Una sana acción pastoral pide que el sacerdote no delegue tanto en los ministros extraordinarios la visita a los enfermos de su parroquia y vaya con mayor frecuencia a atenderlos.
Se debe tener en cuenta que esos enfermos necesitan otros sacramentos, como la penitencia y, si es el caso, la unción de enfermos, que sólo el presbítero puede administrar.
Creo que muchos de los enfermos agradecerán ver que el párroco les trata con afecto y se interesa sinceramente por ellos, de modo que no tengan la impresión de que cuando llegan a la ancianidad o a la enfermedad, ya no interesan.
Pero en muchas ocasiones, por causas legítimas, el sacerdote se ve obligado a recurrir a los ministros extraordinarios para que lleven la comunión a los enfermos a sus casas.
Es así que muchos ministros extraordinarios cumplen con una obra de misericordia muy meritoria, como es la de visitar a los enfermos, además de que llevan el verdadero consuelo a tantos enfermos y ancianos: la Eucaristía.
A los ministros extraordinarios de la sagrada Comunión tienen el encargo de llevar la Eucaristía a los enfermos, ancianos u otros impedidos, les pueden ayudar las siguientes indicaciones:
1.- El ministro extraordinario de la comunión intentará ir acompañado al menos por otra persona madura y de conducta recta.
2.- Evitar llevar la sagrada comunión a los enfermos sin la expresa autorización del párroco.
3.- Para realizar esta función cada ministro extraordinario debe contar con un porta viático donde llevará con dignidad y reverencia el Cuerpo de Cristo, así como un ejemplar del Ritual de la Sagrada Comunión fuera de la Eucaristía.
4.- El ministro extraordinario no debe tener acceso directo al sagrario. “Quien cuida de la Iglesia u oratorio ha de proveer que se guarde con la mayor diligencia la llave del sagrario en el que está reservada la santísima Eucaristía” (Can 938,5).
5. El ministro extraordinario deberá instruir previamente a las personas -y a sus familias- que van a visitar sobre las razones de este servicio extraordinario.
6. Deberán tener conocimiento de las personas a quienes se va a visitar, y cuidar que las mismas sepan el día y hora de la visita. De ninguna manera deberán presentarse de improviso o ir a lugares donde la sagrada Eucaristía pueda correr el riesgo de una profanación por indiferencia u otra causa grave.
7.- La sagrada Eucaristía deberá ser entregada al ministro extraordinario por un ministro ordinario. El ministro extraordinario no puede sacar la sagrada forma directamente del sagrario. Una vez recibidas las hostias las llevará inmediatamente a los enfermos.
8.- Asimismo deberá pedir que en el lugar donde se va a distribuir la sagrada Comunión se prepare una mesa a manera de altar, que esté cubierta con un mantel blanco, y donde esté colocada una cruz pequeña y un cirio encendido.En dicha mesa el ministro extraordinario depositará el porta viatico con la sagrada hostia en su interior hasta el momento de darle la Comunión a la persona.
9.- Al finalizar la distribución de la Comunión, si han quedado hostias, se devolverán inmediatamente a la iglesia para que queden reservadas en el sagrario. Es un abuso contra la Eucaristía el quedarse con las hostias consagradas en la propia casa o en otro lugar. “A nadie le está permitido conservar en su casa la Santísima Eucaristía o llevarla consigo en los viajes, a no ser que lo exija una necesidad pastoral y observando las prescripciones dictadas por el obispo diocesano” (Can 935).
10.- Cuando los ministros extraordinarios realicen este servicio deberán, bajo grave responsabilidad, dedicarse única y exclusivamente a distribuir la Comunión a las personas que van a visitar y no combinar la visita con otras acciones o actividades.