Haz una prueba, esta noche apaga el televisor, tu computador, el celular... deja todo un momento, sal afuera y contempla
Me encanta escribir, sobre todo de mis vivencias con Jesús. Esta mañana retocaba un libro que debía ser una respuesta a tus inquietudes. Estaba por terminar, cuando una prima de mi esposa me envió un video que me encantó.
Era sobre el sentido de la vida y lo poco que admiramos la creación. Mostraba cuánto perdemos al no ver a nuestro alrededor y darnos cuenta de que todo es un regalo que se nos da.
Me recordó cuando iba con Vida, mi esposa y nuestros mis hijos pequeños al interior del país. En ocasiones, nos deteníamos de noche, en medio de la nada, en aquella carretera oscura y silenciosa para admirar el cielo y las estrellas. ¡Qué espectáculo! Cuántas veces olvidamos lo increíble y hermoso que es el firmamento…
Vivimos embebidos, absortos y olvidamos que la vida es un presente, un don que se nos da.
Haz una prueba, esta noche apaga el televisor, tu computador, el celular… deja todo un momento, sal afuera y contempla el firmamento. ¿No es maravilloso lo que te rodea? ¿Alguna vez te has fijado en lo hermoso que es?
Por la mañana, antes de ir al trabajo, mira con curiosidad a tu alrededor. Observa los colores de una flor, el movimiento de la hierba, la sombra de los árboles…
Estas maravillas hacen que brote en nosotros una palabra olvidada en el tiempo:
“GRATITUD”.
Muy poco la he usado en mis libros. Casi no he pensado en ella.
Está por encima de nuestros intereses, y tus dificultades. La gratitud nos engrandece, nos muestra que hay otras cosas importantes en este mundo.
Quiero cultivar esa palabra, ser agradecido con Dios. Cada mañana, cuando despierto, pienso en ello. Seguro el buen Dios espera de nosotros un poco de gratitud, como el leproso que regresó para agradecer a Jesús que lo haya sanado. Quiero ser como ese hombre, y dar gracias a Dios por todo lo que me ha dado.
Me encanta leer libros sobre la vida de los santos. Siempre aprendo algo nuevo de ellos: su fe, su confianza, la vida de oración que han llevado, cómo lograron caminar en la presencia de Dios,… Me sobrecogen sus últimas palabras, aquellas que nos obsequiaron antes de partir al Paraíso.
Santa Clara es una de las que más me ha impresionado. Animaba a las hermanas en sus últimos momentos. "Hijitas mías, alabad a Dios”, les decía.
Con una profunda paz, brotó de sus labios esta oración, que debemos hacer nuestra: “GRACIAS SEÑOR, POR HABERME CREADO”.