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Lectio Divina: Domingo de la Sagrada Familia

La Sagrada Familia. Murillo

© Waiting For The Word

Fundación Ramón Pané - publicado el 28/12/14

Una guía práctica cada día para orar con la Escritura hasta Navidad

Invocación al Espíritu Santo:
Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.
Amén

TEXTO BIBLICO: Lucas 2, 22-40
«Mis ojos han visto tu salvación»


   2,22: Y, cuando llegó el día de su purificación, 2,23: de acuerdo con la ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para presentárselo al Señor, como manda la ley del Señor: Todo primogénito varón será consagrado al Señor; 2,24: además ofrecieron el sacrificio que manda la ley del Señor: un par de tórtolas o dos pichones.
  2,25: Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y piadoso, que esperaba la liberación de Israel y se guiaba por el Espíritu Santo. 2,26: Le había comunicado el Espíritu Santo que no moriría sin antes haber visto al Mesías del Señor. 2,27: Conducido, por el mismo Espíritu, se dirigió al templo.
   Cuando los padres introducían al niño Jesús para cumplir con él lo mandado en la ley,2,28: Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
  2,29: —Ahora, Señor, según tu palabra,
   puedes dejar que tu sirviente muera en paz
  2,30: porque mis ojos han visto a tu salvación,
  2,31: la que has dispuesto ante todos los pueblos
  2,32: como luz para iluminar a los paganos
   y como gloria de tu pueblo Israel.
  2,33: El padre y la madre estaban admirados de lo que decía acerca del niño.
  2,34: Simeón los bendijo y dijo a María, la madre:
   —Mira, este niño está colocado de modo que todos en Israel o caigan o se levanten; será signo de contradicción y así se manifestarán claramente los pensamientos de todos. 2,35: En cuanto a ti, una espada te atravesará el corazón.

  2,36: Estaba allí la profetisa Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era de edad avanzada, casada en su juventud había vivido con su marido siete años, 2,37: desde entonces había permanecido viuda y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del templo, sirviendo noche y día con oraciones y ayunos. 2,38: Se presentó en aquel momento, dando gracias a Dios y hablando del niño a cuantos esperaban la liberación de Jerusalén.

  2,39: Cumplidos todos los preceptos de la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.
  2,40: El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y el favor de Dios lo acompañaba.

BIBLIA DE NUESTRO PUEBLO

LECTURA: ¿Qué dice el texto?


José y María son auténticos judíos piadosos que siguen con la ley de Moisés. Ella debe presentarse porque al haber dado a luz necesita ser limpiada. Y para eso se presenta ante el sacerdote con la víctima expiatoria, es decir el animal que se sacrificará para limpiar el supuesto pecado. Y al consagrar al varón primogénito al Señor, para poder recuperarlo, se debía presentar un animal de acuerdo al status económico de las personas. Ya sabemos que ellos al presentar unas palomitas, eran personas de escasos recursos.

Aparece en escena un hombre mayor, piadoso, que esperaba la liberación de Israel. Su nombre es Simeón, que en idioma hebreo significa “Dios me ha escuchado”. Y movido por el Espíritu Santo, va a al templo y encuentra a Jesús. Es decir, que toda su vida ha tenido sentido hasta ese momento. Toda la historia del Antiguo Israel se resume en este hombre, Simeón, que entona un cántico tan precioso, porque entiende que Dios ha cumplido su palabra.

Lo curioso, es la profecía que hace sobre María “Y a ti te digo, que una espada te atravesará el corazón” (de este texto se basa la iconografía cuando pone espadas atravesando el corazón de la Virgen dolorosa).

También en el texto aparece la profetisa Ana, cuyo nombre significa “Dios se ha compadecido”. También aquí el nombre indica la relación con la Historia de la Salvación.

MEDITACION: ¿Qué me dice a mí el texto?

Nos preguntamos para profundizar en nuestra vida estas palabras de Salvación:

1. ¿Yo también me dejo conducir por el mismo Espíritu cuando me lleva a la Iglesia, a encontrarme con el mismo Jesús y con mis hermanos? ¿Soy dócil? ¿Qué pasaría si algún día me llamaran a la Iglesia y yo por pereza no quisiera ir? ¿Acaso no me perdería de algún encuentro vivencial con el Señor? ¿Qué debo hacer entonces?
2. ¿Cómo me expreso ante los demás cuando me encuentro con el Señor? ¿Desbordo de alegría? ¿Relaciono este momento con toda la Historia de la Salvación, de la que soy parte?
3. ¿Creo y espero en la Palabra y las promesas de Dios para mí? ¿Cómo manifiesto esta esperanza activa?

ORACION: ¿Qué le digo yo al Señor?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero.

Gracias Señor por tu Palabra Salvadora que se revela al mundo.
Señor que al conocerte pueda también llevarte a los demás.
Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Añadimos unas intenciones de oración.

CONTEMPLACION: ¿Cómo interiorizo el texto?

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del texto para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón:

«Mis ojos han visto tu salvación» (Versículo 30)

Y de esta forma nos ponemos en contemplación.

ACCION: ¿A qué me comprometo?

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.

Mi agradecimiento por creer en Jesús, se manifiesta con llevar la alegría cristiana a los demás. Que los demás puedan conocer también a Cristo por mi alegría y testimonio de encuentro con Cristo.

Hno Ricardo Grzona, frp

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