Es interesante el momento político que vivimos actualmente en España. Es interesante porque se están sucediendo acontecimientos, declaraciones, posicionamientos… que trascienden lo español y que me están dando que pensar, y mucho, sobre ciertas cosas que parecen siempre resueltas y obvias. Abundan las preguntas y escasean las respuestas. Vamos por buen camino.
Ayer por la noche, en la cadena de TV La Sexta, la periodista Ana Pastor entrevistó al secretario general de la nueva formación política en España, Podemos. Pablo Iglesias, un hombre que domina el medio, el discurso y la imagen personal, se prestó a dar la cara y someterse a un tercer grado sobre lo que Podemos propone, sobre lo que harían si gobernara, sobre lo que han dicho y lo que todavía no han hecho…
Lo primero sorprendente es comprobar las reacciones de la gente. En la red esto es fácil. ¿Conclusión? Cada uno ve lo que quiere ver y nadie hace el esfuerzo por ir más allá de las ideas con las que ya se sentó a ver la entrevista. Unos elogian al político que va a cambiar el mundo, otros alaban que dé la cara como si eso fuera suficiente, otros denigran su "utopía", otros le retratan como un fracasado y acorralado pececillo que ayer se dio de bruces con la realidad. No sé. Yo soy menos de blancos y negros y más de grises. Yo creo que la entrevista estuvo muy bien. Me gustó verla. Puso de manifiesto carencias de Podemos, una gran falta de concreción y una fuerza teórica importante pero poca visión práctica de cómo llevarla a cabo. Y luego plasmó ideas de Pablo Iglesias sobre determinados aspectos: bases americanas, deuda, vivienda, medios de comunicación, educación concertada, etc. Uno puede estar de acuerdo o no. Y ya está. No pasa nada.
Lo que me preocupa es que España, con respecto a Podemos, se debate entre la ilusión y el miedo. Hay una parte de la población que se ha sumado al discurso, que lo suscribe. ¿Problema? Que suscribir un discurso completo es complicado y parece que a muchos les mueve sólo la ilusión por el cambio por encima de otros argumentos. ¿Es el cambio bueno en sí mismo siempre? ¿Puede uno "tragar" con determinados planteamientos y opciones sólo porque sí suscribe otras? ¿Hay principios innegociables, como diría una amiga mía, o no? Pero es que los "otros", los del miedo, están aterrorizados. También Pablo Iglesias les ha conquistado en el terreno emocional, como a los primeros. Y atacan, descalifican, denigran… aspectos o cosas que son buenas, ¿por qué no? Yo, como ciudadano y como catolico, suscribo determinadas propuestas y planteamientos de Podemos. Claro que sí. Y también creo que es bueno generar ilusión y tener un sueño y luchar por él. Y creo que es bueno decirle a la gente que se puede cambiar un sistema que sabemos que es corrupto, injusto y que no prioriza a la persona sino al Dios-dinero.
Unos tachan de populismo lo que para otros es creer en la utopía. ¿Qué seríamos los cristianos sin nuestra "utopía" de un mundo mejor? ¿No es verdad que como creyentes luchamos cada día por cambiar lo injusto,lo que se aleja de Dios? ¿No es cierto que educamos a nuestros hijos y a nuestros jóvenes para que crean, para que mantengan vivo el sueño, la fe? ¿No es cierto que muchas veces nos lanzamos a proyectos sin saber cómo los llevaremos a cabo? ¿Es eso malo? ¿Es malo creer? Yo creo que no. Y es precisamente lo que la sociedad echa en falta.
Yo no voy a votar a Podemos. Hay mucho que me distancia mucho. Detecto también mucha ingeniería de imagen y de decir lo que queremos oír. Es verdad. Pero no todo es malo. Yo me niego a atacar a alguien en su creer que es posible cambiar, que es posible hacer lo que los ciudadanos decidamos, que es posible aspirar a un mundo mejor, que es posible romper un sistema que no nos gusta y que, si nos gusta es porque nos conviene aunque el pobre siga siendo más pobre. No se puede atacar lo bueno de otro. Me parece, incluso, inmoral. Programa contra programa, ideas contra ideas, principios contra principios. Pero no nos equivoquemos de objetivo.
Como católico puedo disentir en muchas cosas con Pablo Iglesias pero me equivocaría si ataco su aspiración por un mundo más justo, menos desigual, más democrático y menos esclavo del dinero.
@scasanovam