El lanzador de los Orioles de Baltimore pudo bautizarse, comulgar y contraer un matrimonio cimentado sobre roca
Desde que se dedica al béisbol, el mayor triunfo del exitoso Raymond Thomas, “Tommy” Hunter, no ha sido precisamente usando sus voluminosos guantes de cuero, lanzando o sosteniendo una pelota. Ni siquiera, dice, es algo merecido… Su mayor triunfo ha sido “el regalo de la fe”
Cuando el experimentado lanzador de los Orioles de Baltimore (USA) decidió bautizarse, recibir la primera comunión, confirmarse y casarse por la Iglesia, sorprendió a familiares, amigos, compañeros de equipo y seguidores… según señala el medio Catholic Review, que difundió la buena nueva.
Experiencia de Dios postergada
Hunter fue criado en una familia metodista y cursó la secundaria en una escuela católica en Indianápolis, Indiana. Luego ingresó a una universidad en Alabama, y se relacionó con algunos miembros de cultos bautistas al sur de Estados Unidos. Pero no permanecía con nadie. Resistía, dice, la experiencia de Dios.
Dadas sus características físicas, Hunter en un comienzo se dedicó a las artes marciales y mal no le iba. Con sus 117 kilos de peso, alta estatura, habilidades y buena técnica pudo ganar dos veces los juegos Olímpicos juveniles en la categoría Judo.
No obstante, la afición al béisbol, cimentada desde pequeño con amigos pudo más. Debutó el 2007 defendiendo los colores de los Rangers de Texas. Permaneció allí por tres años para luego ser el lanzador baluarte en los Orioles de Baltimore.
El camino a la fe y la oración de su esposa
El año 2011 su vida comenzó a ser algo más que acumular logros en el juego. Hunter conoció a Ellen, una joven terapeuta ocupacional proveniente de Ohio y que era católica.
Comenzaron un noviazgo y el testimonio orante de Ellen, dice el propio Tommy, fue provocando su transformación espiritual. Así fue como decidió participar en una comunidad que ofertaba a sus miembros, el difundido Ritual de Iniciación Cristiana de Adultos (RICA).
Formándose en la fe, viviéndola junto a quien amaba y a otros que iniciaban con él ese caminar, tuvo claro lo que Dios le ofrecía. Los sacramentos llegaron como una gracia y el matrimonio en la catedral de María Nuestra Reina, estaba así, precisa, construido sobre roca…
“Mi esposa estuvo allí para ayudarme y guiarme por el camino, y no puedo estar más agradecido”, y agrega, “yo era un caso perdido antes de conocerla”.
El testimonio de este deportista ha sorprendido incluso a los presbíteros que acompañaron a la pareja.
“Me impresionó que era algo muy en serio para él", dijo el obispo de la diócesis de Baltimore, monseñor Denis Madden, y puntualiza que demostró interés pese a los escasos tiempos que tenía para las charlas. "Asumir estos compromisos durante la vida adulta es muy significativo…”.
Hoy si bien asistir a misa siempre junto a su esposa es algo difícil durante la temporada de béisbol, ellos participan regularmente en las iniciativas pastorales y sacramentales de la parroquia San Casimiro en la localidad de Canton.
Haciendo gala de su conocido humor agrega que comulgar y participar en la Eucaristía “definitivamente da -se detiene en esta palabra sonriendo- estabilidad en mi vida".
Artículo publicado en Portaluz