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¿Cómo se celebra la Navidad en los monasterios de clausura?

O Natal das Clarissas – es

Família Cristã

Ricardo Perna - publicado el 25/12/14

La realidad de la clausura pasa desapercibida para muchos, y por eso existe la curiosidad de saber cómo transcurre su día a día

El tiempo de Navidad acostumbra ser un tiempo de reunión familiar. En el caso de las congregaciones de clausura, la familia que se reúne en Navidad es la misma que está junta todo el año.

Sí, conforme es posible leer en la Revista Cristiana de diciembre, en la Cartuja de Évora (Portugal) los monjes prefieren el silencio y el aislamiento como mejor forma de vivir la celebración del nacimiento del Niño Jesús, en el convento de las clarisas, en Monte Real, “el tiempo de Navidad es vivido en un clima de profunda alegría, recogimiento, silencio, oración y, al mismo tiempo, en dinámica acción y movimiento”, según nos explica la hermana clarisa María Clara.

La realidad de la clausura pasa desapercibida para muchos, y por eso existe la curiosidad de saber cómo trascurre su día a día. En el caso de Navidad, las rutinas de las clarisas no son muy diferentes.

“En la comunidad buscamos vivir la Navidad tan intensa y espiritualmente como nos es posible, la vivimos centradas en lo esencial, en familia, en un clima de mucha alegría y paz, sencillez y armonía. Se sigue el horario habitual y las actividades propias de ese día, el día del Señor, aunque con un tono especial y un toque especial, porque…es Navidad”, cuenta la hermana María Clara.

¿Y la comida? “Nuestras comidas son siempre simples y sobrias. Jesús nos dice en la Sagrada Escritura que “no sólo de pan vive el hombre sino de la palabra que sale de la boca de Dios”.

Por eso también en la cena de Navidad y en las comidas de Navidad confeccionamos el tradicional bacalao, que la Providencia de Dios nos ofrece, con papas y coles y los tradicionales manjares sin gastos adicionales. Usamos los dulces tradicionales y, como somos de varias regiones del país, no faltan variedades.

No existe, sin embargo, ningún dulce específico del monasterio. Para nosotras el verdadero dulce, el dulce especial es el que tiene el sabor divino, es Jesús, el Dios hecho hombre”, confiesa esta religiosa, añadiendo que esta época del año también les hace recordar a las personas con dificultades.

“Nos sentimos solidarias con los que tienen poco o nada para comer. Nos duele saber que, sobretodo en estos días, mientras que unos usan y abusan de lo superficial y lo celebran faustosamente, muchos otros no tienen ni pan ni techo y mueren de hambre. A causa de esta dura realidad, la época de Navidad nos trae siempre el saber amargo de esta fragrante injusticia”, recuerda.

Liturgia especial de Navidad

Además de todos los preparativos anteriores, las principales festividades suceden el 24 y el 25 de diciembre. “A lo largo del día 24 se hacen los preparativos normales para la gran solemnidad: pesebres, ensayos de cantos, celebraciones litúrgicas, etc.

A las 17.00 hrs. comienza la gran fiesta con las vísperas solemnes y el rezo del rosario. Después es la Eucaristía con la tradicional adoración del Niño Jesús presidida por el capellán del monasterio, seguido de un espacio de acción de gracias y meditación.

Y porque el tiempo pertenece a Dios, a la comunidad, unida a toda la Iglesia y saboreando la belleza de los salmos, cantan el Oficio de las Lecturas. Se adentra la noche. Sólo después llega la gran confraternización, la tradicional cena de Navidad y la convivencia fraterna.

Sí, tenemos la llamada misa de gallo que, desde hace algunos años, la anticipamos para facilitar la participación de un mayor número de personas. El día 25 se mantiene el horario de los domingos, dando importancia especial a la Eucaristía que es para nosotras el culmen de nuestro día.

Se vive un clima de gran alegría y fraternidad. Navidad es comunión, es encuentro, es armonía, es fiesta especial, como es especial el Misterio que celebramos

”, nos cuenta la hermana María Clara.

En el caso de las clarisas, la comunicación con la familia de sangre no se olvida en estas fechas. “Por lo que respecta a la familia de sangre que permanece en casa también hay comunicación a través de la correspondencia normal o vía Internet, teléfono o presencialmente.

También sucede con alguna frecuencia que algunos familiares van al monasterio el día de Navidad para visitar y hablar con alguna hermana.

Además de estos medios también hay otra forma de comunicación, de comunicación espiritual que se traduce en oración y constituye una comunicación y unión no menos fuerte y eficaz. Quien la vive sabe es que es verdad. Los familiares están en nuestra oración y en nuestro corazón”, añade.

Una realidad muy diferente es la clausura de la Cartuja, donde la familia de sangre está ausente en esta época, pues los monjes de la Cartuja prefieren dedicarse a la oración más intensa y sin “distracciones”, como nos cuenta el padre Antâo Lopéz, en el artículo de la edición de Familia Cristiana de diciembre.

Sin regalos materiales

No hay regalos porque “no tenemos nada; todo lo que poseemos se pone en común”, dice la hermana María Clara. Queda lo que es, según la religiosa, el “gran” regalo: “ni más ni menos que el propio Dios, que se revela en el Niño de Belén y nos dice: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”.

Esta es la “presencia” de cada hermana en la vida de las demás. “La hermana que vive a nuestro lado ha sido ofrecida por Dios y, con su caridad, su riqueza humana y espiritual, llena de perfume el ambiente comunitario. No necesitamos de otros regalos para vivir felices la Navidad de Jesús”, asegura.

Hay muchas formas de vivir la Navidad, todas ellas válidas, desde que estén centradas en lo esencial: el nacimiento de Jesús y el sentido del compartir ese momento de oración de alabanza y acción de gracias a Dios.

Artículo original
http://www.familiacrista.com/noticias/actualidade/2667-o-natal-das-clarissas.php

Tags:
navidadreligiosas
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