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República Democrática del Congo: Más de 500.000 mujeres violadas

Caddy-Adzuba – es

The Advocacy Project / Flickr CC

Manos Unidas - publicado el 28/10/14

Clamor por la paz en la República Democrática del Congo de la periodista Caddy Adzuba, galardonada con el Príncipe de Asturias de la Concordia

La ceremonia de entrega de los Premios Príncipe de Asturias, que tuvo lugar el viernes 24 de octubre en Oviedo, fue el lugar en el que la la periodista congoleña Caddy Adzuba, galardonada con el Príncipe de Asturias de la Concordia, pronunció uno de los más emotivos discursos que se recuerdan desde que se instituyeran estos reconocimentos en el año 1981.

Manos Unidas quiere hacerse eco de unas palabras pronunciadas desde lo más profundo de un corazón que grita pidiendo justicia para la mujer congoleña, que lleva "18 años sufriendo: 18 años de tortura, 18 años de destrucción, 18 años de huida errante y desplazamiento, 18 años de pobreza extrema".

Extractamos algunos párrafos de un discurso que recibió una de las ovaciones más sentidas de la tarde ovetense. 

"Hubiese querido que este honor fuera recibido por las miles de mujeres congoleñas, víctimas de la guerra y de la violencia sexual y despojadas de todo honor desde que sus cuerpos fueron transformados en campos de batalla.

Hoy, la mujer congoleña víctima de los conflictos armados, violentada y violada, ha perdido toda su dignidad y vive en la deshonra. Ella, cuyos órganos genitales fueron sometidos a los ultrajes más viles, condenada a la esclavitud sexual y rechazada por su propia comunidad, lleva 18 años sufriendo"

Los niños nacidos de esta atrocidad que es la esclavitud sexual en tiempos de guerra, son a su vez víctimas de violaciones cuando son niñas, y reclutados a la fuerza en las bandas armadas cuando son niños: un círculo vicioso de sufrimiento y desolación que pone directamente en peligro el futuro de la nación congoleña.

No, nuestra guerra no ha terminado. Estamos en guerra. Una guerra que, intencionadamente, se ha relegado en el olvido.

Ante esta situación, nos tenemos que preguntar: ¿Por qué esta guerra? ¿Por qué tanto sufrimiento para las mujeres violadas? La paz y la dignidad humana, ¿son un lujo para las mujeres pobres? ¿Están condenadas a sufrir los horrores de una guerra que no han planificado ellas?

La República Democrática del Congo es víctima de la inmensa riqueza de su subsuelo.

Permítanme pedir cuentas a ciertas empresas multinacionales que, en busca de sus propios intereses, han contribuido a asolar a sangre y fuego este gran y hermoso país de Congo, arrebatándoles así la vida a más de 6 millones de personas y su dignidad y su honor a más de 500.000 mujeres violadas.

Sugerimos que se cree un Tribunal Penal Internacional (TPI) para la República Democrática del Congo como el que se creó para Ruanda. De manera que los crímenes cometidos contra las mujeres congoleñas en estos últimos 18 años no queden impunes.

Permítanme concluir mi mensaje con un poema español que dice: «Necesitamos dos manos para escribir / dos para acariciar /dos para aplaudir / y todas las manos del mundo / para la paz».

Unan, pues, sus manos a nuestras manos para que podamos reconstruir la paz y la concordia en la República Democrática del Congo, y devolver su honor y su dignidad a las mujeres violadas
".

Tampoco tienen desperdicio las palabras que el rey Felipe VI dirigió a esta valiente mujer que no ceja en su empeño de lograr que la voz de las mujeres congoleñas, víctimas, ante la indiferencia de la mayoría, de las más terribles atrocidades, sea oída en el resto del mundo.

Discurso de Felipe VI:

"Y finalmente, señoras y señores, la periodista Caddy Adzuba, de la República Democrática del Congo, ha recibido el Premio de la Concordia.

Con lucidez lo afirmó Gandhi: “Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena”. Y Azduba no quiere callarse, no puede callarse, no está dispuesta a que el silencio se extienda sobre la barbarie y la violencia que sufren las mujeres, las niñas y los niños de su país —también en otros muchos países—; porque sólo a través de la verdad se pueden hallar respuestas y soluciones para prevenir, parar o reparar esos males.

Por eso Caddy Adzuba habla, pregunta por qué, cuenta lo que sucede, repite una y otra vez lo que ha vivido y sufrido, los abusos que tantas mujeres, niñas y niños viven y sufren; y al hacerlo, abre caminos para la esperanza. Trabaja, además, para que todo el mundo comprenda que hay que iluminar las zonas más oscuras de la realidad; que es preciso alertar sobre la violación de los derechos humanos, sobre la injusticia.

La labor valerosa, sacrificada y arriesgada de Caddy Adzuba nos hace pensar en todas las víctimas inocentes a las que esta mujer quiere dar voz. Viven un horror que no quisiéramos que existiera, que incluso nos parece imposible que exista.

Hoy, aquí, nos atrevemos a mirar a los ojos de Caddy Adzuba para darle las gracias por su entrega a una causa tan noble, y para reconocer su heroico comportamiento, que admiramos, respetamos y apoyamos sin fisuras
".

Artículo originalmente publicado por Manos Unidas

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áfricaderechos humanosdignidad humanaguerramujerpazpobreza
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