Para muchos jóvenes, si lograran descubrir la vida consagrada, sería un regalo impensable, dice obispo colombianoEl pasado 30 de noviembre de 2014 la Iglesia Universal se unió en oración al Papa Francisco quien dio apertura al Año de la Vida Consagrada.
Se trata de un tiempo especial de gracia para la Iglesia en la que se busca reflexionar sobre el don de esta vocación y el testimonio de quienes responden con generosidad y le consagran su vida a Cristo.
Fue en una reunión con Superiores de distintas comunidades masculinas donde el Santo Padre dio a conocer la intención de convocar a este año jubilar. Días después, el Cardenal João Braz de Aviz, Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, junto a Monseñor José Rodríguez, secretario del Dicasterio, presentaron de manera oficial el Año de la Vida Consagrada 2015.
El Cardenal Braz señaló tres objetivos que valen la pena recordar:-se celebran los 50 años del decreto conciliar “Perfectae Caritatis” y se quiere que este año sea una ocasión de recordar con memoria grata este pasado reciente, –que los consagrados y consagradas abracen “al futuro con esperanza”, conscientes de que el momento actual es ‘delicado y fatigoso’ y que la crisis que atraviesa la sociedad y la misma Iglesia toca plenamente a la vida consagrada” y -‘vivir el presente con pasión’, … será un momento importante para ‘evangelizar’ la vocación propia y dar testimonio de la belleza de la ‘sequela Christi’ en las múltiples formas en que se desarrolla nuestra vida.
La Iglesia en Colombia viene desarrollando distintas iniciativas pastorales y en comunión con Roma se vive este año con inmensa alegría y un corazón agradecido por el don de la vida consagrada.
Monseñor Gonzalo Restrepo Restrepo, pastor de la Arquidiócesis de Manizales, inició el 2015 con un artículo para la Conferencia Episcopal de Colombia sobre el tesoro que es la vida consagrada para la Iglesia. Haciendo referencia al año convocado por el Santo Padre dijo: “Dedicarnos significa no sólo colocarnos la meta de conocer y saber mucho sobre esta insigne vida, sino también hacer una revisión de esta vida para que ella sea más auténtica y se adecúe mejor a las necesidades de la Iglesia y del mundo actual. Es una maravillosa invitación que, además, debemos aprovechar para intensificar nuestra oración por las vocaciones a la vida consagrada.”
Un verdadero tesoro para la Iglesia
El mundo de hoy entiende poco sobre la vida consagrada. Hay muchos que consideran que es una pérdida de tiempo, una profesión que no da estabilidad económica, un refugio que consiente cierta pasividad frente a la situación del mundo, un nuevo invento de la Iglesia. Muchas opiniones y poco acertadas.
La vida consagrada no es un invento humano, y tampoco es una vocación reciente. Desde los inicios de la Iglesia, muchas han sido las personas que descubriendo el llamado del Señor, lo han dejado todo para seguirlo y anunciar con su vida la Buena Nueva. Se trata de una vocación que exige un corazón noble y un confiar la vida en manos de Dios, quien da la gracia y sostiene la fidelidad.
Monseñor Restrepo considera que ha sido y es tan importante la vida consagrada para la Iglesia que “siempre, el Magisterio de la Iglesia y los Sumos Pontífices han colocado todo su interés en la promoción de la vida consagrada, tanto de quienes se dedican a vivir en comunidad como de quienes se sienten llamados a vivir solos en una vida “eremítica y de alta contemplación”.”
Es el aporte de cada vida consagrada a la misión de la Iglesia lo que la constituye como un tesoro invalorable. “La vida consagrada, se constituye en un verdadero tesoro para la Iglesia. Es un llamamiento que el Señor hace a algunas personas para que por medio de la práctica de los consejos evangélicos, dediquen toda su vida a cultivar la santidad en sus vidas y a proclamar el Reino de Dios y a sembrarlo en el corazón de los hombres.”
Una vida que enamora
El horizonte para este Año dedicado a la Vida Consagrada es el de renovar las comunidades e irradiar con fuerza la alegría que trae seguir al Señor más de cerca, viviendo cada carisma con fidelidad. Alegría que contagia y despierta el llamado en aquellos que han sido convocados por Dios para entregar sus vidas.
Dice Monseñor Restrepo: “Para muchos jóvenes, si lograran descubrir la vida consagrada, sería un regalo impensable. Basta que se los hagamos conocer y tengamos la forma de hacerlos enamorar de ella. Cuando uno se enamora de la vida consagrada ya no encuentra otra felicidad mayor y su vida se armoniza, se equilibra y se centra en lo definitivo que hay en nuestra existencia: “Buscar a Dios” y estar convencidos que “Sólo Dios basta”, como decía Santa Teresa de Jesús.”
Finalmente, Monseñor Gonzalo Restrepo expresó su profundo deseo para este año jubilar: “Ojalá que este año dedicado a la “Vida Consagrada” lo aprovechemos y sepamos acoger las gracias que Dios nos va a prodigar a través de él. Será un año de oración, de renovación, de cambio, de reconciliación, de unidad y de fortalecimiento de nuestra vida consagrada dedicada por entero al “Señor de los señores”.