La confesión no es un “juicio” sino un “encuentro” con un Dios que perdona y olvida todo pecado a la persona que no se cansa de pedir su misericordia. Es el pensamiento de fondo de la homilía del Papa Francisco de la Misa del 23 de enero de 2015 en la Casa Santa Marta del Vaticano.
Es el “trabajo” de Dios, y es un trabajo “bello”: reconciliar. Porque “nuestro Dios perdona” cualquier pecado, lo perdona “siempre”, hace “fiesta” cuando uno le pide perdón y “olvida” todo.
Francisco reflexiona sobre el pasaje de Pablo a los Hebreos, en el que el Apóstol habla de manera insistente de la “nueva alianza” establecida por Dios con su pueblo elegido, y la homilía se convierte en una apasionada meditación sobre el perdón.
“El Dios que reconcilia”, afirma el Papa, elige mandar a Jesús para restablecer un nuevo pacto con la humanidad y el fundamento de este pacto es básicamente uno: el perdón.
Las características del perdón de Dios
Un perdón que tiene muchas características:
Y sin embargo, la duda que podría surgir en el corazón humano es sobre el “cuánto” está Dios dispuesto a perdonar. Pues bien, repite Francisco, basta “arrepentirse y pedir perdón”: “no se debe pagar nada”, porque ya “Cristo ha pagado por nosotros”.
El modelo es el hijo pródigo de la parábola, que arrepentido prepara un discurso que hacer a su padre, el cual no le deja siquiera hablar, sino que lo abraza y lo estrecha a sí.
Y otra cosa, continua explicando el Papa: cuando perdona, Dios “hace fiesta”. Y finalmente, Dios “olvida”. Porque lo que importa para Dio es “encontrarse con nosotros”.
Sacramento de la confesión
Y aquí, Francisco sugiere un examen de conciencia a los sacerdotes dentro del confesionario
Artículo publicado por la edición italiana de Radio Vaticano y traducido por Aleteia