Lectio Divina para Adviento: dia 11

Invocación al Espíritu Santo:
Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.
Amén

11,11: Les aseguro, de los nacidos de mujer no ha surgido aún uno mayor que Juan el Bautista. Y sin embargo, el último en el reino de los cielos es mayor que él.

  11,12: Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora el reino de los cielos sufre violencia, y gente violenta intenta arrebatarlo. 11,13: Hasta Juan todos los profetas y la ley eran profecía. 11,14: Y, si ustedes están dispuestos a aceptarlo, él es Elías que debía venir.11,15: El que tenga oídos que escuche.

El texto más importante del Antiguo Testamento es: “Escucha Israel, el Señor es uno” (Deuteronomio 6,4).

Escuchar es una de las actividades más importantes. Oír es el ruido, los sonidos. Escuchar es con la inteligencia y con la voluntad. Escuchar es obedecer también.

Si Juan el Bautista es el mayor que ha nacido de los hombres, los que pertenecen a los “salvados en el reino de los cielos” son mucho mayores que él. Pero también implica una vida acorde a ese seguimiento y a ese proceso. Ser parecidos a Juan el Bautista implica también llevar una vida de desprendimiento para abrir el camino hacia el Señor y no dejarse engañar por los sentidos.

Nos preguntamos para profundizar en nuestra vida estas palabras de Salvación:

1. ¿Me doy cuenta que para el encuentro con Jesús debo cambiar mi vida, es decir vivir de tal manera que merezca el Reino?
2. ¿Hasta que punto soy capaz de escuchar, es decir de aceptar y obedecer todo lo que Jesús me pide? Tomemos conciencia de este proceso del Adviento.

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero.

·       Gracias Señor por tu Palabra Salvadora, que debo escuchar, aceptar y obdedecer
·       Gracias porque me invitas al Reino de los cielos.
·       Señor, que viva de tal manera aceptando tu Reino, que lo alcance plenamente.
·       Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Añadimos unas intenciones de oración.

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del texto para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón:

“El que tenga oídos, que escuche” (Versículo 15)

Y de esta forma nos ponemos en contemplación.

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.

Mi agradecimiento por creer en Jesús, se manifiesta con llevar la alegría cristiana a los demás. Que puedan conocer también a Cristo por mi alegría. Me propongo manifestar alegría.

Hno Ricardo Grzona, frp