 homicides per 100 thousand inhabitants, above Colombia's average of 31 per 100 thousand, according to figures given by the Office of the Ombudsman. AFP PHOTO / LUIS ROBAYO

Monica Ibáñez Sarco - publicado el 04/02/15

Buenaventura, acechada por la barbarie

El 2015 empezó con un panorama desolador para los pobladores de Buenaventura. El hallazgo de dos cuerpos mutilados ha traído al presente la crueldad de las aterradoras “casas de piqué”, inmuebles ubicados en distintos barrios del puerto que son destinados para desmembrar personas, torturándolas para luego asesinarlas.

Buenaventura es una ciudad del departamento del Valle del Cauca. Es considerada el principal puerto colombiano en el Océano Pacífico puesto que es por donde entra y sale el 60% de la economía del país. Tiene aproximadamente 430.793 habitantes que están distribuidos en un 90% en el caso urbano y un 10% en la zona rural.

Este puerto por su importancia para el comercio y su ubicación ha sido un territorio de mucho conflicto. Dos de las más grandes bandas criminales de narcotráfico: el clan Úsuga (antes los urabeños) y la Empresa se disputan durante años el dominio territorial. Son los miembros de estas bandas quienes cobran traiciones e infunden terror entre los pobladores. Los secuestros y crueles torturas son parte de su metodología para expresar su grado de poderío. A raíz del hallazgo de estos dos cuerpos mutilados a inicio del año, el jefe de la policía ha declarado para la prensa de la ciudad: “Se trata de acciones de las bandas que quieren recuperar el control del territorio”.

La historia

Los narcotraficantes, paramilitares y guerrilleros siempre se han disputado desde hace varios años el “gobierno” de Buenaventura. En un inicio quienes mandaban eran los narcotraficantes junto con la guerrilla; ya en el 2000 un grupo de paramilitares formó el Bloque Calima imponiendo su poder e instaurando terror por medio de masacres, torturas, asesinatos, lo que generó cierto desplazamiento forzoso para algunos habitantes. Fue en este contexto que empezaron a surgir algunas bandas en los barrios para ejercer control y comercializar droga.

La Empresa, banda criminal que surge luego de la desmovilización del Bloque Calima, se apoderó en buena parte del gobierno en los barrios y del comercio ilícito.  Es en el 2012 cuando el clan Úsuga intentó tomar el puerto por la fuerza. Al mando de nuevos jefes con experiencia en los distintos carteles del país se propuso la tarea de apoderarse del puerto aprovechando su posición estratégica y la rentabilidad del negocio. Orlando Gutiérrez, alias el Negro Orlando, fue el primer responsable y adoptó como aliados a Héctor Mario Urdinola, alias Chicho, y Greylin Fernando Varón, alias Martín Bala. Estos empezaron con la guerra que se vive en el Valle del Cauca. No sólo en Buenaventura sino en la capital del Departamento, Santiago de Cali.

Luego de una masacre en el 2013 cayeron varios jefes, intensificándose así la guerra con la Empresa en Buenaventura. Fueron los mandos medios quienes empezarían a disputar el control practicando métodos crueles como los desmembramientos, asesinatos de enemigos sin dejar rastro alguno. Fue en ese año, 2013, que se sacó a la luz la existencia de las “casas de piqué” a pesar de encontrar la negativa de las autoridades locales quienes no aceptaban su existencia. El año pasado se encontraron pruebas de que se estaban descuartizando personas en lugares acondicionados para estas prácticas y luego echándolas al mar. Así empezó el terror en Buenaventura.

¿Un problema sin fin?

Son varias las personas que pertenecen a estas bandas incluyendo menores de edad. Es por esto que los habitantes del puerto han denunciado que sus niños y jóvenes trabajan como vigilantes, llevan encargos, portan armas y transportan drogas. Monseñor Héctor Epalza, Obispo de Buenaventura,  ha declarado a los medios locales: “El mayor problema afecta a los jóvenes, obligados por la fuerza a pertenecer a una pandilla. Los chicos son inducidos al consumo de drogas para tener más control de ellos, las chicas son violadas y acosadas sexualmente y luego otras bandas les ofrecen protección. Desgraciadamente la gente no presenta denuncia a la policía que se ocupa de la seguridad, pero que encuentra muchos límites en nuestra situación social”

Las autoridades locales han expresado que vienen haciendo un gran esfuerzo por darle tranquilidad a Buenaventura. El Coronel Marcelo Rusi, comandante de la Policía en Buenaventura ha manifestado que los esfuerzos se ven reflejados en las capturas de miembros de bandas criminales. Sin embargo, se deben unir esfuerzos para hacer un trabajo integral que transforme la vida social del puerto tan golpeado por la violencia. No se trata sólo de acabar con las “casas de piqué” y encarcelar a los criminales sino, concientizar a los pobladores, educar a los niños y jóvenes para que el problema social verdaderamente encuentre su término desde la raíz.

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