Cuidado con los antisistema que nos llevan a un régimen dictatorial y populista
El próximo viernes 28 de octubre se celebrará la segunda mesa redonda del Foro Cristianismo y Sociedad, organizado por la Comisión Diocesana de Justicia y Paz y la Fundación Crónica Blanca, en la Parroquia San Jerónimo el Real de Madrid. El tema no puede ser más actual: “¿Tiene arreglo la política?”.
El pasado lunes monseñor Ricardo Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal Española, en su discurso de inauguración de su Asamblea Plenaria, hacía un llamamiento a la sociedad española para recuperar la moral pública: “no podemos inhibirnos de la situación de la sociedad de la que formamos parte y a la que queremos servir.
Es una convicción generalizada y un clamor que resuena en todos los rincones, el que necesitamos como pueblo una regeneración moral. La noticia de tantos hechos que nos abochornan, desmoralizan y entristecen debe llevarnos a detectar las causas y a cambiar el curso de las cosas (…) Sin conducta moral, sin honradez, sin respeto a los demás, sin servicio al bien común, sin solidaridad con los necesitados, nuestra sociedad se degrada”.
La situación de descrédito de los políticos es gravísima. Y ante esta situación siempre están al acecho los desestabilizadores del sistema político, de uno o de otro extremo (los extremos en este caso no es que se toquen, es que se igualan), que amenazan las libertades públicas que con tanto trabajo se conquistaron hace décadas.
Estamos muy mal, pero podríamos estar infinitamente peor si los antisistema nos llevan, como de hecho amenazan llevarnos, a un régimen dictatorial y populista como rige en algunos países iberoamericanos.
La pelota, de todos modos, no está aún en el tejado de los extremistas. La pelota aún esta en nuestro tejado. No sólo para no pasársela, imbuidos por la tentación del castigo a la “casta” política, sino para algo mucho más importante: regenerar la sociedad, como único medio para también regenerar la política. Y no se trata de una regeneración a base de cambios en las reglas del juego o de cambios en las personas, sino de una profunda regeneración moral.
La misma sociedad civil que hoy clama escandalizada por la tremenda proliferación de casos de corrupción, ayer, en cierta medida, mantenía una silenciosa connivencia con la situación. Aquí, como en Fuenteovejuna, o ninguno, o todos a una.