Nueva vuelta de tuerca en el folletín de la investigación sobre el asesinato de los monjes de Tibhirine. Después de haber dado finalmente muestras de buena voluntad accediendo –tras tres años de reiteradas peticiones- a la investigación del juez Trévidic de ir al lugar, las autoridades argelinas se han echado atrás, sin duda por los descubrimientos de los investigadores franceses que han podido exhumar los cráneos de los monjes este mes de octubre.
Muy optimistas
El estado de conservación de las cabezas 18 años después del asesinato es mejor del esperado. “Los expertos franceses eran muy optimistas –señala France Info-. Pensaban poder decir si los monjes habían sido degollados o decapitados después de su muerte”. En este último caso, se cuestionaría la versión oficial de un asesinato perpetrado por sus captores.
Las fotografías y radios que los expertos franceses han aportado no pueden sustituir a las muestras para llegar a conclusiones fiables. Por otra parte, los expertos franceses dudan de que los argelinos practiquen los análisis necesarios (entre ellos los de ADN) y que conserven convenientemente las muestras.
Según informaciones de France Inter, “las primeras conclusiones de los expertos franceses pondrían en duda la fecha oficial de la muerte, el 21 de mayo de 1996, fecha de la publicación de un comunicado del Grupo Islámico Armado (GIA) que anunciaba la ejecución de los monjes, un mes después de su secuestro”.
“Confiscación de pruebas”
Las familias de los siete monjes denuncian una “confiscación de pruebas”, informa Le Monde. En una rueda de prensa el pasado jueves 23 de octubre, su abogado, Patrick Baudouin, denunció una “situación inadmisible”.
“Se puede deducir que se trata de una especie de confesión de responsabilidad por vuestra parte”, dijo a las autoridades argelinas.
Tras seguir la pista que atribuye la muerte de los monjes al GIA, la investigación judicial se ha reorientado desde 2009 hacia una posible equivocación del ejército argelino, que habría ametrallado al grupo terrorista matando accidentalmente a sus rehenes.
Sus cuerpos acribillados por las vallas habrían sido destruidos después de su decapitación post-mortem; sus cabezas estaban intactas.
(En la imagen, Tibhirine, en primer plano las siete tumbas donde reposan las cabezas de los monjes asesinados)