La Constitución de la República de Níger, promulgada en 2010, establece la separación entre el Estado y la Religión, protege toda forma de fe y garantiza la libertad de religión y expresión de las creencias.
La ley prohíbe que los partidos políticos se basen en la afiliación étnica, regional o religiosa. Los grupos religiosos tienen que registrarse, pero se ha demostrado que esto no suele constituir un problema. No hay noticias de que se hayan rechazado solicitudes durante el período estudiado en este informe, que abarca hasta 2013.
La enseñanza religiosa está prohibida en la escuela pública. En 2007 se designó un ministro de Asuntos Religiosos, que tiene a su cargo todas las cuestiones relacionadas con el diálogo religioso en Níger, además de la representación de las posturas religiosas en relación con la política del Gobierno.
La pequeña comunidad católica del país, bajo el obispo de la capital, Niamey, es enormemente apreciada por su actividad en los ámbitos social y caritativo. La Iglesia católica gestiona varias escuelas infantiles, centros de atención médica (entre ellos una leprosería), colegios y orfanatos. Las relaciones entre los musulmanes y otras comunidades religiosas se caracterizan normalmente por un clima de convivencia pacífica.
Durante el período estudiado en este informe no se han producido cambios significativos en relación con la cuestión de la libertad religiosa.
Sin embargo, hay un problema social ingente en el ámbito de la vivienda, la alimentación y la integración de miles de refugiados de la guerra civil del vecino Mali. En total, unas 50000 personas han huido a Níger desde ese país, como consecuencia de la guerra que se libra allí.
El fundamentalismo islámico procedente de los países circundantes representa una amenaza creciente para la seguridad, las relaciones interreligiosas y, a largo plazo, con bastante probabilidad, para la libertad religiosa en Níger. Al Qaida, por ejemplo, ha realizado ataques deliberados contra los occidentales del país con la intención de secuestrarlos.
Al mismo tiempo, las organizaciones islamistas terroristas del norte de Nigeria, sobre todo Boko Haram y Ansaru, suponen un auténtico peligro. No se puede predecir cómo va a influir este fundamentalismo islámico sobre el desarrollo de Níger y del Sahel en general.