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Cómo ayudar a los niños a preparar su primera confesión

first sacrament of reconciliation, 11-year-old girl – es

Wojtek BUSS/CIRIC

Henry Vargas Holguín - publicado el 02/02/15

Hay que hacer todo lo posible para que el encuentro del niño con el perdón de Dios sea amable y deseable

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La primera confesión debe ayudar al niño a entender el proceso de admitir un pecado y la necesidad de poner orden en las cosas, de reparar los errores, de pedir perdón, de volver a establecer la amistad con Dios y con los demás.

Ayuda hablarle al niño de la primera confesión de manera positiva y alegre haciéndole ver que este sacramento no sólo ayuda a borrar los pecados, no sólo sirve para experimentar la misericordia de Dios, sino que también infunde en el alma la gracia divina.

Hay que hacer ver al niño que no debe temer que el sacerdote escuche sus pecados, pues no se los dirá a nadie ni le reñirá y que allí, en el sacramento de la confesión, los pecados desaparecen, se olvidan o mejor quedan destruidos por el amor de Dios.

El niño, poco a poco, también se dará cuenta de que Dios le regala consejos como buen padre a través del sacerdote para que le vaya bien y sea feliz.

Este sacramento sirve, incluso, para que el niño se desahogue con confianza y tranquilidad. Desahogarse es una necesidad psicológica de toda persona. El niño muchas veces está psicológicamente agobiado y siente la necesidad de desahogarse, de decir lo que siente.

Conviene al niño enseñarle a acusarse de la manera más natural, confesándose oralmente, de memoria y con sinceridad.

Sin embargo, lo esencial no está ahí, no está en una lista exhaustiva de pecados o de errores, sino más bien en insistir más sobre la contrición profunda del corazón por amor a Dios y el dolor de haberlo ofendido en los demás, así como en el propósito de no volver a pecar.

¿A qué edad hay que empezar a confesarse?

El cuarto Concilio de Letrán (año 1215), estipuló: «Todos los fieles deben confesar sus pecados al menos una vez por año, a partir de que tengan uso de razón».

Pero, ¿cuándo se tiene uso de razón? “El menor, antes de cumplir siete años, se llama infante, y se le considera sin uso de razón; cumplidos los siete años, se presupone que tiene uso de razón” (Can. 97,2).

Por tanto la Iglesia, en su sabiduría, ve necesario y oportuno que, desde los siete años de edad, los niños se confiesen, como mínimo una vez cada año o tan pronto haya un pecado mortal.

Y se pueden confesar porque a esa edad distinguen ya el bien del mal. No es necesario esperar a que se confiesen los niños a unos días previos o a unas horas previas a su primera comunión; es decir, no necesariamente hay que hacer coincidir la primera confesión con la primera comunión.

Un niño a esa edad ya sabe qué está bien y qué no. Pero ese discernimiento no llega súbitamente, es fruto de un proceso.

Es obvio que la edad de 7 años es sólo un punto de referencia  porque muchas veces  el uso de razón llega más temprano, en otros un poco más tarde.

Los padres de familia pueden aprovechar momentos de razón para enviar al niño a confesarse. En caso de duda puede ayudar a decidir el sacerdote mismo.

“Lavarse por dentro”

Una manera de que el niño entienda mejor la necesidad de la confesión es ponerle el ejemplo de la limpieza. Así como se lava la ropa y el cuerpo, también nos debemos lavar por dentro, lavar el alma.

Que los niños recuerden que Dios nos quiere ver cada vez mejores, cada vez más maduros, cada vez menos imperfectos, cada vez más santos. Y que los santos son los amigos de Dios. Y este sacramento de la confesión es importantísimo para lograr este objetivo.

El objetivo de enseñar a los niños sobre el pecado y el infierno no es para asustarlos sino para aceptar a Jesucristo y la importancia de ser amigos suyos.

Los niños deben entender que ellos a su manera, como todo ser humano, son pecadores; sin embargo, también deben entender que son obras maestras de Dios, y que Dios en el sacramento de la confesión ha hecho una forma de restaurar su obra maestra de la manera que Él quería y quiere que fuera.

¿Y después de la primera confesión?

Una vez se confiese por primera vez, es importante enseñarles a los pequeños a confesarse con alguna frecuencia y regularidad, para que vayan adquiriendo el hábito con naturalidad viendo su importancia.

Por eso tanto padres de familia, como catequistas y sacerdotes deben hacer todo lo que puedan para que el encuentro del niño con el perdón de Dios, tan importante en la vida, sea amable y deseable en sí mismo.

Ya se sabe que a los niños les gustan los superhéroes (en que también hay modelos para las niñas), los admiran, ven con emoción que luchan por la justicia contra los malvados.

Y las tiras cómicas enseñan que el bien siempre gana, que los superhéroes son más queridos cuanto más eficientes son en la lucha contra el mal.

Pues hay que hacer ver a los niños que cuando se confiesan luchan contra el mal, es como ser un pequeño superhéroe.

Le puede ayudar al niño ver a Dios como una especie de gran superhéroe a quien se le puede y se le debe ayudar a hacer de este mundo una realidad mejor.

No está del todo mal que el niño vea en Dios o en Jesús a su mejor superhéroe, a quien hay que imitar y seguir. Y es importante que los niños descubran que el arma de Jesús en lucha contra el mal es el amor.




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