Menudo problema tenemos aquí. Nosotros tan imperfectos, seducidos a cada rato por las imágenes del mundo, por el anhelo de poseer más.
Muchas veces por nuestra poca fe nos lanzamos a buscar lo que no es nuestro, y lo que no nos conviene.
¿Has pensado por qué en nuestros diarios aparecen cada mañana tantas personas asesinadas? Casi siempre es por asuntos relacionados con las drogas y el dinero.
Decía un sacerdote: “Qué tristeza perder una brillante eternidad por un poco de tierra”.
La vida es tan efímera… Nos concentramos en todo, menos en lo que verdaderamente es importante: nuestra eternidad.
Sor María Romero, una monja salesiana, escribió sobre este tema:
“He reflexionado que pecando me coloco en el bando de Satanás, me alejo de mi eterno Padre, pierdo todos los bienes y me hago acreedora de una mala muerte y de una eterna condenación. Mientras, el alma que se mantiene adornada con la gracia de Dios, es digna de las complacencias del Señor… y vive como en la antesala del cielo”.