Primera Guerra Mundial. Estamos en el frente occidental y es el 24 de diciembre de 1914: sin que nadie lo concordara, los soldados de los ejércitos enemigos cesan el fuego. Se encienden velas, se canta “Noche de Paz” y otros himnos de Navidad.
Comienza un cruce de felicitaciones gritado de un lado al otro, hasta que uno se lanza fuera de la trinchera para salir al encuentro del enemigo, estrecharle la mano, intercambiar las chaquetas y, por qué no, organizar un buen partido de fútbol.
Hoy, cien años después, podemos rememorar la famosa “tregua de Navidad” gracias al libro publicado en Italia “La tregua di Natale. Lettere dal fronte” (La tregua de Navidad, cartas desde el frente) que narra, a través de las cartas mandadas desde las trincheras, un acto extraordinario y valiente que partió de sencillos soldados movidos por sentimientos de profunda humanidad y fraternidad.
Ante la violencia que aflige hoy a nuestro mundo, volver a leer las cartas mandadas desde el frente que cuentan este gesto de espontánea y generosa insubordinación no puede dejar de interrogarnos: ¿es de verdad imposible construir una civilización pacífica y solidaria?
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