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¿Qué es lo más importante en la amistad?

Cheerful group of friends – es

© Conrado

Felipe Aquino - publicado el 22/01/15

La amistad, cuya fuente es Dios, no se agota nunca, dicen los santos

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Alguien dijo que el amigo es algo especial que Dios inventó para cuidar de la gente. La Palabra de Dios dice que “El amigo fiel es un apoyo seguro; quien lo encuentra ha encontrado un Tesoro” (Eclo 6, 14).

Ahora, tesoro es aquello que nos enriquece. Entonces, el amigo es alguien que nos hace crecer, nos vuelve mejores.

He tenido muchos amigos en toda mi vida. ¡Cómo son diferentes las personas! Gracias a Dios, tenemos amigos de todo tipo: los graciosos, los intelectuales, los que nunca se animan, los que nos miman, los originales, los que necesitan cuidados, los que son capaces de cargarnos sea cual sea nuestro estado de ánimo, los que siempre están atentos, los que sólo muestran una pequeña parte de lo que son, los que siempre consiguen lo que quieren, los valientes, los que siempre tienen una noticia o una novedad para contar, los que entran en casa en cualquier momento, los que nos dan miedo, los organizados, los “flojos” de siempre, los protectores, los de lejos, los que no paran de trabajar, los que tienen delirios de grandeza, los que siempre están enrollados en algo, los que son capaces de hacer cualquier cosa para evitar que pasemos un mal rato, los que necesitan protección, los juguetones, los sorprendentes, los que nos hacen reír a cualquier precio, los tiernos, los que siempre nos están esperando…Quien busca un amigo sin defectos, se queda sin amigo.

¿Por qué es tan importante la amistad?

Ya en el Antiguo Testamento, en diversos pasajes, la Palabra nos revela varias enseñanzas acerca de la amistad: “El aceite y el perfume alegran el corazón, la dulzura del amigo consuela el alma” (Pr 27,9).

“El amigo ama en toda ocasión, el hermano nace para tiempo de angustia” (Pr 17,17).

“El amigo fiel es un apoyo seguro; quien lo encuentra ha encontrado un Tesoro” (Eclo 6, 14).

“Más valen dos que uno solo, pues obtienen mayor ganancia de su esfuerzo. Pues si cayeren, el uno levantará a su compañ̃ero; pero ¡ay del solo que cae!, que no tiene quien lo levante” (Ecl 4, 9-10).

“No abandones a tu amigo ni al amigo de tu padre; no entres en la casa de tu hermano el día de tu infortunio. Mejor es vecino próximo que hermano alejado” (Pr 27,10).

El mismo Jesús, Dios hecho hombre, necesitó de amigos, rió y lloró con ellos. Y quiso a través de ellos enseñarnos:

“Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer (Jn 15, 13-15).

Pero, ¿quién es el verdadero amigo? ¿Qué es lo más importante en una amistad?

En una verdadera amistad es necesario que ambos sean amigos y crezcan como personas humanas, por causa del otro.

Una amistad sin eso queda vacía, sin sentido. Y para eso hay muchas cosas importantes en una amistad. Antes que nada no puede haber rivalidad sino complementariedad; el amigo es aquel que completa al otro; le da lo que no tiene. No pueden haber celos, envidia, competencia, orgullo, arrogancia; eso destruye la amistad. Es importante que en este mismo tiempo se construya la confianza, el respeto, la tolerancia, el cariño.

 No siempre el que es indulgente con nosotros es nuestro amigo, ni el que nos castiga, nuestro enemigo. San Agustín dijo que “Son mejores las heridas causadas por un amigo que los falsos besos de un enemigo. Es mejor amar con severidad a engañar con suavidad”.

Los verdaderos amigos nos ayudan a crecer porque nos revelan lo que somos, son como nuestros espejos, a través de ellos nos podemos reflejar.

El amigo es aquel que comparte nuestro dolor, y el dolor compartido es dolor amenizado. Es necesario saber ser amigo.

Quien no tiene necesidad de nadie, tiene muchos amigos. Donde reina la amistad, no existe la necesidad. A mi esposa le gustaba decir que “vale más un amigo que dinero en la bolsa”.

Lo que hace crecer al amigo es la fidelidad; ella es el alma de la verdadera amistad. Se dice que dos amigos inseparables fueron a la guerra juntos. En un combate, uno de ellos fue herido gravemente y, sin que el otro se diera cuenta quedó tirado. Cuando el primero miró hacia la trinchera, se dio cuenta que el amigo no había vuelto al refugio.

“Mi amigo aún no ha regresado del campo de batalla, señor. Solicito permiso para ir a buscarlo” – dijo el soldado a su superior.

“Permiso denegado”, respondió el oficial – “No quiero que usted arriesgue su vida por un hombre que probablemente está muerto”.

El soldado, ignorando la prohibición, salió, y una hora más tarde regresó mortalmente herido, transportando el cadáver de su amigo. El oficial estaba furioso.

“¡Te dije que él ya estaba muerto! ¡Ahora, por causa de tu indisciplina, he perdido a dos hombres! Dígame, ¿valió la pena ir hasta allá para traer un cadáver?”. Y el soldado, moribundo, respondió: “¡Claro que sí, señor! Cuando encontré a mi amigo, él aún estaba vivo y me pudo decir: “¡Tenía certeza que vendrías!”.

“Un amigo es aquel que llega cuando todo el mundo se ha ido”.

Para que el amigo crezca es importante saber entenderlo, incluso siendo muy diferente de él.

Ellos nos ayudan en los momentos difíciles… Podemos olvidarnos de aquel con quien reímos mucho, pero nunca olvidaremos a aquel con quien lloramos. El lazo de la tristeza es más fuerte que el lazo de la alegría. En la prosperidad los verdaderos amigos esperan ser llamados; en la adversidad, se presentan espontáneamente. En la sequía, se conocen las buenas fuentes, en la adversidad, los buenos amigos.

El amigo nos hace aprender. Es quien sabe todo respecto a mí y me quiere a pesar de todo. Sé amigo de quien te puede enseñar muchas cosas, incluso cuando tenga que decirte verdades amargas. Es quien te acepta como eres, y no se cansa de tus defectos.

El amigo crece cuando sabes guardar sus secretos, enjuga tus lágrimas, evita tus caídas, sabe interpretar tu mirada y respetar tus silencios sagrados.

Para hacer que tu amigo crezca es necesario crear un desierto interior y aceptar que el amigo lo habite. El otro crece cuando hablas más de lo que le interesa que de lo que te interesa. Entonces él te hará muchas confidencias.

El combustible de la amistad es el diálogo, el intercambio sincero de ideas; no la discusión que es una lucha entre dos hombres. Para ayudar al otro a crecer es mejor no demostrar que está equivocado, sino ayudarlo a descubrir la verdad por sí mismo.

Si quieres hacer crecer a tu amigo, comienza por amarlo sinceramente. El otro tiene la tendencia de ser aquello que tu piensas y dices que él es. El elogio sincero tiene un poder mágico de hacer al otro crecer. Si quieres que el otro progrese, felicítalo sinceramente. Evidenciar los dones del otro es hacerle descubrirse y crecer.

El amigo verdadero es quien saber mirar sin envidia nuestra felicidad. El mayor esfuerzo no debe ser el de mostrar nuestros defectos a un amigo, sino hacer que él vea los suyos. El mayor bien que podemos hacer al amigo es llevarlo a descubrir sus riquezas. No dudes en ensuciarte para sacar a un amigo del lodo.

La amistad, cuya fuente es Dios, no se agota nunca, dicen los santos. Nunca desistas de ayudar a tu amigo a vencer una batalla; no hay ni habrá nadie que haya caído tan bajo que esté fuera del alcance del amor infinito de Dios y de nuestra ayuda.

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