San Martín de Tours (también llamado san Martín Caballero) nació en la actual Hungría en torno al año 316, en una familia pagana. Su padre era militar.
Estando en Amiens (Francia) como soldado, un día de frío invierno se encontró con un mendigo. Martín dividió su capa en dos y le dio una parte al pobre.
Jesucristo en sueños
Aquella noche, en sueños se le apareció Jesús que le decía: “Martín, hoy me cubriste con tu manto”.
Inmediatamente Martín –que ya era catecúmeno- se hizo bautizar y renunció a la milicia. Le dijo a su general: “Hasta ahora te he servido como soldado. Déjame que de ahora en adelante sirva a Jesucristo propagando su santa religión”.
Viajó a Poitiers, donde lo instruyó el obispo san Hilario. Le cedió unas tierras apartadas y allí fundó el que sería el primer monasterio de Francia.
Alcanzó fama de santidad en vida hasta tal punto que, por mucho que se resistía, en el 371 fue designado obispo por aclamación popular.
Su dedicación a las almas fue heroica. Sorprendía por gestos como oponerse a la tortura de los prisioneros. Fundó las primeras parroquias rurales de Francia.
Falleció en el 397 después de una larga vida dedicada a la oración, la formación de los sacerdotes y la evangelización de los pobres.