Queridos hermanos en Cristo: En primer lugar agradecer todo lo hermoso que publican, que personalmente me hace crecer en las cosas de Dios. Por este medio, me gustaría que expliquen si es necesario (en la misa) colocarse de pie cuando pasa la ofrenda del pan y vino. Desde ya muchas gracias.
La postura de los fieles es la de estar sentados en el momento del ofertorio incluso durante la procesión de ofrendas si la hay.
“Estarán sentados (los fieles) mientras…se hace la preparación de los dones para el ofertorio”, dice la Instrucción General del Misal Romano (43).
Los fieles se pondrán en pie “desde la invitación ‘Oren, hermanos’, antes de la oración sobre las ofrendas, hasta el final de la Misa” (Igmr, 43), excepto el momento del silencio cuando se acabe la procesión de comunión.
Felicito a las personas que hacen este tipo de preguntas pues son personas espiritualmente sensibles y demuestran amor, respeto e interés por la santa misa; son personas que quieren hacer bien las cosas y saberse comportar ante los sagrados misterios; son personas que no son mediocres, que quieren salir de la ignorancia y reconocerle a la misa y al templo el valor que tienen.
Es muy importante tener en cuenta las posturas en la misa y/o durante la oración, pues cada momento tiene su importancia y significado.
En la iglesia parroquial y durante la misa no somos un conjunto de individuos aislados, sino hermanos en la fe que forman un cuerpo unido (la Iglesia) que en ese momento concreto honra a Dios y lo alaba.
Por ello hemos de poner interés en hacer, de forma simultánea, los mismos gestos y decir las mismas palabras no tanto por una estética, sino porque es la manera de expresar que tenemos un mismo corazón y una misma alma que quiere elevarse a Dios.
“La uniformidad de las posturas, que debe ser observada por todos participantes, es signo de la unidad de los miembros de la comunidad cristiana congregados para la sagrada Liturgia: expresa y promueve, en efecto, la intención y los sentimientos de los participantes” (IGMR, 42).
Es importante esforzarnos por vivir la unidad en las pequeñas y grandes cosas, porque es un modo concreto de mostrar la unidad del Cuerpo místico de Cristo en cada celebración.