Con su vida y su palabra supo guiar a la mayoría de católicos que se cobijaban en la Iglesia porque sólo allí se sentían libres
Han pasado algunas décadas de la trágica muerte de Jerzy Popieluszko, el sacerdote polaco, capellán del movimiento Solidaridad que dio su vida defendiendo la Cruz.
Fue un testimonio de valentía y coraje frente a las persecuciones por intolerancia religiosa durante el gobierno comunista en Polonia.
Con su vida y su palabra supo guiar a la mayoría de católicos que se cobijaban en la Iglesia porque sólo allí se sentían libres.
Un mensaje muy actual
Sin embargo, muchas circunstancias del convulsionado mundo actual nos colocan en situación de cercanía existencial con aquella experiencia vital del padre Jerzy.
Las persecuciones a los cristianos revisten actualmente muchas formas, con inusitada violencia física y verbal.
Las instituciones que otrora constituían incuestionablemente la base sobre la que se erigían las sociedades son cuestionadas desde paradigmas difícilmente conciliables.
Perseguido por hablar de amor y libertad
El padre Jerzy, como habitualmente lo llamaban, fue víctima del acoso, de la persecución, de la tortura.
Y finalmente fue asesinado el 19 de octubre de 1984 por las fuerzas de seguridad del gobierno soviético. Su pecado consistió en hablar de amor y libertad.
La fidelidad a los ideales del movimiento Solidaridad le valieron quedar en la lista de los 69 eclesiásticos denunciados como extremistas.
Sus homilías pronunciadas desde febrero de 1982 a septiembre de 1984 fueron publicadas originalmente en lengua polaca por editoriales clandestinas, luego en Francia por la librería Libella con el título Kazania patriotyczne (Sermones patrióticos) y luego en Inglés.
Resistencia espiritual
Hasta hoy impresionan “por la fuerza del verdadero programa de resistencia espiritual que desarrollaba el padre Popieluszko desde sus “misas por la Patria” en la iglesia de San Estanislao Kotska en Zoliborz”.
En su homilía del 31 de octubre de 1982 el padre Jerzy invitaba a “vivir en la Verdad para permanecer espiritualmente libres”. Ello significa “dar testimonio, conocer la Verdad y defenderla en cada ocasión”.
Sus palabras cobran hoy una fuerza especial, “la Verdad nunca cambia. No puede ser destruida por ninguna decisión o acto legal”, pues desde ámbitos educativos, legales y políticos se intenta imponer una visión relativista de la Verdad.
“Nuestra esclavitud proviene de nuestra rendición al imperio de la mentira, de nuestro fracaso al desenmascarar la mentira y protestar contra ella en la vida cotidiana”.
Dos palabras claves para un mundo en crisis: esclavitud y rendición.
La esclavitud no siempre depende de las fuerzas poderosas que nos reprimen sino de nosotros mismos.
El padre Jerzy nos plantea el desafío de resistir, de no rendirnos a la fuerza irracional de la masa o de las fuerzas políticas fugaces.
La esclavitud, como la libertad, está en nosotros, en nuestra decisión de resistir o ceder.
“En lugar de corregir la mentira nos quedamos en silencio o pretendemos creer que es verdad. Eso es vivir en la falsedad”.
La lucha por la Verdad siempre ha sido dura, requiere de espíritus valientes para no callar, para no permanecer indiferentes frente a la injusticia y a la intolerancia en todas sus formas.
“Decir la Verdad con coraje es el camino que lleva directamente a la libertad. Un hombre que dice la Verdad es libre a pesar de la esclavitud externa, de la prisión o la tortura”.
La Verdad en la familia
La realidad de la familia ofrece hoy una complejidad creciente.
“La oscuridad se vuelve más densa, hasta convertirse en tinieblas, cuando se insinúan el mal y el pecado en el corazón mismo de la familia” .
Las palabras del padre Jerzy nuevamente adquieren vigencia, en la misma homilía:
“Superar el miedo es un elemento clave en el proceso de configuración de hombre libre”.
Se puede hablar del desafío de la fidelidad en el amor conyugal. La vida familiar suele estar marcada por el debilitamiento de la fe y de los valores, el individualismo, el empobrecimiento de las relaciones, el stress de una ansiedad que descuida la reflexión serena.
La familia se ha convertido en el centro donde repercute el frenesí provocado por un mundo que pretende revertir los valores que tradicionalmente la sostenían.
Esta situación despierta temor e incertidumbre. Por ello la homilía del padre Jerzy contiene una riqueza que trasciende el momento histórico en el que fue escrita.
Hoy como entonces, su propuesta permanece:
“Superamos el miedo en el momento en que acordamos perder algo en nombre de valores más altos.
Si la Verdad se convierte en un valor por el que vale la pena luchar, por el que vale la pena correr el riesgo, entonces superaremos el miedo de caer en la esclavitud”.
Su homilía finaliza recordando las palabras de Jesús:
“No tengan miedo. No tengan miedo de aquellos que matan el cuerpo y después no pueden hacer nada” (Lucas, 12, 4).
Por Miriam Dolly Arancibia, directora del Centro de Estudios Raffaela Climati