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Tras 25 años, dan el S.O.S. para incrementar los cerca de 4.000 empleos conseguidos

Young workers – es

CAHairyBear / Flickr / CC

Enrique Chuvieco - publicado el 10/10/14

Pilar Ortiz de Urbina dejó el funcionariado y empeñó su vida en la ong Centro de Solidaridad para ayudar a la gente a encontrar trabajo

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En la Edad Dorada para el descanso merecido, la presidenta de esta organización sigue en la brecha junto a su marido, también jubilado, para continuar la labor por la que abandonó todo hace cinco lustros para dedicarse a los más necesitados. Sabedora de que esta obra no es suya, “sino de Dios”, subraya, sigue “por pura Gracia, porque se dieron las circunstancias para que pudiera dejar el trabajo de funcionaria”.

Esta certeza de quien sabe que es una vocación tejida desde su infancia, le lleva, tras el derrumbe de las subvenciones públicas, a pedir dinero y mecenazgos para el Centro de Solidaridad, declarado de Utilidad Pública, porque “si no obtenemos fondos pronto –advierte- será imposible continuar con esta actividad social de 25 años”, que ha atendido a más de 13.000 personas, formado a varios cientos y obtenido empleo a cerca de 4.000.

-Cumplen  25 años, ¿cómo surgió el Centro de Solidaridad?

En 1989, teníamos un local en la barriada de Ibarrondo, de Madrid, donde había muchos niños sin escolarizar que eran “carne de cañón” para el día de mañana. Desde pequeña me habían educado con la sensibilidad de preocuparme por los demás y entendí que teníamos que hacer algo con los pequeños. Con amigos de Comunión y Liberación, se nos ocurrió desarrollar unas clases para ellos.

Pusimos un aviso y vinieron cinco niños. Llegaron con unas maquinitas muy sencillas, que no son las sofisticadas de ahora, y les pusimos a sumar con ellas para favorecer las operaciones matemáticas. ¡Hasta montamos un campeonato! Esto fue en noviembre de aquel año. Tras las fiestas de Navidad, un día aporrearon la puerta, pero no eran los pequeños, ¡eran sus padres! Nos recriminaron acaloradamente qué estábamos haciendo con sus hijos, si éramos una secta…

Les explicamos pacientemente a lo que nos dedicábamos. Se calmó todo y, cuando se marcharon, caímos en la cuenta que varios padres buscaban trabajo, por lo que pasaban escaso tiempo con sus hijos. Consideramos que necesitaban trabajar, pero nuestra actividad en aquel entonces tenía otros objetivos.

-Empezaron con los pequeños, ¿cómo maniobraron a partir de esa provocación de la realidad?

Otro día vinieron dos personas de Servicios Sociales del Ayuntamiento, porque les habían informado los propios vecinos de que ayudábamos a la gente del barrio. Venían a pedirnos que continuásemos y ampliásemos nuestras actividades. Les dijimos que era imposible porque aquello lo hacíamos fuera de nuestra jornada laboral, a lo que nos respondieron que nos darían una subvención si continuábamos. Lo pensamos durante un tiempo y accedimos a implicarnos en el proyecto. Pero para buscar trabajo a la gente, debíamos conseguir una cartera de empresas, por lo que retomé la labor comercial, que ya había hecho anteriormente para otras ong.

-Antes nos contaba que aprendió en casa su compromiso para ayudar a los demás, ¿puede abundar en esto?

Desde pequeña, mis padres se volcaban en la ayuda a las personas y en distintas cuestiones sociales. A nosotros, nos hacían participar, llevándonos a servir y dar el almuerzo al comedor de las Hermanitas de los Pobres.

-En estos 25 años, ¿a cuántas personas han atendido y a cuántas encontraron trabajo?

Hemos entrevistado a más de 13.000 y han sido cerca de 4.000 las que han conseguido un puesto de trabajo.
Por otro lado, estamos muy contentos porque se han dado relaciones con mujeres que pensaban abortar, no lo hicieron y llevaron adelante su embarazo. Este año celebra su sexto aniversario el primero de los niños que nació tras la decisión de su madre de no abortar. Luego fueron cinco más.

-¿Cómo llegan hasta ustedes los desempleados y qué procedimiento siguen?

Siempre lo hacen a través de personas o instituciones conocidas. En consecuencia, no atendemos a personas que vengan directamente de la calle. Tras este requisito, rellenan un documento –con arreglo a la Ley de Protección de Datos- por el que consienten que manejemos sus datos ante las empresas. Después les hacemos una ficha con, entre otros, sus datos personales, aptitudes, actividades realizadas, preferencias laborales, así como la horquilla salarial donde se quieren mover. Esto nos servirá posteriormente para adaptar sus respectivos requerimientos laborales a las demandas de puestos a cubrir por las empresas.

Cuando se produce la conexión entre la demanda y el demandante, a los que nosotros ponemos en contacto, realizamos un seguimiento personalizado de cada candidato con el fin de obtener la información más completa posible de cada gestión; por ejemplo, reseñamos el día, hora y resultado de la entrevista.

-¿Con cuántas empresas han tenido relación?

En estos años, hemos creado una cartera con más de 400 empresas que nos demandan profesionales. Procuramos hacer una buena selección  de los demandantes de empleo y este proceder lo conocen las compañías, a las que no cobramos nada por nuestros servicios, ni, por supuesto, tampoco a las personas que llegan buscando trabajo.

-Imagino que con el tiempo ha cambiado, pero, actualmente, ¿qué sector tiene más empleabilidad?

Estamos siempre muy atentos de qué demanda el mercado. En este sentido, también desarrollamos cursos de formación para la adopción de nuevas competencias y el reciclaje profesional de los desempleados. En este momento, se demanda gente preparada para cuidar ancianos en residencias y, en mayor medida, en domicilios particulares. A los ancianos hay que darles el mejor servicio posible, porque son dignos de que lo reciban en las mejores condiciones.

Desde hace años tenemos contactos con residencias y empresas, en las que se han colocado ya más de 20 personas que han realizado formación especializada con nosotros. Esta capacitación sirve también para la ayuda a domicilio, pues hay mucha gente necesitada de cuidados, así como de que les limpien, cocinen o les acompañen en diversas gestiones.

-¿Cuándo empezaron con la formación?

A partir de 1993, vimos la necesidad de poner en marcha cursos de contabilidad, informática, de español para extranjeros… Hasta el 98 venía gente muy humilde, pero a partir de esa fecha y, más desde que empezó la crisis, vienen ingenieros y perfiles de mayores competencias.

-Requiere de Uds. una labor muy minuciosa y exigente

Nuestro fin es ayudar a personas, por lo tanto, procuramos cuidar todos los aspectos que tienen que ver tanto con los que necesitan trabajar como los que precisan de un determinado perfil profesional para añadir a su plantilla.

-¿Cómo llevan la caída de subvenciones para asuntos sociales, máxime cuando es de lo que mantienen exclusivamente su actividad?

Bastante mal: ¡no nos salen los números con la caída de las subvenciones! Por ello, necesitamos urgentemente socios y patrocinadores que sostengan esta obra con sus aportaciones. Como siempre, hemos actuado con total trasparencia y estamos abiertos a todo tipo de preguntas y de reuniones con quienes quieran colaborar para continuar este trabajo, tan necesario en estos momentos. Somos una entidad declarada de Utilidad Pública, por lo que empresas y particulares pueden desgravarse el 25 por ciento de los donativos que nos den. Si no obtenemos fondos pronto es imposible continuar con esta actividad social de 25 años.

-¿Es muy duro para usted, que le interesan más las personas que los números, tener que aludir a la economía para continuar?

Como nunca hemos planteado nuestra actividad como un negocio, nos volcamos en buscar trabajo a la gente y hemos descuidado obtener recursos por otras vías distintas a las subvenciones.

-Tanto su marido como usted dedican la mayor parte de su tiempo a esta actividad, ¿qué les mueve para seguir en la brecha cuando podrían dedicar su tiempo a las actividades habituales de cualquier jubilado?

No nos obliga nada. Es algo que es natural y el objetivo de mi vida, mi vocación: ayudar a los demás en sus necesidades. Nunca he visto esto como un trabajo y para mí no es un peso; con esto, me lleno diariamente de “gasolina”.

-Usted dejó su trabajo de funcionario para dedicarse a esto.

Efectivamente. Un amigo me hizo ver claramente que el voluntariado era para lo que yo había nacido. A los 46 años, pedí primeramente una excedencia y luego me desligué completamente. Como dije antes para mí no es una carga, aunque sí una responsabilidad porque esta obra no es mía, es de Dios: Él la ha querido. Yo estoy aquí por pura Gracia, porque se dieron las circunstancias para que pudiera dejar el trabajo de funcionaria, nuestros hijos eran ya mayores y estaban de acuerdo en que nos dedicáramos a esto.

-Por lo que observo, hasta que tenga “gasolina” estará aquí.

Por supuesto. Solo nos faltan los medios económicos para seguir, como dije antes. Ésta, y actividades similares, son muy necesarias porque hay mucho paro. Que por nuestra labor consiga que alguien se ponga a trabajar, supone que una familia se salve, que cojan oxígeno, ya que es un cáncer para cualquier familia estar desempleados, pues afecta al marido, la mujer y los hijos…

-Y, ¿para cuando el recambio humano?

Estamos abiertos a colaboraciones, al voluntariado, porque hay mucho que hacer. Para mí, y como dije antes, el Centro de Solidaridad es pura Gracia de asombro y sorpresa constante. Sé que esto no es mío, es de Dios. Él me lo ha dado para que yo gestione los papeles, tiene todo el poder para lo que crea conveniente y repartir a go-go cómo y cuándo quiera. Yo soy un instrumento suyo para pedir ahora dinero y continuar esta labor. El resultado ya no depende de mí.

Más información: www.centrodesolidaridad.es- Donaciones en Bankia: ES75-2038-1018-24-6000642304

Tags:
españasolidaridadtrabajo
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