Ecclesiam Suam. Publicada el 6 de agosto de 1964, es quizá menos citado que otros, pero su interés radica en la orientación general que se le otorga al
diálogo como instrumento privilegiado de acercamiento a los hombres y testimoniar a Cristo. Es, en definitiva,
la forma que tendrá la Iglesia de hacerse presente en el mundo:
La Ecclesiam Suam es muy interesante también porque se publicó un año antes de la Nostra Aetate, la gran declaración del Concilio sobre la Libertad Religiosa y sobre el diálogo con las demás religiones, que marcaría un antes y un después en la historia religiosa del mundo.
El interés de la Ecclesiam Suam es que en ella Pablo VI explica el modo del diálogo de los cristianos con el mundo: el diálogo es la forma de la relación de la Iglesia con el mundo, a imitación del diálogo que Dios mismo mantiene con el hombre durante toda la historia de la salvación.
Este diálogo se produce de forma distinta dependiendo del interlocutor, y allí el Papa distingue tres círculos bien definidos: en el primer círculo, el diálogo se basa en los valores meramente humanos, pues "nada de lo humano" es ajeno a la Iglesia. Nadie está excluido de este diálogo, tampoco los ateos, "a no ser que él mismo se excluya" (ES 35). El gran tema de diálogo en este círculo es la paz y los derechos humanos.
El segundo círculo está constituido por los que creen en Dios, y en él se encuentran sobre todo las dos grandes religiones monoteístas: el judaísmo y el islam. El tercero lo constituyen los que no sólo creen en Dios, sino también en Cristo, y en él se inscribe el diálogo ecuménico.
el diálogo no es confusión ni identificación. Es decir, la sinceridad y validez de ese diálogo también estriba en reconocer lo que nos diferencia, sin que ello impida el acercamiento:
“Pero no queremos negar nuestro respetuoso reconocimiento a los valores espirituales y morales de las diversas confesiones religiosas no cristianas; queremos promover y defender con ellas los ideales que pueden ser comunes en el campo de la libertad religiosa, de la hermandad humana, de la buena cultura, de la beneficencia social y del orden civil".
Pablo VI incluye también un nuevo concepto: el de reciprocidad: "
En orden a estos comunes ideales, un diálogo por nuestra parte es posible y no dejaremos de ofrecerlo doquier que con recíproco y leal respeto sea aceptado con benevolencia”.