¿Corán y Biblia son equiparables? Sí y no. Para entenderlo de un modo sencillo, podemos decir que entre ambos pueden encontrarse conexiones y diferencias, tanto en el contenido como en la forma.
Sin pretender agotar el tema, podemos comenzar diciendo que ambas son Escrituras reveladas. Y en ciertos aspectos el contenido de esa revelación es similar y constante: adorar a un único Dios y someterse a Su voluntad. Corán y Biblia representan la cristalización de la palabra de Dios que “desciende” en épocas diferentes hasta los Profetas.
Adán, Noé, Abrahán, Moisés, Aarón, Jesús y María son figuras que aparecen también en el Corán, aunque sus “historias” no coinciden exactamente con las del relato bíblico.
La principal diferencia entre ambos textos en cuanto a la enseñanza se refiere a que la figura de Cristo es concebida de un modo muy distinto. En el Corán, Jesús se inscribe entre los grandes profetas, predecesor de Mahoma. En ningún caso se le reconoce como hijo de Dios. Por este motivo, el Corán califica a los cristianos de “asociadores”, ya que “asocian” al Dios único un Hijo de igual naturaleza. Del mismo modo, hay que entender las menciones al Espíritu Santo. Para un cristiano es Espíritu de Dios, expresión del amor existente entre el Padre y el Hijo. En el Corán, el Espíritu es una emanación divina, pero no forma parte de su misma naturaleza.
Para el Islam, el Corán es la palabra revelada de Dios. Y el Profeta Mahoma es sólo su transmisor. Porque esa palabra ha sido dictada íntegramente por Dios mismo. Para el cristiano, la Palabra de Dios es una persona, Verbo encarnado en Jesús, la Palabra de Dios hecha hombre, y no un libro. El Nuevo Testamento nos transmite esa Palabra viva por testimonio de los apóstoles.
Tamaño e historia
Los 114 capítulos (suras) del Corán fueron revelados a Mahoma en lengua árabe a lo largo de 23 años. En comparación con la Biblia, su extensión total equivale a cuatro quintas partes del Nuevo Testamento.
A diferencia del texto musulmán, la Biblia, como su nombre indicia, es un “conjunto de libros”, escritos en diferentes lenguas (hebreo, arameo y griego), por autores distintos, a los largo de unos mil años (900 aC – 100 dC). Del mismo modo, reúne géneros literarios muy variados (históricos, oraciones, poesía, etc.). La venida de Jesucristo es el acontecimiento que divide la Biblia en Antiguo (historia del pueblo hebreo) y Nuevo Testamento (vida, muerte y resurrección de Jesús).
El cristianismo acepta buena parte de la Biblia Hebrea como parte de su historia, mientras que los musulmanes creen que el contenido de ambos testamentos desfigura la revelación original.
Otra gran diferencia: cómo se leen
Católicos y musulmanes se acercan a sus textos sagrados de un modo muy distinto. Un católico se acerca a la Biblia como historia de salvación. El musulmán lo hace al Corán como “palabra eterna e increada”, y por tanto no debe ser alterada en lo más mínimo.
Ambos textos han sido traducidos a multitud de lenguas para hacer comprensible su contenido. Sin embargo, la diferencia radica en que, en los actos de culto, la Biblia sí se usa en la lengua propia de cada pueblo. El Corán sólo se usa en árabe, lengua de Dios. De ahí que sea tan importante la recitación del texto en dichos actos.
En cuanto a la interpretación de los textos también existen diferencias. Para los estudiosos musulmanes, estos comentarios (tafsir) se centran en la historia del texto. Resulta de vital importancia el orden de la revelación de cada sura. Es decir, el contexto en que fue revelada dentro de la vida del Profeta, ya que influye poderosamente en su interpretación. Generalmente estos comentarios incluyen varias interpretaciones posibles y sólo las ramas fundamentalistas priman una sola.
Para realizar estos comentarios, se han usado los hadith. El conjunto de tradiciones en las que algunos eruditos musulmanes (ulemas) basaron la historia y leyes islámicas. Un método muy utilizado es el estudio de la cadena de narradores (isnad), a través de los que fue transmitida la tradición.
A diferencia de esto, la exégesis bíblica se ha centrado en fijar los principios y normas que han de aplicarse en esta interpretación. Revelados por Dios pero compuestos por hombres, los textos bíblicos poseen dos significados distintos: el literal y el espiritual. Por tanto, resulta vital subrayar que su unidad radica en el espíritu que la inspiró y su lectura debe realizarse en el contexto de la tradición viva de la Iglesia.
Resulta muy importante tener en cuenta que los católicos debemos ser muy cuidadosos a la hora de realizar paralelismos simples entre ambos textos. Uniéndonos la creencia en un sólo Dios y teniendo un tronco común (Abraham) debe insistirse en que el conocimiento de sus diferencias es recomendable para no relegar aspectos cruciales de nuestra creencia. El aspecto fundamental radica en la figura de Cristo.