La Santa Sede siempre ha estado presente en los procesos de paz en Cuba, desde la liberación de 1898El deshielo entre Estados Unidos y Cuba, cuyo conflicto dura desde la revolución castrista, ha dado la vuelta a todo el mundo y ha aparecido en las portadas de los principales diarios, medios digitales, la radio y la televisión. Es un hecho histórico que después de 53 años de romper sus relaciones diplomáticas, y de 53 años de una política agresiva por las dos partes dejara paso a la vía del entendimiento entre los dos países, con el pretexto de la liberación de los prisioneros políticos de una y otra parte. Se inicia así la penúltima fase de la definitiva terminación de la guerra fría entre los Estados Unidos y los países comunistas del mundo. Falta solo Corea del Norte.
Ha causado un gran alivio la noticia en todo el mundo. Es una buena noticia que prepara la Navidad. El entendimiento entre Estados Unidos y Cuba termina con un situación ancestral y unos líderes ya muy envejecidos y tronados, como Fidel Castro y su hermano Raúl, que huelen a naftalina al igual que su régimen. ¿Ha llegado la hora del final del castrismo? Sin duda, aunque tiene que dar otros pasos. Ya se ha abierto la puerta grande: las relaciones diplomáticas y –palabra clave—económicas entre los dos países.
En los comunicados y declaraciones del anuncio del fin de la guerra fría entre USA y Cuba destacan el papel mediador y eficaz de la Santa Sede en desencallar este largo enfrentamiento entre dos países que, como dijo Barack Obama, al fin y al cabo son todos “americanos”. Obama ya tiene un lugar en la historia. El papa Francisco, argentino, tiene una visión más cercana de las diferencias entre USA y Cuba.
La presencia activa de la diplomacia de la Santa Sede en los acontecimientos cubanos ha sido una constante desde la independencia de Cuba. Y precisamente el día del anuncio del final del desencuentro entre los dos países se fijó el 17 diciembre, cumpleaños del papa Francisco, quien a pesar de sus 78 años luce un aspecto saludable y hace gala de una actividad trepidante en todos los campos.
¿A qué ha servido la intervención de la Santa Sede y del papa Francisco? Nada más y nada menos que a dar credibilidad y legitimidad a un acuerdo de esta naturaleza. El Papa actúa como una “fuerza moral” ante los estados y ante la opinión pública mundial. Ahora se puede empezar en Cuba una transición política, económica y social que de otra manera hubiera sido un tema muy delicado para la paz si Cuba se quedara sin las figuras de los hermanos Castro en la cumbre del poder político y militar y con un enfrentamiento con los Estados Unidos.
No es nuevo, ni mucho menos, la actuación de la diplomacia de la Santa Sede en relación a los conflictos que ha tenido Cuba. El pueblo cubano, a pesar de la corrupción de los regímenes anteriores a Castro y de la persecución castrista, se ha mantenido esencialmente cristiano en su pensamiento y en su corazón, aunque poco practicante a causa de las prohibiciones y hasta persecuciones de Castro.
Las intervenciones de la Santa Sede
La Santa Sede, bajo el pontificado de León XIII, ya intervino en la pacificación de Cuba no solo en la guerra de la independencia, sino en el posterior conflicto entre los libertadores cubanos y el gobierno militar norteamericano que sustituyó al Gobierno de Madrid. Los luchadores por la independencia de Cuba –de los españoles y de los norteamericanos—eran muy devotos a la Virgen de la Caridad y del Cobre, cuyo santuario se encuentra en Santiago de Cuba.
Después de conseguir la independencia, tras la mediación de León XIII y de Benedicto XV, los luchadores pidieron al papa Benedicto XV que proclamara a la Virgen del Cobre (o “Cachita” como la llaman los cubanos) como patrona de Cuba y los cubanos y así lo hizo el Papa
. La Virgen del Cobre tiene una larga tradición de favores concedidos a la paz, la misericordia y la concordia entre las gentes. Según el historiador Santiago Casas, en 1917 el presidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson, propuso 14 puntos para la paz con Cuba, que recogían muchos de principios los sugeridos por el papa Benedicto XV. Por su parte, el papa Pío XI autorizó
El papa san Juan XXIII, durante la primera sesión del Concilio Vaticano II, medió ante los líderes rusos y americanos en la crisis de los misiles en octubre de 1962, en la que el presidente John Kennedy estableció un bloqueo a Cuba para no dejar entrar más mísiles de la Rusia comunista, entonces Unión Soviética. Juan XXIII hoy santo, inició la política de acercamiento a los estados comunistas en la llamada “ostpolitik” ejecutada por mons. Agostino Casaroli.
Fue Juan Pablo II, también santo, quien impulsó de modo muy incisivo el acercamiento de Cuba a los Estados Unidos, destacando su viaje a Cuba, en 1998, donde presidió la solemne coronación de la Virgen de la Caridad y del Cobre, en presencia de Fidel Castro, quien asistió por vez primera pública y oficialmente a una misa.
Muchos creían que Juan Pablo II derribaría el muro del marxismo en Cuba, pero el Papa sabía bien que Cuba no es comunista debido a los acuerdos del final de la Segunda Guerra Mundial, como ocurrió con los países del Este europeo. Tampoco China y Corea son producto de la Guerra Mundial. Dio un gran paso especialmente en reavivar la fe del pueblo cubano. De eso se dio cuenta Fidel Castro quien puso de nuevo barreras a la práctica religiosa tras la visita del Papa.
Benedicto XVI también fue a Cuba en 2012 donde fue recibido por Raúl Castro. Allí hizo un llamamiento a los cubanos para que den vigor a la fe y para que, “con las armas de la paz, el perdón y la comprensión”… "luchen para construir una sociedad abierta y renovada, una sociedad mejor, más digna del hombre". Cuba debía abrirse, no solo al libre comercio o a la democracia, como pedían los países occidentales, sino también a las ideas y a la fe del pueblo.
Algunos piensan porqué la diplomacia del Vaticano tiene tanto éxito en los casos de mediación y otros. Me lo contó un día un alto cargo de la Santa Sede: “El éxito del Papa en la diplomacia, es que además de los medios humanos que tiene la Santa Sede añade un tercer valor importantísimo: la petición de ayuda a Dios, que siempre es un valor fundamental en la diplomacia habitual”. El Papa reza antes de emprender estas acciones, como rezó cuando hace seis meses se celebró la jornada de oración en el Vaticano, con representantes de judíos, musulmanes y cristianos de varias confesiones, con Ariel Sharon y Mahmoud Abbas. El entendimiento entre musulmanes, judíos y cristianos es la gran asignatura pendiente del papa Francisco y probablemente de los papas futuros, y todo ello dentro de la paz, el respeto y la cooperación mutuos.