Reúne a los fieles cada día para rezar e informarse sobre la enfermedad y su evolución, y distribuye alimentos a comunidades en cuarentena
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Monseñor Anthony Borwah, obispo de GBarnga, Liberia, debería estar en el Vaticano, atendiendo el llamado de la Iglesia para participar en el Sínodo Extraordinario sobre la Familia. Pero el cierre de fronteras a causa de la epidemia de ébola en su país impidió su viaje.
Continúa en el país, al servicio de los fieles en un territorio que necesita de gran ayuda espiritual y material para enfrentar las dificultades. "Como obispo de mi pueblo, yo cargo en mi corazón sus heridas y dolores en cada momento de la vida", explicó el prelado a la revista Time.
Según informó la publicación, la Iglesia en Liberia está profundamente comprometida en la lucha con la enfermedad.
La estrategia combina medios naturales y sobrenaturales, y la iniciativa de monseñor Borwah es reunir a los fieles diariamente en una Hora Santa con el rezo del Santo Rosario de 5 a 6 de la tarde, en un período entre el 1 de septiembre y el 30 de noviembre.
En este encuentro de oración, los católicos también cumplen las normas médicas para evitar el contagio de la enfermedad y dedican 10 minutos a la formación preventiva y la información sobre la evolución de la epidemia.
Monseñor Borwah relató a la revista el drama humano que significa la enfermedad, con lugares de cuarentena distantes de la población a donde deben remitirse a personas que quedan separadas de su familia y amigos, comunidades completas que deben aislarse y padecer las dificultades propias de esta condición y un aumento de la pobreza y los problemas sociales.
"La situación del ébola ha paralizado duramente la economía, lo que resulta en un abierto empobrecimiento y hambruna", explicó el prelado. La Iglesia prepara programas de distribución de alimentos a comunidades en cuarentena y trabaja por ejemplo, para lograr la aceptación de los supervivientes del virus, que son excluidos por temor a la enfermedad.
"Necesitamos más apoyo para alimentar a quienes están hambrientos y enfadados, y para cuidar y guiar a los sobrevivientes del ébola que cargan el estigma".
Según el obispo, la epidemia no es el único reto de Liberia. Además de los problemas sociales del país, graves retos morales son enfrentados por la Iglesia.
La proliferación de la infidelidad matrimonial, muy aceptada culturalmente, la división familiar producto del cambio del sistema de valores de las nuevas generaciones y el grave flagelo de la prostitución, acentuado por la pobreza y la falta de dignificación de la mujer, figuran entre las prioridades que el obispo destacó con urgencia.
"Yo creo que las causas del ébola no son sólo físicas, sino espirituales", indicó el prelado. "Me gusta llamarlo "el fenómeno ébola" porque genera más preguntas que respuestas".
En medio de esta preocupante situación, monseñor Borwah hizo un llamado a la oración y la solidaridad del mundo entero en favor de quienes padecen la tragedia.
"Los amigos de Jesucristo -los "nadie", los pobres, las mujeres y los inocentes, los que sirven a los demás- necesitan ayuda tanto espiritual como material", exhortó el obispo.
"Ellos están perdiendo la fe, la esperanza y el amor. Ellos están más pobres, más hambrientos y muy desesperados. Dios no nos ha abandonado y no nos abandonará, así que por favor no nos abandonen en medio de la matanza del ébola. El Santo Padre ora por los afectados del ébola todos los días", describió. "Por favor, oren por nosotros".
Con información de Catholic Culture y Time.
Artículo originalmente publicado por Gaudium Press