No te aferres a lo material, mira al pequeño Jesús, ámalo mucho, ámalo más
Hace poco una joven me escribió diciéndome: “Gracias por ayudarme a recordar que Dios es la verdadera riqueza”… He pasado el día pensando en ello, en nuestra verdadera riqueza: “Dios”.
Lo olvido con tanta frecuencia… De pronto me llegan las tentaciones, y pienso que debo vivir para obtener bienes materiales. ¡Qué insensatos somos a veces! Como si estas cosas duraran para siempre. “Allí donde está tu riqueza,
allí estará también tu corazón” (Mt 6, 21).
Yo anhelo que mi corazón palpite en su Amor. Vivir en Dios. Que Él lo sea todo para mí.
San Alberto Hurtado escribió este pensamiento que me encanta y me llena de esperanza: “¿Qué sentido tiene la vida? ¿Para qué está el hombre en este mundo? El hombre está en el mundo porque alguien lo amó: Dios. El hombre está en el mundo para amar y ser amado”.
Dios conoce nuestra naturaleza y nos envía signos, cosas que podemos ver y tocar. Así comprendemos un poquito su gran misterio de amor. Me gusta pensar en aquella frase que dice que "Dios tiene nuestros nombres escritos en la palma de su mano". Nos ama tanto que desea tenernos siempre presentes.
Es lo que hacemos con una foto, tenemos presentes a los que amamos. Y es lo que hacemos cada diciembre con los nacimientos. Tener presente al pequeño Jesús, a la Virgen María, a san José.
Cada Navidad es un signo que nos recuerda el valor de la humildad, la sencillez, la serenidad, la paz, el amor, la poca necesidad de bienes materiales, y sobre todo que “Dios basta”, no necesitamos más. Con Dios lo tenemos todo.
Llevamos un mensaje visual a los que necesitan una voz de aliento y a los que necesitan hacer un alto en sus vidas. Él sabe que cada nacimiento le habla al corazón del hombre:
“No te aferres a lo material”.
“Mira al pequeño Jesús”.
“Ámalo mucho”.
“Ámalo más”.
Es un mensaje tan fácil de llevar y comprender…
En un nacimiento está todo… Nos recuerda que Dios es nuestra verdadera riqueza y que la Navidad es para tener vida interior, para unirnos en oración a la familia de Nazaret y para amar un poco más a nuestros semejantes: al pobre, al que nada tiene, a nuestras familias, a los que nos aman y a los que nos hacen daño… a todos.