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El 2 de noviembre es un día especial para pedir que los familiares y amigos que murieron -y también aquellos fallecidos de los que nadie se acuerda- disfruten de la resurrección como Cristo.
Muchos lo hacen en los cementerios.
Es una buena oportunidad para recordar a fallecidos, con distintas formas y oraciones, como esta del papa Francisco:
Oración
Dios de infinita misericordia,
confiamos a tu inmensa bondad
a cuantos han dejado este mundo para la eternidad,
donde Tú esperas a toda la humanidad,
redimida por la sangre preciosa de Jesucristo,
muerto en rescate por nuestros pecados.
No mires, Señor,
tantas pobrezas, miserias y debilidades humanas
con las que nos presentaremos ante el tribunal
para ser juzgados para la felicidad o la condena.
Míranos con la mirada piadosa
que nace de la ternura de tu corazón,
y ayúdanos a caminar en el camino de una completa purificación.
Que ninguno de tus hijos se pierda en el fuego eterno,
donde ya no puede haber arrepentimiento.
Te confiamos, Señor, las almas de nuestros seres queridos,
y de las personas que han muerto sin el consuelo sacramental
o no han tenido manera de arrepentirse
ni siquiera al final de su vida.
Que nadie tenga el temor de encontrarte
después de la peregrinación terrenal,
en la esperanza de ser acogidos
en los brazos de la infinita misericordia.
La hermana muerte corporal
nos encuentre vigilantes en la oración
y llenos de todo bien,
recogido en nuestra breve o larga existencia.
Señor, que nada nos aleje de ti en esta tierra,
sino que en todo nos sostengas
en el ardiente deseo de reposar serena y eternamente.
Amen.
El de los difuntos es un buen día también para meditar sobre el más allá, donde los que ya murieron y nuestro Padre Dios nos espera para darnos un abrazo. Pensar en cómo la eternidad empieza ya en nuestra vida de cada día...
Día de Muertos
Desde los orígenes de la humanidad, las personas siempre han dedicado atención a los difuntos y en las distintas culturas se han desarrollado muchísimas tradiciones.
En la Iglesia católica, el 2 de noviembre los sacerdotes pueden celebrar tres misas por los difuntos y los fieles ganan indulgencias plenarias.