Tras varios años formando en hostelería, la ong CESAL promueve servicios de restauración y “catering” para empresas y particulares
“No nos interesa solo que sean buenos chicos y que aprendan, sino que evolucionen como personas, que se conviertan en protagonistas de sus vidas”, subraya Pablo Llano, director de esta organización, que desarrolla su actividad en un barrio de inmigrantes de Madrid, atenta “a responder a las necesidades que nos encontrábamos”.
De esta atención por el entorno, y aparte de sus proyectos exteriores de desarrollo, han ido naciendo con los años, entre otras, una escuela de hostelería, la escuela de padres “para poder responder a las dificultades –advierte Llano- por las que pasan muchos progenitores en la educación de sus hijos”, donde la falta de trabajo o la soledad son el caldo de cultivo para la marginación. Desde mayo pasado, anudan la trayectoria anterior con “CESAL Formación y Restauración SLU”, con la que han conseguido varias empresas y instituciones a las que dan servicio de hostelería y, así, que, con el trabajo, sus alumnos de las periferias puedan recuperar “el gusto por vivir”.
-Sois una ong, pero habéis creado recientemente una empresa social, ¿qué ha motivado esta actuación?
Desde hace unos años CESAL ha apostado por la formación y el empleo de los más jóvenes de nuestra sociedad. En este recorrido a finales de marzo de este 2014 inauguramos, con el apoyo de empresas, fundaciones e instituciones públicas la Escuela de Hostelería de CESAL. Este paso no fue forzado, sino fruto del responder a las necesidades que nos encontrábamos, a disponer y tener un lugar, un espacio donde poder acompañar a los chicos y las chicas.
En esta escuela formamos a futuros cocineros y camareros, pero no todos llegan a tener un trabajo. En este año el 75% de los jóvenes que formamos con el chef Chema de Isidro en cocina encuentran un trabajo. Pero ¿y el resto? ¿qué ocurre además con la sostenibilidad de la escuela?
En este camino, como hemos dicho anteriormente respondiendo a la realidad que nos hemos ido encontrando, se hacía evidente dar otro pasito y crear una empresa de carácter social, gracias al apoyo de la Obra Social La Caixa, que hemos denominado “CESAL Formación y Restauración SLU”. Se trata de una empresa social que ofrece servicios de restauración y catering a particulares y empresas.
-¿Cuáles son los objetivos que os planteáis?
Nuestro principal objetivo es dar trabajo y formar a los jóvenes que nos encontramos en riesgo o situación de exclusión social. Además, el futuro beneficio que se obtenga del devenir empresarial será reinvertido en nuestra misión institucional fortaleciendo esta intervención de carácter social y formativo.
-¿Os dedicáis mayormente a los colectivos de inmigrantes latinos
CESAL no se dedica a formar a colectivos de inmigrantes exclusivamente latinos sino a cualquier joven, español o inmigrante, que se acerque a nosotros. El hecho es que CESAL gestiona desde el 2007 en el distrito de Tetuán de Madrid el Centro Hispano-Dominicano, un centro de integración y participación de esta población inmigrante, y por ello la mayoría de la población que atendemos tiene esas características.
-¿Qué perfil deben reunir las personas que seleccionáis para este proyecto?
Lo que realmente permite a un joven adaptarse al proyecto de formación es el paso que se le pide que dé. CESAL realiza una serie de sesiones de habilidades sociales con los jóvenes interesados en los cursos de hostelería. A partir de estas sesiones los jóvenes aprenden a tener hábitos, a relacionarse con el entorno y otras personas, nociones para la realización de currículos, etc. Es en ese momento donde CESAL selecciona a aquellos que intuye que desean dar un verdadero paso definitivo en su vida y que quieren ser cocineros o camareros. Por tanto, no escogemos a los mejores o a aquellos que tengan mayores habilidades, sino a los que tengan una mayor predisposición.
En sí nuestra formación no solo permite aprender un oficio, sino que es una formación para la vida, para ayudarles a ser personas autónomas y maduras.
-¿Con qué apoyos os habéis encontrado para montar la escuela de hostelería? Por cierto, ¿cuál es su nombre?
Hemos contado con el apoyo de diferentes instituciones públicas y privadas. Lo cierto es que se han volcado con CESAL. Desde la Parroquia Santo Tomás Apóstol que nos cedió un local que tenían en el barrio de Bilbao, cercano al cementerio de la Almudena, la Fundación Juan Entrecanales de Azcárate que financió las obras de remodelación del local, instituciones como CEPSA, COFACE, Fundación Barclays, Fundación Caja Madrid y Obra Social La Caixa que nos apoyaron con los cursos y la Dirección de Migraciones del Ministerio de Empleo, a través del Fondo Social Europeo, y la Dirección General de Inmigración de la Comunidad de Madrid.
El nombre es sencillo. Escuela de Hostelería de CESAL.
-Como ya habéis desarrollado formación en hostelería, ¿habéis asumido la gestión de cafetería en alguna empresa u organización?
Desde la creación de la empresa social, el 22 de mayo de este año, muchos son los particulares y empresas que ya han confiado en CESAL Formación y Restauración bien para realizar la comunión de sus hijos, las cenas de amigos e incluso desayunos o almuerzos empresariales.
Pero ha sido el mes de septiembre el que ha traído grandes noticias para esta iniciativa social: hemos asumido el comedor de la empresa ETS y la cafetería del Colegio Internacional J.H. Newman de Madrid.
-¿En qué actitudes y aptitudes habéis experimentado un cambio en los asistentes a los cursos de hostelería y, actualmente, en la escuela?
Nosotros nos comprometemos con estos jóvenes desde el primer momento en que les conocemos. Les acompañamos no solo en la formación, como hemos dicho anteriormente, sino una educación para la vida, para ser autónomos y responsables. Por tanto, no nos interesa solo que sean buenos chicos y que aprendan, sino que evolucionen como personas, que se conviertan en protagonistas de sus vidas. Y por eso, continuamos siguiendo su recorrido cuando están trabajando y posteriormente en el desarrollo de su vida. Una de las principales motivos para la creación de la escuela de hostelería es que estos chicos y chicas tengan un sitio al que volver, en el que compartir sus dificultades, alegrías e ilusiones.
-¿Creeis que, como dice el Papa Francisco, estáis trabajando en las periferias existenciales?
La última campaña Manos a la Obra que CESAL realizó en las navidades del pasado año, y desarrollada en más de 30 ciudades de España, se tituló “Formación y empleo juvenil. En las periferias surge el desarrollo”. En esta campaña afirmábamos que “En las periferias del mundo hay una humanidad que renace. No hay contexto de pobreza, falta de oportunidades o violencia que impida a una persona reconocer la necesidad que tiene. El desarrollo, lo que permite cambiar a las personas y al mundo, es el encuentro con una mirada de afecto que hace despertar lo humano. Y CESAL es una institución que mira así”. Con la escuela de hostelería no solucionamos el problema del desempleo en el mundo pero contribuimos a poner ejemplos de personas que renacen, que se ponen en movimiento, que se vuelven protagonistas. No se trata de otra cosa que una propuesta que rescata el valor de estos jóvenes sumidos en una gran depresión social y existencial, haciéndoles descubrir su identidad, su dignidad y sus propias capacidades para, a partir de ahí, formarles y que sean capaces de superar los retos de un trabajo y estén en condiciones de afrontar el futuro con confianza.
-En el anterior sentido, ¿cuáles son las principales necesidades que veis en vuestros alumnos y en sus familias?
La principal carencia que percibimos es que verdaderamente vivan como adultos, comprometidos con su vida y, en el caso de los adultos, con la vida de sus hijos e hijas. En CESAL hemos creado una escuela de padres para poder responder a las dificultades por las que pasan muchos progenitores en la educación de sus hijos.
En el caso de los jóvenes que nos encontramos, aquellos que siempre hemos considerado el “fruto de la sociedad”, son chicos y chicas que “matan el tiempo” en un banco de un parque del centro de la ciudad, o que vagabundean por calles sin saber qué esperar. Muchos de ellos han perdido el gusto por la vida, sin referentes sociales claros, viviendo en condiciones económicas difíciles y sin una formación que les permita salir de la espiral en la que se encuentran.
Lo cierto es que aunque la situación es dramática en adultos y en jóvenes, son estos últimos los que más reclaman nuestra atención. Lo cierto es que ya han pasado por CESAL más de 400 jóvenes que han comenzado a caminar con nosotros. Lo primero restableciendo su dignidad: devolverles su seguridad y el deseo de afrontar la realidad, por más dura que esta sea, y recuperando el gusto por vivir.