Si quieres ser una personalidad libre y firme, tienes que imponerte a la presión externa y a las dificultades interioresLibertad se entiende como capacidad de decidirse y capacidad de realizar lo decidido. En una carta del año 1940, el Padre José Kentenich describe así la capacidad de decisión:
“El primer elemento consiste en la capacidad de decidirse con una cierta independencia a favor o en contra de una cosa o determinación, a pesar de la presión externa o dificultades interiores, a pesar del acoso del sentimiento o de los instintos, a pesar de las angustias, de las susceptibilidades personales y de las predisposiciones subconscientes y negativas”.
Sobre todo a los jóvenes les cuesta una barbaridad, como todos sabemos. El Padre es consciente que resulta difícil educar al hombre actual para que pueda decidirse por sí mismo. Por eso su gran preocupación de que aprendamos ese arte de la autodecisión.
En una oportunidad comentó: “Yo tengo contacto con una cantidad innumerable de personas. Yo apuesto a que si yo dijera a algunos de ellos: váyanse al campo de concentración y déjense cortar la cabeza, seguro de que se irían sin protestar. Pero si ellos mismos tienen que tomar la decisión, no lo lograrán nunca”. Y agrega: “Cuán pocos son capaces de decidirse por sí mismos, independientemente”.
Una excepción notable en esto fue José Engling. Sabía decidirse por sí mismo de modo rápido y certero. Y cuando descubrió una imperfección, aunque sea la más pequeña, decidió inmediatamente: esto no vuelvo a hacer, cueste lo cueste. Y lo llevó a la práctica consecuentemente, hasta el final de su vida.
Un joven que realizaba lo decidido
Capacidad de realización es “la capacidad de llevar a cabo con fuerza, las decisiones tomadas a pesar de las dificultades y limitaciones”.
En este aspecto lo podemos iluminar, otra vez, con el ejemplo preclaro de José Engling. El Padre Kentenich les había sugerido que cada uno rezara una oración de noche personal, además de la comunitaria.
De este modo quería asegurarla para fuera del seminario. Y José Engling, como siempre muy receptivo, decidió llevar enseguida a la práctica esa idea.
Dormían todos juntos en una sala grande. A la noche, José se arrodilló delante de su cama y rezó su oración personal. Y entonces todo el mundo lo miraba y empezó a tomarle el pelo. Al día siguiente tanto José como también los demás fueron a contarlo al Padre Kentenich.
A los jóvenes les dijo que le tomaran el pelo nomás, así correspondía. Y a José le aconsejó: si quieres ser una personalidad libre y firme, tienes que imponerte. Y no pasó mucho tiempo hasta que todo el mundo siguió el ejemplo de José Engling.
Un joven magnánimo
Magnanimidad es la bondad del corazón que en todo momento hace lo más posible para ser útil y complaciente para con los hermanos. El Padre habló mucho de esa magnanimidad, de ese amor servicial y generoso. Y también nos dio el ejemplo, por ejemplo cuando les dice a los jóvenes a los que dirigía espiritualmente:
“Me pongo enteramente a su disposición, con todo lo que soy y tengo; con mi saber y mi ignorancia, con mi poder y mi impotencia, pero, por sobre todo, les pertenece mi corazón.
También la santificación de la vida diaria nos explica que “el verdadero amor se siente infeliz cuando no puede ser útil, remediar, consolar, prodigar”.
Tendríamos que preguntarnos permanentemente: ¿cómo puedo servirles a mis hermanos? ¿Cómo puedo manifestarles mi grandeza de corazón en concreto?
El Ideal Personal de José Engling tendría que ser el lema de todos nosotros: Omnibus omnia, ser todo para todos. Y los que han de vivir la magnanimidad servicial en primer lugar, son los jefes: “no he venido a ser servido, sino a servir” (Mt 20,28), les dice el Señor.
También pueden ayudar a la reflexión estas preguntas: ¿Hemos conquistado la capacidad de decisión? ¿Tenemos el valor de decidirnos libremente, en situaciones difíciles, o en contra de lo que piensan los demás? ¿Y qué hacemos para educarnos a nosotros mismos y educar a nuestros hijos en ese campo?
José Engling, miembro de la generación fundadora de Schoenstatt, nació en un pueblo remoto en Prusia Occidental (entonces Alemania, hoy Polonia) y estudió en el Colegio Palotino en Schoenstatt.
José ofreció sus limitaciones físicas, éxitos y vastas experiencias de fracaso en el campo apostólico, su autoeducación y los contratiempos de su vida como soldado en el campo de batalla durante la Primera Guerra Mundial por el crecimiento y expansión de Schoenstatt.
El 31 de mayo de 1918 ofreció su vida por esta intención. Murió el 4 de octubre de 1918, cerca de Cambrai, en Francia.
Por el Padre Nicolás Schwizer