La Cuaresma está llegando a su fin.
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Creo que hemos entrado en una dinámica absurda, al menos en la red. Es la dinámica "el Papa habla – se ataca al Papa – de defiende al Papa" que se repite hasta la saciedad, casi desde el mismo momento en que un Papa es elegido. Compruebo perplejo que es en el mismo seno de la Iglesia donde la misma Iglesia se pone en evidencia. El escenario de "bloques" de opinión, inamovibles, susceptibles, desconfiados y llenos de soberbia, es un escenario que poco ayuda a este Cuerpo qie es la Iglesia, Madre de todos.
Igual que se dice que en todo español vive un entrenador de fútbol, podríamos decir que en muchos católicos vive un Papa que sabe más que nadie, con mayor formación que nadie, con mejor interpretación de la Palabra que nadie, con mayor fidelidad al Magisterio que nadie, más cercano a la Verdad que nadie y, por supuesto, con mayor claridad de cómo debe ser el sucesor de Pedro. El pecado de soberbia campa a sus anchas. Le hemos dejado la puerta abierta y ha entrado hasta la cocina.
Igual yo soy raro pero… nunca me he planteado si el Papa se equivoca o no. Y no me considero sometido ni esclavo. Yo, simplemente, hago un esfuerzo por escucharle, por escucharle a él, y a Cristo a través de él, sin titulares de por medio, y trato de sentirme interpelado por su gestos, sus palabras y sus enseñanzas. Yo sí creo, tengo la certeza, de que Dios cuida a su Iglesia y de que cada Santo Padre llega a aportar todo su ser en un momento concreto y distinto a los anteriores. No hay lugar a comparaciones, porque ni la Iglesia es la misma, ni mismas son las circunstancias, ni igual es lo vivido por cada cardenal elegido, ni mismos son sus dones ni sus enredos…
Todo esto nos da igual. Nos ponemos nosotros en el centro de referencia y pretendemos que el Papa gravite a nuestro alrededor. Nos repartimos los cromos y nos convertimos en "tiffosi" como si los Papas fueran equipos de fútbol. Están "los de Pedro", estásn "los de Pablo"… y cada grada enseña sus banderas, sus bufandas y entona sus cánticos. Parece claro que Jesús de Nazaret abandona la escena por momentos, desaparece, se volatiliza, pierde el centro.
Es hora de invitar a nuestra soberbia a irse de casa. Ya ha hecho demasiado daño. Es hora de hacer silencio. La Cuaresma será un buen momento para ello.
@scasanovam