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¿Por qué mano dura? Los cristianos ya sobrepasan en número a los comunistas en China

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AP Photo/Elizabeth Dalziel

Steven W. Mosher - publicado el 25/11/14

Las iglesias están a tope y los líderes comunistas están furiosos

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El gobierno comunista de China mantiene una conducta violenta anti cristiana en los últimos años, derribando iglesias en la ciudad litoral de Wenzhou y en otros lugares, arrestando a obispos y líderes de la iglesia clandestina, y ordenando ilícitamente a sacerdotes manejables como “obispos” católicos. Pero por debajo de esta intensa campaña de represión – de hecho, la razón de ello – es el rápido crecimiento de la población cristiana.

Ahora hay aproximadamente 100 millones más de cristianos en el país más poblado del mundo, solo los católicos representan alrededor de 12 millones de este número. Muchos de ellos son nuevos conversos que, deseosos de cumplir la Gran Comisión, están ocupados evangelizando a sus compatriotas chinos.

El Partido Comunista de China ha estado reclutando por su cuenta en los últimos años, abriendo sus filas a los intelectuales, empresarios, y a otras clases anteriormente cuestionables – ¡incluso a los capitalistas! Aún así, los 86,7 millones de miembros formales de esta decadente "confesión" – la mayoría de los cuales son comunistas sólo de nombre – ahora están superados en número por un creciente y vibrante cristianismo chino.

Para los líderes de China, que prefieren ampliamente que los chinos crean que no existe Dios sino el Partido (y recuerden: ellos son el partido), esta es una situación intolerable. La última ola de persecución es su respuesta. La buena noticia, sin embargo, es que ese Catolicismo en China está creciendo.

Déjenme que comparta con ustedes los muchos rostros de esperanza de la fe católica que pude ver en un viaje reciente que hice a China.

Uno es el rostro de un sacerdote católico, que sirve como pastor en una gran parroquia cercana a una ciudad principal china, y que está determinado a salvar almas. Al sentarnos en su oficina, desdobló un dibujo de una estatua enorme de Jesús. Pretende construirla en secreto y luego erigirla durante la noche en un pedestal que mira hacia la autopista que pasa cerca de su iglesia. “¿Cómo va a obtener permiso de las autoridades?” Le pregunté. “Es territorio de la Iglesia”, dijo con firmeza, “no necesito permiso”.

No habían iglesias derribadas en las provincias del Norte de China que visité, pero ciertamente habían iglesias que se estaban construyendo. Las miles de iglesias que fueron derribadas o confiscadas por órdenes del Partido durante los cincuenta y sesenta han sido casi todas reconstruidas o renovadas, a menudo con donativos extranjeros. Esto incluye la iglesia de la parroquia en Dongergou en la provincia de Shanxi que visité, donde las misas se han celebrado continuamente durante más de 220 años.

Recuerdo las caras de aquellos que asistían a misa allí. Llegaban media hora antes y pasaban tiempo entonando oraciones en chino clásico compuestas hace cientos de años. Para cuando empezó la misa, la iglesia estaba llena.
Muchas iglesias nuevas han sido construidas también, algunas veces con permiso oficial, a veces sin él. Esta es una área donde los laicos toman la iniciativa a menudo. En un pueblo, los parroquianos – muchos de ellos nuevos conversos – llevan a cabo encuentros de oración y misas ocasionales, cuando un sacerdote puede ir, en un establo abandonado. Les dejé un cheque para ayudar a construir una nueva iglesia.

Recuerdo las caras de 50 parejas de evangelizadores laicos de una parroquia que, llenos de devoción, viajaban en moto cada domingo por la mañana para evangelizar las comunidades vecinas. Habían asistido a misa en la iglesia de su parroquia la noche anterior, y luego el domingo en la mañana, después de recibir la bendición del sacerdote local, se pusieron en marcha hacia los pueblos que estaban a quince, treinta, e incluso cincuenta kilómetros para predicar el Evangelio.

Se reunieron con aquellos que estaban curiosos por saber acerca de la fe católica en las casas de la gente para leer la Biblia y rezar. Algunos de estos grupos de nuevos creyentes eran muy grandes para encontrarlos en la casa de alguien. Cuando el gobierno local les negó el permiso para construir una iglesia, construyeron en cambio un “salón social”. Una iglesia con cualquier otro nombre sigue siendo una iglesia, después de todo, siempre y cuando sea adecuadamente consagrada.

Al caminar por las calles de China, uno ve estos días a mucha gente usar cruces. Si les preguntas, te dirán que son cristianos, aunque resulte que de hecho no saben prácticamente nada de la fe. Uno se vuelve miembro de una iglesia doméstica yendo una vez. Uno se vuelve cristiano leyendo el Evangelio de Marcos y rezando una oración para aceptar a Jesús como tu Señor y Salvador. Estos son pasos importantes, para estar seguros. Pero la razón de porqué el número de protestantes en China está creciendo más rápidamente que el número de católicos es que la Iglesia católica pide mucho más de sus miembros.

Recuerdo los rostros radiantes de 26 niños que recibieron su Primera Comunión en la Catedral de la Inmaculada Concepción en Taiwán. Todos habían recibido varios meses de instrucción, se habían memorizado sus oraciones, y entendido el significado de la Eucaristía. Estaba feliz de ver que el número de niños y niñas era aproximadamente el mismo, algo inusual en China donde muchas bebés no nacen, víctimas de la política del ‘hijo único’ que deja en su mayoría a los niños.

Muchos obispos católicos están bajo arresto domiciliario por rechazar la autoridad de la Asociación Católica Patriótica China (PCA), una organización de fachada establecida por el Partido Comunista Chino para monitorear y controlar a los católicos. Esto incluye al obispo de Shanghai, el rev. Thaddeus Ma, que ha estado bajo arresto domiciliario en el seminario de Sheshan por más de dos años. El obispo Ma usó su misa de ordenación para anunciar que renunciaba a la PCA. Su anuncio fue recibido por 1,000 miembros de la comunidad con un estruendoso aplauso, que no es de sorprender dado lo mucho que los fieles católicos desprecian esa organización.

Recuerdo la cara de un sacerdote joven, a quien llamaban Joseph, que había planeando ir a Roma a estudiar bioética. El gobierno aún cree que es seminarista, me dijo. De hecho, ha sido ordenado por un obispo clandestino, pero lo mantiene en secreto. “Tan pronto como un buen obispo Patriótico venga a mi ciudad, seré ordenado por él”, me dijo. “Para que el Partido me reconozca como sacerdote, no sólo como seminarista. Tiene sus ventajas”. Lo que Joseph quería decir con “un buen obispo Patriótico” es un obispo que está reconocido por Roma y Beijing. Existen algunos, tales como el actual arzobispo de Beijing, Joseph Li Shan.

La conversión de China al Cristianismo ha tomado su tiempo en llegar. Los cristianos nestorianos llegaron a China en el siglo séptimo, pero lograron pocas conversiones. Los jesuitas llegaron en el siglo dieciséis, alimentando la esperanza de que, si convertían al emperador, millones de chinos lo seguirían. El gran jesuita Matteo Ricci impresionó al emperador Ming Wanli, que regaló a la Iglesia la tierra donde está ahora la Catedral del Norte en Beijing. Y uno de los sucesores del padre Ricci estuvo muy cerca de convertir al emperador Qing Shunzhi, que asistió a unas 24 misas en la misma iglesia. La historia del mundo sería muy diferente si lo hubieran logrado.

Hoy en día, cuatro siglos más tarde, el Espíritu Santo se mueve nuevamente de manera poderosa en esta antigua tierra, despertando los corazones y las mentes del pueblo chino al amor y el perdón de Dios.

El rostro humano de ese amor y perdón se puede ver en la nave este de la Catedral del Sur, donde está expuesto un bello retrato de la Virgen y el Niño. Ella lleva el atuendo de una emperatriz de Manchu, mientras que el Niño Jesús está vestido como el príncipe heredero de Manchú, el príncipe que un día reinará sobre toda China. Oremus.

Steven W. Mosher es el Presidente del Population Research Institute y el autor de Population Control: Real Costs, Illusory Benefits.

Tags:
chinacomunismocristianismo
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