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Hoy hay más esclavos en el mundo que en los últimos 400 años

Diane Montagna - publicado el 05/12/14

Gary Hausen, uno de los líderes de la lucha contra la trata de personas en el mundo, habla con Aleteia
El martes 2 de diciembre, el papa Francisco recibió a los líderes ortodoxos, anglicanos, judíos, musulmanes, hinduistas y budistas en la Casina Pío IV del Vaticano para firmar una declaración conjunta de líderes religiosos contra a esclavitud moderna. El histórico evento, que coincidió con la Jornada Internacional para la Abolición de la Esclavitud, estaba promovido por el Global Freedom Network en colaboración con la Academia Pontificia de las Ciencias. En el encuentro, al papa Francisco se le unieron líderes religiosos como el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, los rabinos Abraham Skorka y David Rosen y varios líderes musulmanes, incluso el gran ayatollah Mohammad Taqi al-Modarresi.
 
Al evento del martes fueron invitadas personas que combaten la esclavitud moderna en todo el mundo. Entre ellas estaba Gary Haugen, presidente y CEO del International Justice Mission (IJM). Haugen es un ex procurador del Departamento de Justicia de Estados Unidos. En 1994 fue director de la Investigación sobre el Genocidio en Ruanda. A raíz de esto abandonó el Departamento de Justicia para fundar el IJM, que defiende y rescata a pobres y vulnerables de la esclavitud, del trabajo forzado y del tráfico de seres humanos.
 
Tras la firma de la Declaración Conjunta, la corresponsal de la edición inglesa de Aleteia en Roma habló con Gary Haugen sobre los objetivos del IJM, de su trabajo para combatir el tráfico de seres humanos y de la importancia de la Declaración.
 
"La International Justice Mission es una organización internacional que defiende a los pobres de la violencia. Lo hacemos rescatando a las víctimas, llevando a los criminales ante la justicia y restituyendo a los supervivientes la fuerza y capacidad de recuperarse, y trabajamos también a nivel de aplicación del derecho local para defender a los pobres de la violencia de modo realmente eficaz.
 
Tenemos una veintena de oficinas en el mundo y un staff de unas 700 personas full-time. El staff es local, compuesto por abogados, investigadores criminales, trabajadores sociales, y nos encargamos de casos de violencia contra los pobres, proporcionando servicios directos en estos casos. Lo que hacemos es intentar rescatarles del abuso y después cerciorarnos de que los criminales son llevados ante la justicia. En el proceso utilizamos miles de estos casos a través del sistema de justicia criminal para estar seguros de que se haga justicia. Después trabajamos para ofrecer asistencia para que las víctimas se recuperen.
 
La categoría más amplia de la que nos ocupamos es el tráfico de seres humanos, porque es el tipo de violencia más difundido contra los pobres. El tráfico de seres humanos tiene como objetivo sobre todo los pobres. El tráfico y la esclavitud están completamente contra la ley, por lo que ¿de quién se puede abusar sin consecuencias? De los pobres. En la acción del IJM de defensa de los pobres de la violencia hemos acabado por trabajar con miles y miles de casos de esclavitud moderna, y lo hacemos desde hace 18 años".
 
– ¿Qué dimensiones tiene el problema del tráfico de seres humanos?
 
Esto es lo importante del evento que se ha celebrado. Se espera que se despierte la conciencia mundial sobre el hecho de que hay un consistente problema de esclavitud en el mundo. Hoy hay más personas en condiciones de esclavitud que en cualquier otra época histórica. Se estima que actualmente hay unas 35 millones de personas en esclavitud. Es una cifra superior a la de las personas arrancadas de África en 400 años de tráfico transatlántico de esclavos. Es verdad que una proporción inferior de personas es esclava respecto a todos los tiempos, y es una buena noticia. Una porción inferior de economía mundial trabaja en condiciones de esclavitud, y también esta es una buena noticia, pero en cifras absolutas hay más esclavos hoy que en cualquier otra época.

 
Por esto el encuentro ha sido tan importante, porque nada cambiará hasta que el mundo no se despierte ante el problema de la esclavitud moderna, sus dimensiones y su brutalidad. Es importante el modo como el papa Francisco lo describe como un crimen contra la humanidad – cuando uno se acerca a él es lo que descubre, que el hecho de que una persona con la violencia pueda poseer y controlar a otra para explotarla es la forma más horrenda de destrucción de la dignidad humana.
 
– Trabajáis en el Norte de África, y el tráfico de esclavos ¿es aún legal en algún país islámico en la región?
 
No, no trabajamos en el Norte de África, y el tráfico de esclavos está prohibido en todo caís, también en Mauritania, el último en prohibir la esclavitud. Ahora es ilegal.
 
El problema principal en el mundo no son las leyes, sino que no se aplican. En Asia meridional, por ejemplo, hay más de 15 millones de personas esclavas, pero el año pasado en India hubo sólo 13 condenas. Esto significa que actualmente en Asia meridional hay una condena por cada millón de personas esclavas.
 
El problema es que las leyes existentes no se aplican, sobre todo con los pobres. Y este es el principal problema hoy en el mundo, no que los pobres no tengan leyes, sino que no consiguen que se apliquen. Estamos acostumbrados a pensar que lo que hace falta son nuevas leyes, pero en realidad es un problema de aplicación de leyes existentes.
 
– Su organización ¿tiene algún contacto con mujeres vendidas como esclavas por el ISIS o por otros grupos terroristas?
 
No, pero lo que sufren es lo mismo que experimentan en todo el mundo millones de mujeres y niñas obligadas a prostituirse. UNICEF estima que hay entre 3 y 4 millones de niños obligados ilegalmente a la prostitución. En el IJM hemos rescatado a miles de ellos, y es horrible, como podéis imaginar. En general son engañados en las provincias rurales en que viven. Los traficantes van a las zonas pobres, atraen a los jóvenes – normalmente a niñas o adolescentes – a dejar sus casas y pueblos con la promesa de un trabajo, a veces de instrucción. Después estas chicas pasan de un traficante a otro hasta que son separadas de la familia y de la comunidad y finalmente desaparecen en las redes de tráfico y son vendidas a los burdeles.
 
Hemos trabajado para rescatar a miles de estas chicas que fueron engañadas con cualquier historia que las separa de su familia, porque así nadie las protege. El único motivo por el que hay un consistente tráfico sexual en el mundo es el hecho de que las leyes locales lo protegen. Si uno lo piensa, los “consumidores” de tráfico sexual pueden encontrar víctimas donde quieran. La policía podría encontrarlos cuando quisiera, ¿cómo se evita? Metiendo a la policía en el negocio. Y así el tráfico de seres humanos prospera en el mundo, porque la aplicación de las leyes no es eficaz, y el motivo es que hay una connivencia.
 
– Como usted subraya, la corrupción de la policía juega un papel significativo en muchas partes del mundo – desde el Asia suroriental a la India y América Latina – para favorecer el tráfico sexual. El International Justice Mission, llamando la atención sobre la falta de acción de la policía local, pone en aprietos a las autoridades. ¿Qué medios usa para intentar llegar a una solución a largo plazo de la esclavitud y del tráfico de seres humanos?
 
El IJM intenta en lo posible no poner en aprietos a nadie, pues intentamos construir una colaboración constructiva con las autoridades locales. Lo que saben es que se podrían encontrar en situaciones embarazosas si no afrontan el problema, pero lo que hacemos es trabajar en colaboración para la aplicación local de las leyes, ir a los responsables y decirles: “No estamos aquí para crearos problemas. Queremos ayudaros a cumplir vuestro trabajo de forma más eficaz”. Y hemos formado a decenas de miles de funcionarios en la aplicación de las leyes para que hagan atentamente este trabajo.

 
Hemos incluso trabajado en ciudades en las que, en cierto número de años, hemos logrado transformar el modo como se aplican las leyes, de manera que se refuercen. Después podemos medir la disminución del tráfico humano. En un proyecto que hemos llevado a cabo en la segunda ciudad de Filipinas, Cebú, nos encontramos con un terrible problema de tráfico de niños con fines sexuales. La Fundación Gates nos dio fondos para intentar favorecer la aplicación de las leyes locales, para después ver si había resultados a nivel de disminución de este tráfico.
 
El objetivo del proyecto en un periodo de cuatro años era ver si la aplicación de las leyes locales reducía el tráfico de niños con fines sexuales un 20%. Tras cuatro años en los que instituimos unidades especiales, mandando a unos 100 traficantes a prisión, vimos que el tráfico sexual se redujo un 79%. Hubo por tanto una reducción del 80% del tráfico de niños con fines sexuales sólo aplicando las leyes, haciendo que defiendan a los niños en lugar de a los traficantes.
 
Y esto es motivo de gran esperanza. El tráfico con fines sexuales es el desastre provocado por el hombre más horrible pero también más evitable del mundo. Cuando se cambia la perspectiva se ve que los traficantes no son valientes. Cuando ven que hay un riesgo de acabar en prisión, dejan en paz a los niños.
 
– Muchas personas que trabajan en el IJM empiezan teniendo poca experiencia a nivel de aplicación de las leyes, también a nivel de experiencia en justicia criminal. ¿Cómo ve a los propios miembros de su organización? ¿Qué formación especial siguen sus voluntarios para prepararse?
 
La mayor parte de nuestro staff está compuesto por personas locales. Más del 95% de nuestro staff trabaja en sus propias comunidades. Hay pocos extranjeros que tienen una formación especializada y ayudan a formar los equipos locales para que puedan trabajar. Tienen capacidades investigadoras criminales o legales altamente desarrolladas y pueden ayudar a los equipos locales, pero en los países en vías de desarrollo se trata de una lucha a nivel muy local. Es la comunidad la que debe asegurarse de que su sistema judicial funcione. Los equipos del IJM en el mundo son héroes locales que intentan hacer que la aplicación de las leyes las refuerce de verdad y proteja a los pobres de este tipo de violencia. No se trata por tanto de una especie de moralidad externa o de una presencia extraña, es más una cuestión de formar personas locales.
 
– ¿Cómo contacta el IJM a los trabajadores y voluntarios en los puntos “calientes” del tráfico sexual, para reclutar personal local?
 
En primer lugar, visitamos y entramos en contacto con todas las organizaciones locales ya empeñadas de una forma u otra. Muchas veces son organizaciones comunitarias, grupos basados en la fe u otras organizaciones voluntarias que ya están intentando afrontar el problema. A menudo lo que hacemos es poner juntos un equipo que pueda trabajar a tiempo completo para afrontar de verdad el problema en la comunidad.
 
Lo primero, por tanto, es promover la conciencia del problema. Pero no es solo esto. Se trata también de introducir modelos de esperanza para poder, por ejemplo, contar la historia de esa transformación que tuvo lugar en Cebú. Contar esa historia da esperanza a las personas que están afrontando el problema en su comunidad pero no tienen todos los recursos para seguir con la lucha. Nosotros llegamos por tanto con recursos y formación, modelos y metodologías, y hacemos realmente posible su implementación.
 
– ¿Cómo es de peligroso su trabajo? ¿Cuán a menudo los trabajadores del IJM sufren represalias de un modo u otro?

 
Es un trabajo muy peligroso. Sobre todo nuestros investigadores se infiltran constantemente en redes criminales violentas. La esclavitud tiene que ver con la violencia, y a veces se trata de una violencia muy brutal. Debemos estar dispuestos a asumir estos riesgos, pero es también cuestión de llevar asistencia y experiencia profesional de la forma más inteligente y atenta posible. Algunos miembros de nuestro staff han sido raptados, golpeados, amenazados con un cuchillo, con una pistola. Han visto su vida en peligro. Pero se puede ver también por qué somos una organización de oración. Creemos que hay un Dios de justicia que nos acompaña mientras hacemos este trabajo, y así los equipos aportan no sólo su capacidad profesional para afrontar situaciones violentas, sino también un sentido de fe.
 
Pero en primer lugar es necesario tener en cuenta que la gente que es víctima del tráfico de seres humanos no es que corra el riesgo de que le peguen, es que está segura de ello. La pregunta es, ¿qué riesgos estamos dispuestos a asumir hoy para estar seguros de que la certeza de la violencia no sea realidad para ese niño, para esa mujer, para esa familia? Esto es lo que hacen nuestros equipos cada día.
 
– El trabajo del IJM ¿es obstaculizado por grupos que apoyan la libertad de la prostitución? Hay una fuerte tendencia a proporcionar a los “trabajadores del sexo” mejores condiciones de trabajo y otras salvaguardas, más de lo que se piensa. Parece, de hecho, que una serie de ONG asume esta postura. Este hecho ¿no promueve la idea en la sociedad de que la prostitución “no es tan negativa” y que las personas objeto de tráfico sexual son víctimas sólo porque se convierten en trabajadoras del sexo contra su propia voluntad?
 
Hay un gran desacuerdo sobre la prostitución, sobre el hecho de que debería ser legalizada y regulada, pero creo que todos podemos concordar en el hecho de que quienes son obligados con la violencia a prostituirse deben ser rescatados. Hay que darles un futuro seguro, y los que explotan y abusan de los pobres de este modo deben ir a prisión. Nos concentramos en la necesidad de encontrar un terreno común.
 
– El sistema de castas en la India – y los sistemas de clases en otros lugares, así como los prejuicios contra los grupos religiosos minoritarios – es fuertemente cómplice de la práctica del trabajo forzado. ¿Cómo trabaja el IJM para liberar a las víctimas del trabajo forzado en sociedades en las que se cree que clases enteras de personas están a su disposición? ¿Podemos actuar basándonos en el Evangelio sin poner en discusión al mismo tiempo falsas normas sociales, muchas de ellas basadas en otras deligiones?
 
Pienso que el Evangelio es una historia radical de dignidad humana que se aplica a todos. Es verdad que los sistemas de casta, los sistemas de racismo y la discriminación contra minorías religiosas y de otro tipo favorecen la esclavitud, pero lo hacen de dos maneras. Uno de estos nos es familiar, y es el hecho de que el mercader de esclavos y el traficante se sienten más a gusto al abusar de una persona porque piensan que de alguna forma es subhumana.
 
Pero ¿qué permite al traficante salirse con la suya? Es la idea subyacente al aplicar la ley de que esa persona no merece protección. Que esa víctima sea de alguna forma inferior, que no necesite ser protegida como la hija de un funcionario de la policía, como la hija del juez necesita protección. Por tanto, la razón principal por la que el sistema de castas, la discriminación contra las minorías raciales, étnica y religiosas se manifiesta más vulnerable a la esclavitud es el hecho de que estos sistemas de prejuicio y discriminación disminuyen la posibilidad de que la aplicación de la ley pueda llevar ante la justicia a una persona que abusa de los marginados.

 
Los traficantes y los dueños de esclavos saben bien lo que están haciendo. Buscan a personas que probablemente tendrán menos protección por parte de la ley. Buscan y aíslan a las personas y después las reducen a la esclavitud. La esclavitud existe porque algunas personas son vistas fuera del círculo de los que merecen la protección de la ley, porque tienen algo menos que los demás. Y lo importante que tiene que ver con la defensa del papa Francisco de la agenda de la lucha contra la esclavitud es una afirmación hecha por Cristo, subrayada por el Evangelio, es decir, la dignidad fundamental y la imagen de Dios que lleva cada ser humano, y que por tanto merece el mismo tipo de protección y de justicia que todos deseamos.
 
– ¿Nos puede hablar del trabajo de investigación clandestino del IJM?
 
En el tráfico con fines sexuales, por ejemplo, hemos formado investigadores que desarrollan redes de informadores y agentes que proporcionan todo tipo de información sobre las personas obligadas a prostituirse. Llevarán una investigación técnica clandestina que produce todas las pruebas que la ley necesita para actuar.
 
Lo mismo vale para el trabajo forzado, en cuyo caso miembros del equipo se infiltran en fábricas de ladrillos o de arroz y recogen testimonios y otras pruebas de la esclavitud que se practica allí, porque es el material más útil que después promueve la aplicación de la ley y que hace casi imposible no actuar. Es también el material que ayuda a llevar a los traficantes y a los dueños de esclavos ante la justicia. Creemos que es absolutamente fundamental. Si no se llevan a los perpetradores ante la justicia, esclavizarán a otros. Y se mandará un mensaje de que es aceptable hacerlo. Una prioridad fundamental nuestra es ser capaces de desarrollar el trabajo de investigación que favorece el rescate y hace castigar a los criminales.
 
– ¿Ha habido un aumento significativo del tráfico de seres humanos en EE.UU. con la falta de vigilancia en las fronteras del país?
 
Es difícil hablar de aumento pues en los años anteriores no se han establecido líneas básicas cuantitativas. Lo que vemos es que en América Central hay un tremendo estado de anarquía. Los hijos de las familias pobres no están a salvo de la violencia sexual, del robo, del homicidio, de las bandas, y esa violencia manda a muchísimas personas a las fronteras de EE.UU. buscando una vida mejor. Muchos serán explotados en la industria del sexo o en la agricultura o en las empresas de manufacturas, donde no se les pagará y se abusará de ellos. Pero no saben a quién dirigirse porque se encuentran ilegalmente en el país. Es una situación de enorme vulnerabilidad que debe ser afrontada con la reforma migratoria en EE.UU., pero debe ser afrontada también en América Central afrontando la falta de aplicación de las leyes en esos países.
 
– ¿Qué le ha llevado a hacer este trabajo?
 
Yo era procurador del Departamento de Justicia en Estados Unidos y tenía que lidiar sobre todo con abusos por parte de la policía norteamericana. En 1994 fue director de la Investigación sobre el Genocidio en Ruanda. Me di cuenta del tipo de violencia que afrontan los pobres en los países en vía de desarrollo, y dejé mi trabajo en el Departamento de Justicia, y con algunos amigos me convertí en uno de los primeros empleados del International Justice Mission hace 18 años. Con el tiempo hemos visto que lo más poderoso que podíamos hacer era apoyar a las personas que en los países en vías de desarrollo intentan dar protección y justicia a los más débiles de sus comunidades.
 
 

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