Las historias de los náufragos que se dirigieron a Dios pidiéndole que salvara sus vidasConfiarse a la oración, apelar a la Providencia Divina, invocar la ayuda de Dios. En la tragedia de la Norman Atlantic, el denominador común en muchos de los náufragos fue el llamamiento desesperado al Señor para que salvara sus vidas.
El primero en hacerlo fue el comandante Argilio Giacomazzi, como él mismo atestiguó a los periodistas que le habían visitado en su casa de La Spezia. “Habría querido traer a todos a casa – dijo – pero no me llaméis héroe. Sólo hemos hecho todo lo posible con la ayuda del buen Dios” (Corriere Tv, 1 enero).
Leonidha Ndreu, conductor de camiones de nacionalidad albanesa residente en Forlì, estaba en cambio en la barca que se volcó en el mar. El hombre, junto a los que estaban con él, acabaron en el agua.
“Vi la luz – contó – y nadé en esa dirección. Volví a salir, agarrándome a una cuerda de la barca, como hicieron los demás. Tenía miedo de morir, pero no me dejé vencer por él. Recé y Dios me ayudó. Permanecimos en el mar más de dos horas y al subir al helicóptero, pensé que lo peor había pasado” (Forli Today, 30 diciembre).
“Descubrí a Dios durante el Apocalipsis”
Gianluca Assante, en una entrevista a Il Mattino (1 enero), recordó su dramática experiencia. Cuatro horas en el mar, al vaivén de las olas, entre relámpagos, truenos, un mar alto como una montaña, fue rescatado a 14 millas de la zona del incendio.
“Descubrí la espiritualidad y la grandeza de Dios en el apocalipsis de la naturaleza desencadenada. Dios, sálvame – le invoqué – Quiero volver a ver a mi familia, a mi mujer, a mis hijos, a mis padres, a mi hermana. Y el Señor escuchó mi oración. Para Dios nada es imposible”.