¿Tiene que ser de color rojo, para recordar la sangre de Cristo? ¿O esto no es imprescindible?
En la Misa del pasado domingo, me di cuenta de que el sacerdote utilizaba vino blanco y me he quedado sorprendido, porque creía que era “obligatorio” el rojo, que incluso a nivel visual recuerda la sangre de Cristo. ¿Hay una regla al respecto? (Paolo, Novara)
Te respondo con lo que dice la instrucción Redemptionis Sacramentum. El vino usado en Misa “debe ser natural, del fruto de la vid, genuino, no alterado ni mezclado con sustancias extrañas”. Además debe ser conservado “en perfecto estado” para que “no se convierta en vinagre”. Está prohibido, prosigue la instrucción, “usare vino sobre cuya genuinidad y procedencia haya dudas: la Iglesia exige, de hecho, certeza respecto a las condiciones necesarias para la validez de los sacramentos”. Palabras similares, de forma más breve, se encuentran en el Código de Derecho Canónico y en el Ordenamiento general del Misal. No se dice nada sobre el color o el sabor, ni se especifica si el vino debe ser con burbujas o no. Ciertamente, el color rojo recuerda más fácilmente la sangre de Cristo, pero por motivos prácticos (posibles manchas sobre el mantel del altar) a menudo se prefiere el blanco.
Una pequeña nota final. La atención a los detalles de la celebración es importante y cada cosa debe ser preparada bien, según las normas litúrgicas: el pan y el vino y todo lo necesario para la Misa, Pero no se debe perder de vista el sentido profundo de la celebración, que está bien expresado en esta oración sobre las ofrendas: “Acoge Señor nuestros dones en este misterioso encuentro entre nuestra pobreza y tu grandeza: nosotros te ofrecemos lo que nos has dado, y tu danos en cambio a ti mismo”.