Al acercarse el invierno, la situación no mejora para los miles de cristianos refugiados en el Kurdistán iraquí. Con el paso de las semanas, la atención de los medios de comunicación, como siempre, se centra en otros, en otras crisis, otros conflictos.
Sin embargo, ¡cómo olvidar a estos miles de hombres, mujeres y niños que salieron de sus casas, yendo por los caminos sin llevar nada consigo! El cardenal Philippe Barbarin ha decidido volver a Irak este fin de semana para atraer de nuevo la atención de los medios, los fieles y el gran público.
Pero sólo el tiempo que dura una visita, no. En su visita a Qaraqosh, poco antes de la caída de la ciudad, monseñor Barbarin afirmó que ahora, las diócesis de Mosul y de Lyon están hermanadas. Lo que una viva, la otra lo comparte.
Y este fin de semana, un poco en el espíritu de la fiesta de las luces, de la protección de Nuestra Señora de Fourvières, una destacada delegación de la diócesis francesa de Lyon, con un centenar de voluntarios, va a ir a Erbil, a los campos de refugiados.
“Los cristianos de Irak tenían la impresión de haber ser olvidados”, explicó el arzobispo de Lyon el pasado verano a su vuelta de Irak a Francia.
Le mostré en mi portátil las fotos que había recibido por SMS de las manifestaciones por los cristianos de Irak ante la catedral de San Juan de Lyon y ante Notre Dame de París.
Y cuando vieron que los franceses tenían posters con la frase “Yo también soy “N”, un cristiano”, era para ellos un título de orgullo. Estaban muy contentos.
Yo llevaba esta insignia en mi propia camiseta. Ellos vieron que estábamos verdaderamente con ellos.
Ayer, el obispo de Kirkuk dijo en su catedral: “Antes estábamos sin alegría y ahora nuestra voz es escuchada”. Es la mayor alegría de este viaje.
A pesar del odio y las masacres, a pesar de la locura islamista, el cardenal Barbarin afirmaba a su vuelta de Qaraqosh, después de que las poblaciones habían tenido que huir de la llanura de Nínive frente al avance de Daesh, que “la única respuesta a un exceso de mal es un exceso de amor”.
“Mosul es la ciudad de Nínive en el Antiguo Testamento, y el profeta Jonás que convirtió Nínive estuvo tres años en el vientre de la ballena, después salió”, afirmó el cardenal.
“Y nosotros en el presente estamos engullidos en estas tinieblas, pero un día el Señor os llevará a la vida, tenéis que confiar en Él, es esta la esperanza cristiana”.
El cardenal ha invitado a todos a unirse a la oración por esta visita de tres días y por los cristianos de Oriente perseguidos.