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LIBERTAD RELIGIOSA EN Malasia: Prohibido decir “Alá” para referirse al Dios cristiano

300 Bibles are confiscated in Malaysia – es

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Ayuda a la Iglesia Necesitada - publicado el 28/01/15

El Informe sobre libertad religiosa de Ayuda a la Iglesia Necesitada, país por país

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Malasia es un país multicultural y multiconfesional habitado por 28,8 millones de personas, la mayor parte de las cuales profesan el islam, reconocido además como religión de Estado. El Gobierno fomenta la difusión del islam suní y cualquier enseñanza que se aparte de la doctrina suní oficial es ilegal; tampoco se permiten otras formas de islam. 

Aunque la Constitución garantiza teóricamente la libertad religiosa, el islam sigue siendo la religión oficial del la federación, además de ser (oficialmente) el credo de todos los ciudadanos de etnia malaya. Por ley, ningún miembro de la etnia malaya puede renunciar al islam.

Los musulmanes que viven en el país y no pertenecen a dicha etnia tienen que solicitar un permiso a los tribunales de sharía para convertirse a otra religión. Es extremadamente inusual que a alguien se le conceda ese permiso.

En todas estas cuestiones el Gobierno financia a los líderes e instituciones islámicas y mantiene un estrecho control para garantizar la estricta observancia del islam suní. 

El Gobierno prohíbe la publicación de cualquier texto que pueda fomentar la división o la discordia entre las diferentes razas y religiones, y llama con frecuencia a no discutir en público asuntos de naturaleza religiosa confesional, dada la índole extremadamente delicada de tales cuestiones.

Al mismo tiempo, tanto el partido en el Gobierno como los de la oposición han intentado ganarse al electorado más defensor del islam, como se ha visto en las elecciones políticas más recientes, las celebradas en mayo de 2013, utilizando mezquitas como telón de fondo de sus reuniones públicas y discursos políticos. 

El artículo 11 de la Constitución consagra, en teoría, la libertad de religión al manifestar: “Toda persona tiene el derecho a profesar y practicar su religión”, aunque al mismo tiempo confiere al Estado y al Gobierno federal la potestad de “controlar o restringir la difusión de cualquier doctrina o creencia religiosa entre personas que profesan el islam”.

También, en el artículo 3, expone que “el Islam es la religión de la Federación” y añade que el Parlamento puede emitir leyes que regulen los asuntos religiosos islámicos. 

Finalmente, el artículo 160 define al malayo como “persona que profesa la religión del islam…”. Así, aunque la libertad religiosa está garantizada en teoría (aunque con algunos límites), en la práctica queda sujeta a fuertes restricciones. Entre esas garantías se cuenta la libertad del individuo de elegir su fe, en lugar de que le sea impuesta por la ley y las tradiciones. 

Sin embargo, en términos generales, las relaciones entre los distintos credos están marcadas por la tolerancia, y el Estado también reconoce entre los días de vacaciones nacionales algunas celebraciones que no proceden del calendario islámico, por ejemplo las Navidades cristianas. 

La religión, la política, la etnia y la sociedad están profundamente ligadas y existen protecciones y salvaguardas incluso para las minorías religiosas, aunque a costa de que su poder e influencia sean mínimas en la vida pública de la nación.

Todo esto se hace en nombre de la estabilidad política, considerada el bien supremo que hay que mantener y al que hay que aspirar, incluso hasta el extremo de que valores garantizados por la Constitución, como la libertad de expresión, en la práctica están sujetos a fuertes restricciones.

Mientras que muchos departamentos del Gobierno siguen defendiendo una forma de islam inclusiva y tolerante, la libertad de religión está cada vez más limitada en la práctica. Los grupos de credos no islámicos tienen prohibido hacer proselitismo entre los musulmanes. 

Esta discriminación también llega a la comunidad musulmana chií, que en 2012 se convirtió en un objetivo de los medios de comunicación malasios (la mayor parte de los cuales están total o parcialmente en manos del Gobierno), y fue atacada: se les acusó de ser “infieles”, fuente de “enseñanzas desviadas” y de constituir una “grave amenaza”. 

Informaciones bien documentadas han registrado ejemplos de hostigamiento y discriminación contra cualquiera que expresa sus creencias personales, incluso respecto al culto religioso.

El Gobierno ha arrestado y condenado a quienes se desvían de la doctrina religiosa suní oficial, enviándoles a centros de “rehabilitación” en los que se les somete a clases intensivas de islam; en otros casos, ha encarcelado a quienes considera que han blasfemado o han expresado críticas hacia la doctrina oficial. 

Acontecimientos recientes 

En diciembre de 2012, el Gobierno de Kuala Lumpur eliminó las restricciones que pesaban sobre los cristianos que deseaban viajar a Tierra Santa (que entraban dentro del conjunto de restricciones sobre los viajes a Israel impuestos por el Gobierno). 

Esta ley llegó al final de una larga disputa sobre la cuestión entre el Gobierno y las minorías religiosas. Según la Federación Cristiana de Malasia, hasta ese momento existía un cupo de 700 visados y cada Iglesia sólo tenía permiso para enviar un grupo con un máximo de 40 plazas.

En carta del 28 de noviembre de 2012, el Gabinete del primer ministro, Nayib Razak, manifestó que a partir de ese momento dejaban de aplicarse las restricciones, aunque el permiso de estancia no puede superar los 21 días. 

En enero de 2013, Radio Vaticano informó de que el Departamento de Desarrollo Islámico de Malasia (Jakim) había amenazado con “quemar biblias”

Era la respuesta a la indignación suscitada por el hecho de que los textos sagrados y el semanario católico Herald utilicen el término “Alá” para referirse a Dios. El Jakim considera que “Alá” es un término que sólo el islam puede utilizar.

Después de que Ibrahim Alí, líder del grupo Perkasa (que defiende la supremacía del grupo étnico malayo) llamara a los miembros de su partido a quemar cualquier versión de la Biblia en lengua malaya, se distribuyeron folletos anónimos. Alí había presentado su propuesta cuando le llegaron rumores de que los cristianos estaban infringiendo las leyes islámicas y distribuían biblias en malayo a estudiantes musulmanes de Jelutong. 

En julio de 2013, durante el mes sagrado de ramadán, se produjeron nuevas muestras de intolerancia y discriminación hacia las minorías religiosas.

Según AsiaNews, niños no musulmanes de un centro de educación primaria tuvieron que comer en el pabellón de vestuarios y aseos mientras sus compañeros musulmanes hacían el ayuno de ramadán. El colegio en cuestión, el Seri Pristana, está situado a las afueras de Kuala Lumpur.

El mismo artículo también menciona el caso de una pareja china de Malasia acusada de infringir las leyes por haber enviado una felicitación online de Ramadán en la que parecían estar comiendo cerdo, prohibido por el islam. 

El joven poeta y escritor saudí Hamza Kashgari tuvo problemas con las autoridades por sus escritos, considerados sacrílegos, y fue considerado culpable de apostasía. Tal y como cuenta el Wall Street Journal, arrestado por las autoridades de Kuala Lumpur, en febrero de 2012 fue extraditado a Yeda donde le acusaron de blasfemia.

Lawyers for Liberty afirma que las autoridades malasias han violado las leyes internacionales al no permitir que Kashgary pueda pedir asilo político. Tras 20 meses en prisión, finalmente, fue puesto en libertad a finales de octubre de 2013. 

Controversia sobre el uso del término “Alá” 

La cuestión que ha puesto en el foco de atención el tema de la libertad religiosa en Malasia ha sido la controversia sobre el uso del término “Alá” para referirse al Dios cristiano, tanto en los medios de comunicación, como en los escritos religiosos.

El asunto surgió por primera vez en 2008. A mediados de octubre de 2013, el Tribunal de Apelación decidió que los no musulmanes no pueden utilizar la palabra “Alá” para referirse a Dios, anulando así un fallo anterior del Tribunal Supremo del 31 de diciembre de 2009 favorable a los cristianos: el primer fallo suscitó gran oposición y llevó a los musulmanes a atacar iglesias y otros edificios religiosos.

Los jueces del Tribunal de Apelación alegaron que “el uso de esta palabra puede llevar a confusión a la comunidad”. 

El 21 de enero de 2015, el Tribunal Supremo de la Federación de Malasia desestimó el recurso presentado por la Iglesia católica por cuestiones de forma, sobre el uso de la palabra “Alá” como término para indicar a “Dios” en las columnas del semanario católico Herald

El Padre Lawrence Andrew, editor del Herald, periódico en torno al cual surgió la polémica, considera que "se trata de un retroceso en el desarrollo de la ley en relación con la libertad fundamental de las minorías religiosas”, añadiendo que en Indonesia y Oriente Medio la palabra “Alá” la utilizan tanto cristianos como musulmanes.

Pidió a los cristianos que “sigan rezando para que se haga justicia”, e insistió en que la Iglesia no se va a doblegar ante una sentencia injusta. 

Según el Gobierno, la prohibición de utilizar la palabra “Alá” sólo se aplica al semanario católico Herald y no al resto de las publicaciones cristianas, ni a la Biblia en malayo, llamada al-Kitab y de uso generalizado en los estados de Sabah y Sarawak. 

Sin embargo, en los días inmediatamente posteriores al veredicto del año 2013, se pudo comprobar la primera consecuencia práctica del mismo: a pesar de que el Gobierno había asegurado que el fallo sólo era aplicable al periódico el Herald, el 25 de octubre de 2013 funcionarios del Ministerio del Interior se incautaron de 2000 ejemplares de una carta de la archidiócesis católica de Kuala Lumpur. 

Los representantes del ministerio justificaron la confiscación precisamente por el fallo de los jueces, diciendo que era necesario verificar que la publicación fuese “conforme” a la sentencia y que “no hubiese un uso ilegítimo de la palabra ‘Alá’”.

En nota oficial, difundida a través de su página de Facebook, el ministro malasio del Interior confirmó la confiscación preventiva subrayando que “tras la inspección se ha comprobado que no se ha producido un uso ilegítimo… en la publicación” y por lo tanto se ha dado “luz verde” a su distribución. 

En noviembre de 2013, la Comisión para los Derechos Humanos de Naciones Unidas también condenó el fallo del tribunal e instó al Ministerio del Interior de Malasia a “tomar medidas inmediatas” para revocar el fallo y garantizar la libertad de opinión y de expresión del Herald

Conclusión: la libertad religiosa se ha seguido deteriorando. Respecto a la polémica por el término “Alá”, la comunidad católica ha sufrido graves ataques, tanto por parte del Gobierno como de los grupos extremistas islámicos. El islam sigue siendo la religión oficial del país y no se permite que los musulmanes de etnia malaya se conviertan a otra religión. En la práctica, a las minorías religiosas se les imponen limitaciones, restricciones y otras condiciones injustas. 

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