Entrevista al filósofo, político y profesor italiano Rocco Buttiglione
De visita en México, el profesor y pensador italiano Rocco Buttiglione habla sobre el reciente Sínodo Extraordinario de la Familia, sobre la política y los homosexuales, sobre el gran problema que enfrenta la familia de hoy frente al hombre sin pertenencia.
– ¿Cuál sería su primera valoración sobre el Sínodo Extraordinario de la Familia?
Yo veo que la prensa se dedicó a resaltar la cuestión de la comunión a los divorciados vueltos a casar y la cuestión de la homosexualidad. Me parece que no se le dio importancia a la novedad metodológica del Sínodo que, en resumen, es: debemos en la Iglesia escuchar la realidad. Y no pretender saberlo todo antes de haber escuchado. Tenemos la certeza de lo que hemos encontrado, que es Jesucristo, y la experiencia viva de la Iglesia. Pero debemos tener una certeza crítica, que escuche y vea en qué manera ese mensaje de salvación puede llegar a todos los hombres. Un mensaje que debe llegar donde los hombres están; en la situación existencial en la que se encuentran.
– ¿Cuál sería el objetivo de esto?
Crear un camino. La situación existencial del hombre es de pecado. Y el camino es partir de la situación de pecado hacia la salvación. Pero comienza en la situación de pecado en la que el hombre se encuentra. Debemos escuchar al hombre en esa situación de pecado; sin presunción, porque nosotros también estamos en una situación de pecado. Cada uno tiene sus faltas. Todos necesitamos la misericordia de Dios.
Por eso, el Sínodo es una gran ocasión para reflexionar sobre el mensaje de salvación y sobre la gente que queremos encontrar y debemos escuchar para encontrar un camino. En un año tendremos algunas decisiones. No sé si serán suficientes, pero debemos dar a todos la impresión clara de que los estamos escuchando.
– ¿Cómo definir en una palabra, en una frase, este Sínodo sobre la Familia?
Verlo como un grande acto penitencial de la Iglesia. Por ejemplo, queremos que nuestros amigos que son homosexuales reconozcan una situación de pecado y vivan un encuentro penitencial con la Iglesia.
Pero para que eso pueda suceder, debemos comenzar con un acto penitencial nuestro, de reconocimiento de que no los hemos amado lo suficiente, de reconocimiento de que no les hemos transmitido que Dios los quiere y que nuestra actitud no es de desprecio. Cuando te digo que te equivocas, yo no te digo yo soy mejor que tú, simplemente te digo que te equivocas. Pero nunca hay que decir “yo soy puro”. Creo que el Sínodo tuvo como enseñanza esta lección.
– ¿Descubrió usted la huella del Papa Francisco?
Creo que hay mucho de la personalidad del Papa Francisco en el Sínodo. Hay también una huella profunda de la tradición jesuita sobre la expresión singular, para ver cómo esa expresión singular puede conectarse con el camino de la Iglesia. No es suficiente un grito “¡Venid”! Hay que tener una proximidad; la capacidad de estar al lado del pecador. Y esa comienza con el reconocimiento de que frente a Dios todos somos pecadores.
– En octubre de 2004 –hace diez años—cuando era candidato a la vicepresidencia europea de Justicia y Asuntos Interiores, sufrió un gran ataque por su condición de católico y por su postura respecto a la homosexualidad. ¿Qué se puede rescatar de esa discusión?
Yo no podía decir lo contrario de lo que dice el Catecismo de la Iglesia católica. Y a la primera vez, a la segunda vez, a la tercera vez que me preguntaron, yo recordé las palabras de Jesús que quien tenga vergüenza de su Nombre, Él tendrá vergüenza de nosotros cuando estemos frente al Padre.
Yo tengo el derecho de pensar que la homosexualidad se ha equivocado desde el punto de vista moral. Y eso no tiene nada que ver con la política. En la política yo defiendo la igualdad de los derechos así como está contenida en los tratados que instituyeron la Unión Europea. Pero no fue bastante. El hecho es que no tuvieron la capacidad, no quisieron ver la distinción entre moral y derecho.
– Siempre hay un paso muy difícil de dar para no convertirnos en “puros” frente, por ejemplo, a los homosexuales, ¿no es así?
Recuerdo una conversación con Juan Pablo II en la que dijo que hay los que aman la virtud porque aman la virtud, y hay los que aman la virtud para tener “el derecho” de condenar a los pecadores…
– La actitud de la Iglesia católica frente a los homosexuales ¿ha cambiado con el Papa Francisco?
La actitud de apertura siempre ha estado ahí, pero el mensaje no llegaba. Papa Francisco ha conseguido que el mensaje llegue. Ellos están sorprendidos porque un Papa los acoge con cara de amigo. Y no comienza diciéndoles “son pecadores”. Comienza diciéndoles “Dios los ama”.
– ¿Qué hay de Juan Pablo II en esta etapa de la reflexión sobre la familia?
Yo creo que la contribución del pensamiento de Juan Pablo II está muy cercana a la postura de Papa Francisco. Y se puede ver en la reflexión de Juan Pablo II sobre el Concilio. Para él el Concilio fue este cambio de postura metodológica. No comenzamos tomando la posición del profesor, sino tomando (como Iglesia) la posición del amigo, el que escucha, el que entra en tu situación para encontrar contigo el camino de esa situación hacia la verdad. Porque la verdad es una y no cambia, pero los caminos sí.
– ¿Cuál es el fondo de la crisis de la familia en el mundo?
El hombre autonómico. Uno que no tiene padre, no tiene madre, no tiene patria. El fondo de esto es que el hombre se pertenece a sí mismo. Y la vida del hombre es tan rica cuanto más pertenece. El gran peligro es vivir en una sociedad de hombres vacíos.