En su homilía de este viernes, el Papa afirma que el amor, no el aferrarse a la ley, es lo que abre la puerta a la esperanza
Los cristianos aferrados a la ley que dejan de lado la justicia y los cristianos vinculados al amor que dan pleno cumplimiento a la ley: este ha sido el tema del que habló el Papa Francisco en la Misa de este viernes en la Casa Santa Marta.
En el Evangelio del día, Jesús pregunta a los fariseos si es lícito o no curar en sábado, pero ellos no responden. Él, entonces, coge de la mano a un enfermo y lo cura.
Los fariseos, destacó el Papa, puestos frente a la verdad, callan “pero murmuraban por detrás… tratando de hacerle caer”.
Jesús reprende a esta gente que estaba “aferrada a la ley, que había olvidado la justicia”, hasta negar finalmente la ayuda a sus padres ancianos con la excusa de haber dado todo al Templo. “Pero, ¿qué es más importante, el cuarto mandamiento o el Templo?”, preguntó el Papa.
“Este camino de vivir aferrado a la ley los alejaba del amor y de la justicia. Cuidaban la ley olvidando la justicia; cuidaban la ley, olvidaban el amor” -advirtió Francisco-. Eran modelos: eran los modelos a seguir”.
“Y Jesús, para esta gente, sólo encuentra una palabra: hipócritas –prosiguió el Papa-. Por una parte, vais por todo el mundo buscando prosélitos: buscáis, ¿no? Después cerráis la puerta. Hombres de clausura, hombres aferrados a la ley, a la letra de la ley, no a la ley, que la ley es amor; a la letra del amor, que siempre cierran las puertas de la esperanza, del amor, de la salvación… Hombres que sólo saben cerrar”.
“El camino para ser fieles a la ley sin dejar de lado la justicia, sin olvidar el amor”, prosiguió el Papa citando la Carta de San Pablo a los Filipenses, “es el camino inverso: del amor a la integridad, del amor al discernimiento, del amor a la ley”.
“Este es el camino que nos enseña Jesús, totalmente opuesto al de los doctores de la ley –explicó-. Y este camino del amor a la justicia lleva a Dios”.
“Sin embargo, el otro camino, el estar aferrado sólo a la ley, a la letra de la ley, lleva a la cerrazón, lleva al egoísmo –continuó-. El camino que va del amor al conocimiento y al discernimiento, al pleno cumplimiento, lleva a la santidad, a la salvación, al encuentro con Jesús”.
“Sin embargo, este camino lleva al egoísmo, a la soberbia de sentirse justos, a esa santidad de la apariencia entre comillas ¿no? –insistió-. Jesús dice a esta gente: ‘Pero, a vosotros os gusta haceros ver por la gente como hombres de oración, de ayuno…’ mostrarse ¿no? Por esto Jesús dice a la gente: ‘Haced lo que os dicen, no lo que hacen’”.
Estos, observa el Papa, “son los dos caminos y hay pequeños gestos de Jesús que nos hace entender este camino del amor al pleno conocimiento y al discernimiento”.
Francisco dijo que Jesús nos toma de la mano y nos cura…: “Jesús se acerca: la cercanía es la prueba de que vamos por el camino verdadero. Porque es exactamente el camino que ha elegido Dios para salvarnos: la cercanía. Se acercó a nosotros, se hizo hombre”.
“La carne: la carne de Dios es el signo, la carne de Dios es el signo de la verdadera justicia –añadió-. Dios, que se ha hecho hombre como uno de nosotros, y nosotros, que debemos hacernos como los demás, como los necesitados, como los que necesitan nuestra ayuda”.
“La carne de Jesús, afirmó el Papa, “es el puente que nos acerca a Dios… no es la letra de la ley: ¡no! En la carne de Cristo, la ley tiene el pleno cumplimiento” y “es una carne que sabe sufrir, que ha dado su vida por nosotros”.
“Que estos ejemplos, este ejemplo de cercanía de Jesús, del amor a la plenitud de la ley -concluyó el Papa Francisco- nos ayuden a no resbalar hacia la hipocresía: nunca. Es muy feo, un cristiano hipócrita. ¡Muy feo! Que el Señor nos salve de esto”.