Desde el pasado mes de julio, tenemos en línea en Aleteia una página especial sobre inmigración, y más concretamente, sobre la tragedia humana que está teniendo lugar en la frontera entre México y Estados Unidos, especialmente el drama de los niños que viajan solos.
http://www.aleteia.org/es/politica/especial/especial-inmigracion-5819413106262016
En ella no sólo ofrecemos la última información, gracias a nuestro colaborador Jaime Septién y a su equipo, sino que recogemos información útil (teléfonos, direcciones) para los migrantes de paso por México. También informamos sobre otras fronteras, especialmente la del Estrecho de Gibraltar (España) y Lampedusa (Italia).
En nuestras reuniones de redacción lo comentamos a menudo: ¿cómo es posible, a pesar de los gestos del Papa Francisco en Lampedusa, de las noticias estremecedoras que llegan diariamente, de las fotos escalofriantes, cómo es posible que el drama de la inmigración siga “resbalando” por la piel de la opinión pública occidental, también entre muchos católicos? Lo vemos en las visitas que reciben las noticias sobre el tema en cualquier medio de comunicación: poquísimas.
Cientos de voluntarios, religiosos y sacerdotes han comprendido cuál es su deber cristiano y se han lanzado a ayudar a las víctimas, pero son una exigua minoría dentro del mundo católico, donde predomina la indiferencia. Creemos que este es un tema en el que los católicos deberíamos ser la conciencia del mundo.
Nos gustaría apelar a nuestros lectores: la inmigración es el gran drama de nuestro tiempo, ¿cuál es nuestra respuesta? ¿Preferimos, como hace el mundo, nuestra propia seguridad? Y lo más importante, ¿cuál será la respuesta de Jesús? ¿Nos pondrá a su derecha o a su izquierda?