Una lectora me escribió hace poco preguntando: “¿Cuáles son las vitaminas para el alma?”. Lo he pensado un rato. Estas son las vitaminas que suelo tomar y que me han ayudado a recorrer el Camino. Hay muchas más. Las irás descubriendo a lo largo de tu vida.
1) LAS BUENAS OBRAS
Estamos hechos para amar. Es algo que el tiempo nos hace olvidar, pero lo recordamos al ver el ejemplo de personas como la Madre Teresa de Calcuta, Sor María Romero y muchos santos anónimos a nuestro alrededor.
Haz buenas obras. Dios te ha dado mucho y es tiempo que compartas con los demás esas gracias, tus dones.
Me pasa que veo a un pobre y recuerdo estas palabras de san Alberto Hurtado: “El pobre es Cristo”, y corro a encontrarme con Jesús en él.
A veces hacemos estas buenas obras, sin pensarlo, sin esperar nada a cambio, pero trascienden, van más allá de lo que podríamos pensar.
El domingo caminaba con mi hijo de 10 años por un mercado muy concurrido, vimos un pobre pidiendo limosna. Le di una sonrisa y una limosna. Mi hijo me dijo: "Papá, dame una moneda". Pensé que se compraría algo y, en lugar de ello, la depositó en las manos de este hombre.
Tu ejemplo vale más de lo que piensas.
2) LA ORACIÓN
Unos la llaman “la respiración del alma”. Yo solía pensar que la oración era el lenguaje de Dios, la forma como nos comunicábamos con Él. Ahora pienso que es mucho más… Es permanecer en Su presencia amorosa.
Cuando rezamos estamos ante Su presencia. Él nos ve y sonríe complacido.
En lo personal, además del Padre Nuestro, me gusta mucho la oración del nombre de Jesús. Es una oración continua en el corazón: “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí que soy Pecador".
Es una bella oración, muy corta, que puedes repetir como una jaculatoria. Yo suelo hacerlo y me trae mucha paz. Me ayuda a mantener Su presencia, a sentir que caminamos juntos, que no estoy solo.
2) LOS SACRAMENTOS
Los sacramentos de nuestra Iglesia son un tesoro, sobre todo la Eucaristía. Cuando veo una Misa donde van pocas personas suelo decirme: “Si las personas supieran…”.
Hoy, de pronto pensé que durante la Eucaristía nos dan las llaves del cielo. Unas llaves doradas y hermosas. Podemos guardarlas y olvidarlas en el bolsillo, arrojarlas, o mantenerlas brillantes. Depende de nosotros.
Recibimos tantas gracias durante la Eucaristía… Si tuviéramos conciencia de ello, lo veríamos todo maravillados, sorprendidos por el inmenso Amor de Dios.
3) LEER LIBROS DE ESPIRITUALIDAD
Lee sobre todo las vidas de los santos.
Hay tantos libros, bellísimos, como HISTORIA DE UN ALMA de santa Teresita del Niño Jesús. Aprendes mucho. Descubres que los santos fueron personas corrientes, a las que el buen Jesús un día animó y decidieron vivir para Él.
Sé de muchos que han cambiado sus vidas después de leer un libro espiritual. Son un gran alimento para el alma. No tienes idea cuánto me ayudan en mi búsqueda de Dios.
4) CONFIAR EN DIOS
Sé que Dios tiene un plan estupendo para ti y para mí. No lo entiendo, muchas veces no lo comprendo, así que he decidido sencillamente “confiar”. Sé que al final será lo mejor para mí.
He notado que cuando confío, el buen Jesús se complace y ocurren cosas extraordinarias. Es como si me dijera: “Muy bien, Claudio”.
5) VISITA CON FRECUENCIA A JESÚS EN EL SAGRARIO
Solía trabajar en una empresa a la que llegaban muchas personas a contarme sus inquietudes. Las escuchaba atento y luego tomaba un papelito y escribía: “Ve al Sagrario. Visita a Jesús”.
No conozco ninguna que no haya sido tocada por Dios. A los días regresaban sorprendidos a contarme cómo el buen Jesús había cambiado sus vidas.
Supe de uno que decidió hacerle una visita diaria a Jesús en el Sagrario. Iba por las mañanas, camino del trabajo y cuando encontraba las puertas de la Iglesia cerradas se arrodillaba afuera y le decía emocionado: “Aquí estoy Jesús”.
8) REZA EL ROSARIO
Esta bella oración ha traído mucha paz y consuelo a las personas a las que les recomiendo rezarlo. Recuerdo una joven que atravesaba una situación muy difícil. “Reza el Rosario”, le sugerí. Al día siguiente me contó cómo, por primera vez en mucho tiempo, había encontrado una paz sobrenatural y la certeza que todo se solucionaría.
Como ejercicio reza esta noche el santo Rosario.
9) PERDONA DE CORAZÓN
A menudo no podemos perdonar. No sabemos cómo.
Me ocurrió hace algunos años. En un trabajo cometieron una injusticia contra mí. Recuerdo que conducía el auto hacia mi casa y le decía a Jesús: “Quiero perdonar, pero no sé cómo. Si no me enseñas, jamás podré hacerlo”.
En ese momento me pareció ver a Jesús clavado en la cruz, con el rostro golpeado, ensangrentado y el cuerpo desfigurado, sufriendo terribles dolores. En ese momento alzó la mirada al cielo y dijo: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.
“¡Dios santo!”, exclamé, “¡Esa es la respuesta!” Perdonas a los demás porque no saben lo que hacen. Desde ese momento se me hizo muy sencillo perdonar, olvidar y amar a esas personas que me hicieron daño.
10) LA VIDA ES MUY CORTA, NO LA DESPERDICIES
Sé que la vida es apenas un suspiro. Haz que sea de provecho. Gástala en algo que valga la pena. Algo grande… “DIOS”. Y tu vida será una gran aventura.